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Siento decírtelo Milano, pero me llamó tu compi muy compungida por haberte gritado, no porque no te lo merezcas a nivel general, sino porque se había equivocado y en lugar de meter la ropa sucia había metido lo que debía ir al lavavajillas. Por eso el cesto de ropa seguía lleno. Cuando vea lo que ha salido de la lavadora y te lo explique (que te lo explicará, no hace como tú que escondes tus trastadas) no hagas lo de siempre, dile que su error es fruto del agobio de tener que hacerlo todo y, encima, cuidar de un vago que sólo piensa en retortas y en cafés y prométele que a partir de ahora tú lavarás y plancharás. Como parece que te quiere (si no no me lo explico), mañana se habrá olvidado y ella seguirá con su cruz y tú con tus juegos.
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