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En mi pueblo son fantásticas. No huele a vomitona, a ninguna hora suenan las campanas, ni los cohetes, ni la verbena, no bebes si no quieres, no cantas si no quieres, no se molesta ni martiriza a los animales, las calles están libres de procesiones y cabalgatas, a cualquier hora puedes pasear, no te cruzas con beodos impertinentes, duermes a pierna suelta, disfrutas de la vida, del ambiente natural, urbano y rural. No existen peñas con iniciativas ridículas ni actos "tortícolis" rememorandano cosas tristes cosas pasadas que nunca han sido. Las fiestas carecen de raices, son etnográfobas, no tienen pregonero...en fin una maravilla.
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