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Suerte, hermano. No sé que extraña hermandad es la nuestra, hemos vuelto a coincidir en la melodía, y hoy escribo yo de cierto doppelgänger.\nTus textos son bibliotecas en sí mismos. Conozco otro caso de biblioterapia anterior, un tal Iñigo de Loyola, que leyendo la leyenda áurea de los santos se quiso convertir en uno de ellos. Lástima no haberle dejado en su convalecencia a solas con "El Quijote". Claro, que a su muerte todavía no estaba escrito.\nMe sabes paciente ambulatorio de una institución parecida a la tuya.\nMi abrazo, mi predilecto hermano.
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