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¡Vaya deberes me has dejado, Laura!\n\nEmpecemos por Oscar Wilde: Era un provocador y como tal hay que leer sus frases. Algo así como Groucho y como Woody Allen. Podemos sentir simpatías éticas en la interpretación de considerar próximos ciertos conceptos. Pero si en nuestras obras esa ética no forma parte de nosotros mismos, la simpatía es coyuntural y pooco profunda y con eso poca cosa se puede hacer.\n\nEl artista que sólo pretende ser entendido por los inteligentes no es un artista sino un cretino. Benavente se quedó corto en su juicio.\n\nSigamos con Bon: El artista que razona en vez de sentir no es que sea mediocre sino que tampoco es un artista pues no se entiende el arte sin sentimiento. Ni siquiera el observador puede disfrutar del arte sin sentirlo. Otra cosa es usar el razonamiento para intentar conocerlo mejor, conocer sus razones, conocer su historia. Cuanto mayor es el conocimiento mayor será su disfrute. Sentirás mejor una composición musical si sabes solfeo y puedes tararearla. Sentirás más un poema si te lo sabes de memoria. Te emocionarás más con una obra arquitectónica si paseas por su interior que si la ves en fotos.\n\nY acabemos de nuevo con Oscar Wilde: Depende de lo que llamemos público y depende del tipo de arte. Un arquitecto que no considera la existencia del usuario no hace arquitectura. Un poema sin destinatario es un poema frío. Si entendemos como público el que confiere éxito y rentabilidad al arte, de acuerdo con Wilde.\n\nHe hecho lo que he podido, Laura. Un beso de neuronas cansadas.\n\n
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