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Nada que no, que no os abro la puerta. Nanái-tu-tía, penetraros bien del aserto-negación: hablo a mis gatitos caseros Simona y Víctor, porque luego pasa lo que pasa, y que si los epitelios, las toses y los estertores, y a ver quién entonces puede leer con calma y teclear con relativo sentido. Vamos por partes pues el exordio acaba aquí mismo.\nY si algo queda claro, ya de entrada, es que como muy clarito que no estamos en el Bazar Egipcio de Estambul, ni en el del Khalili de El Cairo, aunque las fotografías (gracias porque estas no bailen el twist ni la yenka de la infame postrera que me impide contar el número de cántaras, coñe) bien podían dar a entender otra cosa. Mas, amiga, eso de que no te regateen ni te den la recoña para consumir, es rotundo y jocundo. No se hable más.\nEn cuanto, a las peripecias de la infancia (pásate por mis predios cuando puedas que lo último publicado va de similar época "paleolítica", pero, ah, gozosa y jacarandosa) qué tendrán esos "profes" de gimnasia, los muy clasistas...pero como bien recalcas, espero que sin acritud, todo alimenta y contribuye al impulso, a la catapulta y crecer como persona. Tú misma.\nY bueno ya para terminar, me comprometo a la más mínima (que no máxima ni axioma) a meterme hasta las cachas con las "persias" kapucinskianas que llevan ya un tiempo pidiendo una oportunidad. Pero fíjate que me ha dejado un tanto desfibrado (en la admiración hacia don Ryszard) esas últimas y recientes noticias sobre ciertas prácticas y éticas sospechosas, al menos, de su impronta periodística. Todo se andará y tras pasar el riguroso filtro de lo personal, función expeditiva. Ya te contaré y hasta te diré...por qué mi canción...Ya, ya, muy malo, y por eso ya no canto más.\nHala, ricura, un beso y hasta la próxima.
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