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Tienes razón en que no es necesario irse al extranjero, pero admiro a esos que se van al otro lado del mundo a ayudar a la gente que sufre, manifiestan una generosidad enorme, testimonian dejarse guiar por un alma grande que Dios ha puesto dentro de cada hombre y que sólo encuentra su realización pasando al otro, al otro que sufre. Pero en el mundo egoìsta individualista y hedonista en que vivimos auguro pocas respuestas a tu llamado, el ruido ambiental sofoca todas las conciencias ¿sabes?, ni los propios familiares son capaces de mirar por el suyo, cuánto menos por alguien ajeno. Nadie da lo que no tiene. Sólo quien tiene vida puede dar la vida (el tiempo, el esfuerzo, el cansancio, el dolor... todo lo que dar vida supone). Los misioneros, las misioneras y todos los que han creído la buena noticia de que existe la vida eterna y ha sido ganada para tí gratuitamente por Jesucristo, sí tienen una fuerza inagotable, pues procede de la convicción de que su vida no termina aquí. No se gasta nunca.
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