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Silvi, si no se reprime a la delincuencia (me refiero a la partida de maleantes que salen de la cárcel y al día siguiente vuelven a perpetrar delitos) esto se va al garete. Aunque suene feo, es así. Yo no estoy a favor de la pena de muerte ni de la ley del talión ni endurecimiento de penas (aunque tampoco descalifico a las personas que abanderan esas medidas; cada quien es libre de pensar como quiera) pero sí sostengo, categóricamente, que con la delincuencia hay que ser implacables. Nada de dos por uno, ni amnistías... Sentencia es sentencia. Cosa juzgada. No creo en nuevas leyes, ni reformas ni enmiendas… Acá lo que hay que hacer es exigir que el marco legal funcione. ¿Cómo? Separando a los jueces corruptos, al grupo de truhanes que forman parte de la policía, a los carceleros vividores y a los guías que viven de la extorsión. Además exigiendo a las autoridades que las cárceles sean verdaderas penitenciarías. En países donde la sociedad tiene acceso a la canasta básica las mazmorras son mazmorras, no remedos. \nCorroboro lo antes señalado, aquí los presos se dan la dolce vita. Y hablo con conocimiento de causa: martes y jueves, con la anuencia de carceleros, entran meretrices para sofocar sus deseos carnales. Además consumen alcohol y drogas libremente, y se pasan todo el día jugando “voley”, fútbol o naipes. ¡A trabajar, señores, a charlas de reinserción! Si las celdas fueran el mismo infierno los presidiarios no cometieran fechorías al siguiente día de haber sido puestos en libertad. \nHay que establecer diferencias entre los delincuentes y los muchachos que hacia ella apuntan. De estos últimos, a preocuparse Gobierno. Para ellos educación, vivienda, salud… y de nuestra parte: inclusión y amor. \n\nGracias, Silvi, por tu comentario. Muy interesante. Como dije anteriormente, con todas las opiniones aquí vertidas haremos un manual. \nUn abrazo! \n
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