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[:)] [:)] Hola, qué tal...?\n\n¿Te querrás creer que no aprendí el funcionamiento de un reloj hasta los trece años? Yo de niño pasaba totalmente de esa tontería que los mayores llamaban la hora, o los minutos, o tal hora de la mañana o la tarde. Y me costó un enorme trabajo entender cosas como, por ejemplo, que las dieciséis horas es lo mismo que las cuatro de tarde. \nLuego, cuando aprendí... que aprendí solo porque se suponía que había que aprenderlo..., continué viéndolo tonto, tonto, tonto... je, je. \nY sabes...? Una de las excusas que utilicé cuando empecé a utilizar el móvil, fue que ya no me veía obligado a llevar la estupidez de un reloj en la muñeca. El reloj era una joya de la tecnología —por ese tiempo—, porque tenía más de cien memorias para la agenda, pero... ¡lo tiré con tanta alegría! ¡Qué feliz fue al deshacerme de esa tonta esclavitud...\n\nPero, curioso... je, je... a los dieseis años, cogí uno de aquellos relojes antiguos de mi tía favorita, —aquellos relojes redondos y un poco mayores que el puño de la mano— y el reloj era de su madre, que era mi abuela pero ya no vivía... el reloj estaba roto y lo iba a llevar al relojero... Total, me senté en la mesa redonda con su hule... con un pequeño destornillador lo desarmé... mi tía se marchó para no verlo... Me entretuve unas dos largas horas... aprendí muchísimo sobre su funcionamiento con todas sus piezas sobre la mesa... lo armé... puse el último tornillo, le di cuerda... Y fui corriendo a enseñárselo a mi tía... «¡Tía, tía, mira cómo funciona!» Y funcionaba como si estuviera nuevo... je, je...\n\n\nAah, ante el estrés... por cierto, yo voy ya por el escuatro... lo mejor es relajarse y hacerte algún regalo de vez en cuando y recordar que te quieres mucho.\n\nUn besote.\n
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