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Tan servicial y caballeroso como lo que caracterizó a los hombres de mi país, Peter acudió de inmediato para auxiliar la accidentada. Le brindó su mano para incorporarla y después de asegurarse que aparte del susto no le había pasado nada más, se dispuso a recoger el resto de su propiedad diseminada por la escalera. Neyda se quedó paralizada, con la vista clavada en los ojos azules mientras él le extendía el montón de folletos y las reproducciones enrolladas una vez recogidas, sin poder reaccionar.\n\n No sé exactamente el tiempo que se habrá mantenido ella en ese shock, ni qué tipo de comunicación habrán seguido entre los dos, pero siguieron caminando juntos por la Avenida Andrásy , una de las amplias arterias de la capital, hasta terminar de estar sentados muy apretaditos, como tantas y tantas parejas de enamorados , en las escalinatas de la orilla del Danubio, con el diccionario en mano, que Peter adquirió en una librería de la avenida. \n\n Dicen que uno atrae justo lo temido, mas en esta ocasión pude ser testigo de aquellos romances acaramelados que sólo se leen en las novelas rosa.\n\n Durante nuestra estancia de mes y medio en Budapest, con muchísimas programas incluidos, no se dejaron de ver ni un sólo día. En la víspera de nuestro regreso mi amiga llegó a casa de madrugada, sólo faltaban un par de horas para partir hacia el aeropuerto. Venía triste y demacrada.\n\n - Me casaré con Péter, lo amo ! - me decía mientras una lágrima le recorría la mejilla. - No quiero perderlo -agregó justo en el momento que el sonido del teléfono interrumpió el vacío que sentía.\n\n Al descolgar el auricular, al otro lado del teléfono estaba Peter. Se lo pasé.\n\n - ¡ Peter...!!!...ayyy......Peter! ... Peter! - sólo se escuchaban esas dos cortas palabras, cada vez con más y más hondos suspiros, y más suspiros.\n\n \n\n FIN\n\n
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