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 El Sr. ANTONIO...\n\nNada nos agasaja más que una mirada limpia y clara...\n\nAsí nos miró y nos saludó el Sr. Antonio, al tiempo de brindarse\n\ncomo una de esas compañías espontáneas que por largo tiempo\n\nnos acompañan con su recuerdo.\n\nMientras nos tomábamos una refrescante bebida, nos contó sobre\n\nsu llegada a Cataluña desde el sur, para buscarse la vida al quedarse\n\ntodas las pertenencias familiares confiscadas en aquellos tristes años \n\nde la historia nacional.\n\nAcá encontró trabajo y rehizo su hogar... Ya está jubilado, y en este bar\n\nde enfrente al CAP esperaba por su esposa que saliera de su consulta \n\nmédica.\n\nSu empatía nada me extrañó, acostumbrada ya desde Cuba a las comuni-\n\ncaciones espontáneas y abiertas entre nuestros semejantes, aún en \n\nausencia de anteriores contactos.\n\nLo que me hizo reflexionar más, fue su tema de conversación...\n\nLo comprendí de inmediato en cuanto dirigéndose hacia mi nieta de grandes \n\nojos negros y de tez mestiza, le preguntó;\n\n- Y Tú, guapa...! ¿De dónde eres...?\n\n\n\n \n \n
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