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Nuestra orientación sexual es fruto, principalmente, del género que nos adjudicó la naturaleza. Esa tendencia en nosotros ha venido reforzada por la moral y la educación en las que hemos crecido, orientadas a evitar las excepciones que trastocarían la linealidad de las normas.\n\nPese a ello, hoy he sentido un deseo casi irrefrenable de cambiar mi orientación sexual tras leer las palabras que el ya famoso cardenal Rouco ha pronunciado, cómo no, en la emisora de la COPE a propósito de los matrimonios entre homosexuales y que recoge El País en su edición de hoy:\n\n"Esa forma de abordar la concepción del matrimonio, en la que la diferencia sexual no juega ningún papel va en contra de la civilización. No sólo de la católica, sino de todas las civilizaciones"\n\nNi más ni menos.\n\nEsas palabras de Rouco son, en primer lugar, un insulto a la inteligencia y, después, un insulto a la civilización que enarbola como bandera y un insulto a la sabiduría, un mínimo de la cual deberíamos exigir en un dirigente de la Iglesia. \n\n
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