La pretendida verdadera libertad del pensamiento se encuentra en la clarividencia que nos depara la delgada línea que separa ese sorbo, que nos libra de nuestras inhibiciones, prejuicios y atavismos y el sorbo siguiente que nos introduce en un mundo irreal de anhelos y deseos que vemos posibles y resultan ser imposibles.\n\n
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Para algunos, estos dos sorbos están separados por dos o tres vasos y, entre ellos intentan permanecer equidistantes de ambos extremos aún sabiendo que la libertad de pensamiento no existe, que está sujeta irremisiblemente al principio metafísico de acción y reacción.\n\n
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Otros, nunca llegarán a conocer el segundo sorbo y vivirán permanentemente atados, creyéndose libres en sus opiniones.\n\n
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Y otros, toda su vida se moverán en ese segundo sorbo y, cuando llegue la resaca, verán que esa libertad que imaginaban habrá desaparecido.\n\n
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Advierto que todo lo anterior es un símil, no vayan a abalanzarse, como cosacos, a la bebida intentando establecer la situación exacta de esa delgada línea que, preciso, es variable según las personas, situaciones y aguardientes.\n\n
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Que me perdonen los que presumen de serios la aparente frivolidad de esta página. Es sólo aparente pues pretende, con personajes ficticios pero situaciones reales, transmitir mi crítica sobre el mal uso de la palabra “independencia” cuando la veo asociada a “pensamiento”.\n\n
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Rindo, paralelamente, un homenaje respetuoso y humilde a los que, realmente, sufren menoscabo de sus libertades por razones políticas, de género, de trabajo, de pobreza, y que ni siquiera pueden plantearse ni permitirse disgresiones sobre una línea invisible para ellos.\n\n\n\n\n\n\n\n
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