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    Querido Elly:\n\n

    Hace un rato que hemos llegado a Mopti, pero apenas hemos podido ver nada. Mañana iremos por la ciudad. El mercado junto al puerto estaba lleno de gente, de niños vendiendo pulseritas, postales. Hemos comido en un restaurante del puerto. Desde allí podíamos divisar toda su actividad. Gentes que cruzaban el río, gentes que limpiaban sus pinazas, niños nadando en un agua turbia. Todos con sonrisas. El restaurante que sólo poseía una enorme terraza y un baño indescriptible, estaba frecuentado por hombres de negocios o trabajo, mujer de diplomático (eso hemos especulado) y un grupo de tres españoles y una francesa y nosotros. Hemos comido pescado, el Gran Capitán con judías o guisantes. \n\n

    Ado nos ha dejado allí hasta el momento de recogernos. Esta noche dormimos en Mopti, una ciudad portuaria al lado del río Níger. En comparación con las ciudades que atravesamos en Burkina, ésta me ha parecido un poco más caótica, más llena de niños en la calle vendiendo a los escasos blancos que se ven por allí sus pulseras. Después de la comida hemos caído todos sobre las mesas derrumbados. Quizá recordando nuestra travesía pasada y en contacto con todos, quizá por el cansancio, quizá por la vida, quizá por nosotros. El murmullo y gritos de la gente se escuchaba a nuestro alrededor. Transito de gente, de cabras arriba y abajo. Vida animada y nosotros, derrumbados. \n\n

    El regateo y la insistencia en la venta de objetos empieza de manera insistente y me han dicho que espere a Tombuctú. El comercio e intercambio de mercancías es algo que en mercados, poblados y más aún en grandes ciudades se lleva a cabo. \n\n

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    Bueno, ahora que todos duermen la siesta y esperamos para ir a un hotel, te contaré el resto de la travesía por el País Dogón. Cuando salimos de la primera aldea, aquella mañana ya no vimos a casi nadie del poblado. Sólo algunas mujeres y hombres mayores que nos despidieron amablemente. Todos los demás se encontraban haciendo sus tareas. \n\n

    A la salida del poblado, sí que encontramos a niños y adultos metidos entre los campos y todos nos saludamos con las manos, nos despedimos. \n\n

    Emprendimos el camino recordando el día anterior. Al principio parloteamos y comentamos la noche, las estrellas fugaces, los niños y mayores que habíamos conocido, después, el silencio llegó para recorrer cada uno su propio camino entre el camino de tierra y extraer sus propios conclusiones. Las primeras horas del día siempre me gusta caminar en silencio, a mi ritmo y sólo charlar en las paradas. Las últimas horas del trayecto, después de un día de caminata, es cuando me gusta cantar y charlar y reír y vocifererar para conseguir ánimos y llegar al lugar donde pernoctar. Siempre me ha gustado así. No llevo muy bien lo de estar caminando y charlando todo el día, y mira que yo hablo, pero tengo momentos en los que me quedo callada completamente, por diferentes motivos, hasta parecer autista, y otros , que gano tiempo por todo lo no dicho antes. Desde pequeña me pasa eso, por timidez, por inseguridad, otras veces, porque sueño, porque me relaja. \n\n

    Mientras seguíamos caminando sobre la tierra roja, admirando las paredes de la falla de Bandiágara a nuestro lado y la extensión de los campos de mijo, el cielo se empezó a nublar hasta tornarse completamente negro. Insistimos un rato en caminar bajo la lluvia, pero Zuma, nos recomendó que era mejor parar. Un fuerte aguacero iba a caer. De repente ¡¡¡Aire!! ¡¡viento!! empezó a agitar nuestro pelo, a acariciar nuestros brazos, las nubes se sentían encima. Tres niños y una anciana salieron corriendo de los campos y se refugiaron detrás de una pequeña pared de barro sin apenas techo. Nos sonreían y nosotros a ellos cuando nos veían mirar la lluvia que caía con ojos de niños. Siempre me ha gustado ver llover en el campo. Nosotros corrimos con ellos. Pero al lado vimos un pequeño establo vacío y fuimos allí todos juntos. En el momento en que todos apelotonados estábamos allí, el agua empezó a caer furiosamente. Allí nos preguntamos los nombres, de dónde éramos, qué tal estábamos, preguntas siempre necesarias y que los pequeños siempre te hacen. La señora intentó hablarnos pero no la comprendíamos. Zuma y Ado hablaron con ella y tradujeron un poco. Tenía una herida abierta en el pie desde hacía varios días. Preguntaba si teníamos algo para curarla. Algunos de nosotros habíamos dejado parte del botiquín en las enormes mochilas que habíamos ahora estaban el coche con Buba y Pierre, pero algunos de los compañeros sí que habían llevado varias cosas. Intentaron desinfectar un poco la herida y vendársela de alguna manera. Le dieron instrucciones, pero la señora no entendía. Zuma y Ado volvieron a traducir. Los niños miraban con interés aquellas curas. La señora, sonriente y apoyada en la pared agradeció aquel gesto. Sabíamos que a las pocas horas se le volvería a infectar, cuando descaza, volviese a trabajar en el campo. \n\n

    Preguntamos por médicos, asistencia médica en aquellas localidades tan aisladas. Ado decía que cada cierto tiempo pasaban a visitar, pero que era un bien escaso la asistencia médica y acceso a equipo básico de medicinas o materiales de cura. Yo recordaba la primera farmacia que vi tan bien equipada hacía días atrás. Recordaba la farmacia 24 horas de mi ciudad. \n\n

    La mujer sujetaba la gasa sobre su pie y miraba sonriente nuestras conversaciones, nuestra manera de hablar. Como el agua arreciaba, le pedimos a los gallegos que nos cantaran de nuevo. Nos habíamos quedado asombrados la noche anterior. Allí metidos en aquel diminuto establo, todos de pie y apoyados en sus muros escuchamos y admiramos las voces emocionadas de aquellos dos cantantes. Todos, niños y anciana escuchamos en silencio y mirándonos con sonrisas. Luego pedimos que la señora cantase algo, y entre risas y vergüenza nos cantó. Después pedimos que todos cantasen o bailasen algo. \n\n

    Algunos compañeros de viaje nos cantaron y bailaron música popular de sus regiones. Los niños también nos bailaron y les seguimos en su danza, ante sus risas. \n\n

    Algunos no bailaban ni cantaban, los más vergonzosos. Sólo miraban con cara de niños y sonreían y reían. Nos volvimos a quedar en silencio, pero con el alma empapada de emociones y todavía húmeda por el agua que no dejaba de caer. Entonces el gallego nos descubrió otra de sus habilidades. Los trucos de magia. Hacía desaparecer objetos. Nos hizo trucos a mayores y niños, y todos, asombrados y sin explicarnos cómo los hacía, y eso que le hicimos repetirlos mil veces, nos quedamos con la boca abierta. Los niños y mayores y anciana nos reíamos, exagerábamos con los gestos y las manos el asombro en el que estábamos, pero el gallego, no dijo ni mú de sus trucos. Se los guardó, en su silencio y en su voz. Los dos gallegos, personas de poco alardear. Él de mucho reflexionar y sentir, de palabras y momentos justos, de saber reír y reírse con los demás. Ella, cariñosa, muy sentida, habladora y lúdica. Sabía jugar y hacer jugar. Los dos, entrañables y compenetrados. Ese era el último día que íbamos a pasar con ellos. \n\n

    Nos acompañarían hasta el siguiente pueblo. Nos acompañarían en la travesía por las antiguas poblaciones Tellem y Dogón. Nos acompañarían la última noche, en la que no cantaron, pero nos mantuvieron a todos en vilo con un juego, donde las risas y una melodía repetitiva y machacona nos haría reír hasta el último día del viaje, hasta incluso, casi seguro, después del viaje. \n\n

    Elly, un abrazo y te sigo escribiendo después. \n\n

    tu amiga, Julia. \n\nPd. Me ha entrado un sopor increíble. Voy a apoyar mi cabeza y brazos sobre la mesa, y como hacen mis compañeros, voy a echar una pequeña siesta. Esta noche te sigo escribiendo. Mañana por la mañana salimos en pinaza a recorrer durante dos días el río Níger. Esta noche hablaré con Jorge y María. Seguro que me van a contar muchas cosas de su viaje por Cabárceno. A Jorge le encantan los animales. Su pasión desde pequeño, y María, ya se ha tragado toda la colección de Vida Animal. Él le cuenta todo de manera muy sencilla, con una gran sensibilidad y respeto hacia el mundo animal, a veces, cuando le hierve la sangre y la cabeza, no con tanta sensibilidad hacia el humano ;) sin quitar ni añadir nada, como se lo contaba a su madre, mujer que poco entendía de la vida en la naturaleza, pero que sabía mucho de la subsistencia en la sociedad que le tocó vivir. María, desde siempre, le ha escuchado y le ha interesado y entusiasmado. Espero que también escuche mis historias por el lado humano, sin quitar ni añadir nada, y que le interesen y le entusiasmen, sabiendo lo que es, sabiendo lo que hubo, lo que hay y puede haber. \n\n\n\nYo pisaré las calles nuevamente/ Pablo Milanés\n\n\n \n\nSilvio Rodriguez y Pablo Milanes - Yolanda\n\n \n\n\nJoaquin Sabina - Y nos dieron las diez\n \n\nSi yo tuviera una escoba ;;))\n\n \n\nLa muralla\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2008-10-29 21:29:15
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