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    Nos acercamos hasta este centro comercial para comprar unas zapatillas pues las botas se encontraban caladas hasta la suela después del gran diluvio que cayó el primer día y del que tuvimos que salir con el agua por los muslos. \n\n

    El problema no fue tanto por el agua que cayó sino por la infraestructura de ciertos barrios. A mí las botas no se me secaron hasta pasada la semana. Pero lo que ha tardado realmente en secarse es el recuerdo de aquel momento y todo lo que vi, todo lo que intuí, todo lo que pude imaginar en ese momento. \n\n

    Llegamos de noche, después de haber recorrido parte del centro de la ciudad y el Mercado do Peixe. Este centro comercial estaba frecuentado por mozambiqueños e indios. La presencia del capital indio o de grandes magnates tipo Bachir o Hagakhan, se puede ver en sus centros comerciales y hoteles de super lujo. En Tanzania, Hagakhan, posee hoteles desmesurados, en su mayoría para occidentales. \n\n

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    Paseamos por este centro comercial y sus varias plantas. El exterior animado por música y jóvenes mozambiqueños que pasaban el domingo en el cine, de compras o de refrescos. Familias indias visitaban también el lugar. Había tiendas de marca con precios desorbitados como los de aquí, pero allí. Tiendas de lujo, donde ni siquiera en mi propia ciudad entro a comprar. Nunca me han gustado los centros comerciales. Nunca entendí el echar la tarde paseando y consumiendo en ellos. En Estados Unidos, en las ciudades de medio pelo, me vi en la necesidad de visitarlos para echar la tarde, pues nada más había que hacer allí a la hora de sentirse entre la gente. Se entraba como en un parque de atracciones antes de dirigirse al cine. Simplemente por salud mental para ver y “socializar” o ver por lo menos gente junta paseando, aunque fuese entre pasillos y luces artificiales. ¡¡Qué dolor de cabeza y sensación extraña me acabó provocando entrar en estos centros cerrados!!!! Se danzaba por sus tiendas, se toqueteaba todo y se olía todo tipo de ambientadores, te probabas todo. En las tiendas de bajo coste, podías sufrir crisis consumista de quererse llevar todo, sobre todo, con la ropita, por lo que de pequeños nos encantaba disfrazarnos. Te sentabas en todos los sillones de masaje y jugabas con todos los cacharritos. Se pasaba bien, pues era de las pocas distracciones y curiosidades, pero poco o nada se compraba. Quizá un café, unas risas, y ya está. Desde que me fui de allí no he vuelto a practicar esta actividad. Ni nunca antes la había practicado, por hastío y tristeza. \n\n

    Finalmente entramos en una tienda de ropa donde adquirimos unas lindas bambas para continuar el viaje, y una fina camiseta de algodón para el frío con el que no contábamos. \n\n

    La población india poco se ha juntado con la autóctona. Colegios y residencias propias dicen que tienen. Este centro comercial de luces de neón era enorme, al estilo europeo-americano, con tiendas de precios carísimos. \n\n

    El resto de lo que pude ver en el país, entre pueblito y pueblito, fueron sus casitas de adobe, techos de cañizo, luz entre brasas, calor alrededor de una fogata, ropa de segunda mano, remendada, escasez de alimentos, falta de agua potable, niños escolarizados, que todas las mañanas, a pie, caminaban kilómetros para ir al colegio, con sus pesadas mochilas y azaditas, pescadores que cada mañana empujaban su barca al mar, arrimando sus hombros y sus brazos, mujeres que sobre sus espaldas y cabeza soportaban grandes cargas y carencias. Gente que al pasar te miraba sonriente, amablemente, con orgullo, con risas, con picardía, sin indiferencia, con humildad, altivos. Con necesidad y sueños de vivir sin pasar penurias. \n\n

    Ojalá que desde estos países y en nuestros países aprendamos que la modernidad no es hacer la vida en torno al centro comercial bajo las luces de neón. Ojalá la modernidad sea alcanzar el respeto y amor humano para todos, mujeres, niños y hombres. \n\n

    Pero claro, esto, no se compra en una tienda y menos en un centro comercial. Es más fácil que el camión de la coca-cola llegue a todas partes, como bien apuntaba la excelente película “Hombres armados” y embriague con sus burbujas, y que se embolsen en los bolsillos, los de siempre o los de turno, enormes ganancias jugando con los sueños de la gente. Que realmente modernizar un país o nuestras sociedades, sea desde el respeto hacia todos, hacia todo, donde impere la verdadera libertad de ser, pensar, hacer y estar, y no, la libertad de consumir, aparentar o adquirir y tener, mientras dinero tengas, causando las injusticias, desigualdades, odios, guerras y lobotomizaciones pertinentes. \n\n

    Crear este sistema es África, es duro, muy duro. \n\n

    Renta básica para todos. Respeto para todos. Modernizar la sociedad, las sociedades, con el cambio de mentalidades donde el respeto y la igualdad, impere ante todo. \n\nQue luego consuma el que quiera lo que quiera con cabeza y sentimiento. Pero primero, las necesidades básicas cubiertas para todos y una buena educación en saber lo que es consumir y vivir y amar el planeta y los seres que en él vivimos. \n\n

    Ojalá el hombre humano del futuro, llegue pronto a nuestras sociedades., a todas nuestras sociedades, para poder todos juntos, disfrutar y ayudarnos a disfrutar, en nuestras vidas presentes, y dejar un mundo y unas sociedades por disfrutar a todos los que vienen en el futuro. \n\n

    Mientras, soñemos y hagamos, como desde el cine soñando, haciendo se hace; como desde la realidad, haciendo, se va soñando. Y hagamos un mundo de sueños y acciones donde todos seamos protagonistas de nuestras vidas. \n\n\n \n\n\n\n \n\n\n

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