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  • A través de la llanura sin fin (28) \n\n

    Aquella mañana pesaba bajo el sol abrasador. Lucía se levantó pero su cabeza sentía un dolor imposible. Intentó tomar un poco de café y se sentó en una de las mecedoras del porche. Aunque su cabeza y corazón le dolían, su alma estaba en paz después de la conversación que mantuvo la noche anterior con Hans. Se sentía un tanto avergonzada, pero renovada en el nuevo día. \n\n

    La tarde anterior la habían pasado hablando de la cooperativa, de sus amigos allí. Lucía ponía al día a Hans de algunas cosas, como que Tunda había marchado al extranjero y había dejado a Neyare allí. Que Neyare estaba apesadumbrada, pero que seguía trabajando día y noche, pensando en Tunda, y en Sabo, su hermano. Los dos hombres de su vida que habían partido al extranjero buscando un sueño. De Sabo nada se sabía desde hacía años, y de Tunda, que había partido hacía dos semanas tampoco. \n\n

    - ¡¡¡Estos chicos!! Son tan jóvenes. Son tan idealistas. Piensan que la vida es ya. y que nada les puede vencer, que nada malo les puede pasar, que nada malo les pueden hacer. Por eso son jóvenes. Como cuando todos hemos sido jóvenes y apasionados. Esta publicidad que los tiene engañados. Tendrías que ver con que cara de satisfacción los jóvenes de la aldea exhiben sus móviles, sus relojes o sus deportivas. Han olvidado que ellos valen muchísimo más que todo eso. Que no se puede medir ni comparar su humanidad con esos aparatos. Hay otros jóvenes que van marchando por buscar ese sueño al verse sumidos en un día a día durísimo y lleno de penurias económicas y vitales, sin futuro, y que quieren prosperar para ellos y sus familias. Fíjate Tunda, con las posibilidades que tenía aquí. Iba a ir a la universidad, posiblemente le hubiesen concedido una beca para ampliar estudios. Ya sabemos que luego aquí lo tienen difícil, porque no los emplean para desarrollar el propio país. Ganan más dinero realizando otro tipo de trabajos o saliendo al extranjero pero... Con lo que él amaba su tierra, a Neyare con la que tantos sueños tenía, pues hombre atípico era, y apoyarla en todas sus ilusiones y proponiéndole nuevos sueños la animaba a ella a emanciparse de todo y de todos, ¡¡cuánto la quería!! todo el trabajo que aquí en la comunidad se estaba haciendo y tan orgulloso estaba. Y se nos fue, se nos fue, harto de que las cosas no fueran más rápido, harto de que le tomasen el pelo. Pero ese chico volverá, volverá. \n\n

    \n\n

    Hans la había escuchado en silencio, y su rostro cada segundo que iba pasando se iba ensombreciendo. \n\n

    Cuando Lucía terminó de hablar, él se le quedó mirando pensativo, dudando. \n\n

    - Lucía, hace dos días recibí una carta certificada. \n\n

    - ¿Una carta certificada? ¿De dónde? ¿De qué? ¿De quién?\n\n

    - De Tumba. Era una carta sobre Tunda. \n\n

    Le contestó Hans con la voz entrecortada. \n\n

    - ¿¡¡De Tunda??!!! Exclamó de la emoción Lucía. ¿Cómo no has avisado a Neyare? ¿Cómo no nos has avisado?\n\n

    Pero paró de hacer preguntas al comprender que algo nefasto había ocurrido al sentir el rostro y la voz apagada de Hans. \n\n

    - Tunda nunca llegó. Mandaron una carta de la embajada junto a su documentación que llevaba guardada en una bolsita hermética. Tunda, se ahogó. \n\n

    Lucía se quedó petrificada. Llevaba apenas un tiempo allí viviendo. Había visto penurias, luchas contra la enfermedad y la pobreza, siempre luchas del día a día con todo lo que implicaba, pero había visto salir a la gente adelante, a los niños adelante. En la aldea toda la gente se esmeraba en eso. Luchaba, hacía por vivir una vida digna y plena, todos juntos, y lo estaban consiguiendo, poco a poco, consiguiéndolo y disfrutándolo día a día enormemente y mejorándolo. Luchando por lo que era suyo y celebrando el día a día. \n\n

    Tunda había muerto. Su hermosa sonrisa perecía bajo las aguas. Y Lucía se desvaneció en un llanto que no podía parar. Hans la cogió de las manos, la abrazó, la arropó, pero Lucía no podía parar. \n\n

    Se levantó bruscamente de la mesa y se metió en el baño. Allí lloró y lloró de dolor, expulsó todo el dolor de su alma. Lloraba con un dolor y opresión en el pecho por el joven Tunda, todo lleno de vida, una vida apagada por un naufragio de la humanidad. Y sentía un dolor inmenso mezclado de rabia y una pena inconmensurable. Lloraba por Neyare, por el dolor que iba a sentir cuando supiese la noticia y por su soledad, y terminó llorando por ella misma, por su vida que a veces le dolía, que a veces se ensombrecía a través de los pensamientos y sentimientos, y sintió vergüenza, un rechazo absoluto hacia sus propias penas sentimentales, vitales y existenciales. \n\n

    Cuando salió del baño y encontró a Tomás, sintió vergüenza y a la vez una ternura inmensa ante su preocupación. Joven que estaba despertando a la vida. \n\n

    Cuando se reunió de nuevo con Hans se calmó, pero sus lágrimas no podían parar de brotar y le contó todos sus miedos, todas sus penas y sus nostalgias por lo perdido o lo que nunca fue, y lo avergonzada que por ello estaba. \n\n

    Hans la arropó entre sus brazos, y también lloró por Tunda, y por sus recuerdos tristes que guardaba de otra vida que naufragó en diferentes circunstancias. \n\n

    Y los dos se quedaron abrazados y en silencio, sin saber qué decir, alrededor de una mesa vacía, ante una carta mecanografiada, donde un nombre y apellido y una fecha y lugar, informaba del fallecimiento del joven Tunda. \n\n

    \n\n

    - Uno tiene que estar unido a uno mismo. Tú, Lucía, te tienes. Yo, me tengo. Tú y yo nos tenemos y posiblemente estemos unidos a muchos más. Eso es lo importante. No tengas miedo a ser, no tengas pena por lo que fue o podría haber sido o podría ser. Sé, y vive. Recuerda y sueña, pero vive contigo a tu lado, al lado de los demás. Y si tienes ganas de llorar, llora, pero no te olvides de las cosas, no te olvides de la vida, de tu vida y sigue sonriendo a la vida y no dejemos que nadie ni nada nos mate las ganas de vivir. Muchos de los que no están, así nos lo dicen y nos lo enseñaron. \n\n

    Le dijo Hans sonriéndole. Y la cogió entre sus brazos y la estrechó contra sí y la besó en la cabeza, en los ojos, en las mejillas. \n\n

    Y de esa manera la noche abrazó a todos los que allí eran, estaban, dormían, soñaban, y se levantaron al día siguiente, siendo ellos, con sus gestos cotidianos de buen o mal humor, y sonrisas, y se pusieron un nuevo día en marcha. Un día más que disfrutaron, compartieron, estuvieron, fueron e hicieron, llevando en su corazón y luchando con la energía de todos los que se fueron, de todo lo que se fue, pero su energía seguía cantando en el viento. Susurros y cantos de todos los que fueron y estuvieron. \n\n

    Todos los niños y Tomás, buscaron la carta que había volado del diario de Julie por los alrededores del albergue. No la encontraron, pero Tomás le dijo que no se preocupase. Que era bueno que las palabras volasen con el viento, para llegar lejos y ser escuchadas. Le dijo que cuando llegasen de nuevo a la aldea, escribiese de nuevo la carta con Sasa. Que él, además, también tenía muchas cosas que aportar. Julie lo miró y sonrió. Y así lo pactaron. \n\n

    Aquella mañana salieron al parque. Vieron hipopótamos que en el agua juegan y a la tierra se asoman. Y los niños disfrutaron con ese juego y con los hipopótamos que tanto les alegraban. \n\n

    Por la noche, llegaron la pareja de viajeros. Cenaron todos juntos. Todos los que en el albergue estaban y eran. Y fue una velada inolvidablemente hermosa para todos ellos. Un hermoso día en su vida, en la vida de todos los guardas, de los viajeros, de Hans, Hugo y Lucía. De los cuatro niños, compartiendo sus penas y sus alegrías. \n\n

    En la aldea, Neyare andaba preocupada por un casamiento que no deseaba, pero mayor se estaba haciendo, y no tenía familia. Estaba ella sola y allí una mujer sola no era nada. Lucía también era una mujer sola, ya mayor para algunas cosas que de una mujer se esperaba, pero Lucía venía de otro mundo, y allí en la aldea, aunque la respetaban, no entendían cómo nunca se había casado ni había tenido hijos. Cosas de los blancos de allá, decían todos. Tienen otra forma de ser. "¡¡Cuántos hombres y mujeres solos!! Les decían a los blancos que por allí pasaban. Lucía siempre les decía a veces entre sonrisas, cuando bromas le gastaban sobre el tema, a veces con la mirada húmeda por la nostalgia y la melancolía “En estas cosas del amor, la vida no se puede forzar. Las cosas te vienen como te vienen y hay que seguir en la vida. Muchos somos y estamos ya en este planeta, mayores y pequeños, y muchos se van antes de tiempo. Navegar tenemos que navegar entre todos, y por todos remando, con nuestra energía y con la de los que se fueron o ahora no están, pero su energía dejaron ” Para Neyare, su familia era la gente de la aldea, pero mujer sola seguía siendo. Ella esperaba a Tunda, que siempre le dijo que tanto si se casaban como si no, quería que como mujer siguiese creciendo, siguiesen creciendo los dos juntos. Pero Tunda se había marchado. \n\n

    Sasa, andaba preocupada porque su marido seguía sin trabajo y el niño enfermito no mejoraba su estado de salud. Nadie sabía qué más hacer y todas sus esperanzas se iban en los cantos de su madre que lo acunaba. \n\n

    Julius, estaba contento, pues le habían mandado un comunicado desde la embajada para marchar a estudiar a Europa, pero preocupado estaba. No quería dejar la aldea en ese momento en el que estaban creciendo todos juntos tanto. \n\n

    Los hombres del gobierno, seguían sin darles ninguna contestación a su proyecto e iniciativa.\n\n

    En medio de la llanura, un sobre anaranjado y verde, revoloteaba con el viento. \n\n\n\n\n \n\n \n\n \n\n\n\n

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  • 2009-07-13 14:41:59
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