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  • El señor Ruso decidió que debía trasladar a los animales a un nuevo gallinero, y sin contar con ellos arreglo su caseta lejos de la vivienda familiar y allí los puso, indiferente a las piadas y a los gruñidos de los inquilinos. Con ese pequeño cambio ganaba tranquilidad y sosiego, aunque la gallina Gina dijera con solemnidad que no estaba de acuerdo con la mudanza y que los tiempos anteriores eran mejores, sus once hermanas estuvieron de acuerdo, el gallo ni pió, el pavo se hizo el interesante y el cerdo gruño un poco pero enseguida se calmo.\n\nY así pasaron los días y vino el verano y después el otoño y una tarde que estaba tormentosa las gallinas y demás compañeros entraron en su residencia, que mañana tenemos que madrugar, dijo el gallo, la gallina Gina como siempre y dado que tenia el sueño cambiado entraría media hora mas tarde aprovechando así los últimos rayos de sol que se asomaban entre las nubes de la amenazadora tarde de tormenta que se avecinaba. La primera gota de agua la impacto de lleno en el pico, sacudió la cabeza y con cierta designación decidió emprender el camino de su palo preferido para dormir, se giró, y en ese momento un rayo horroroso cayó en todo lo alto de la caseta, del impacto se cayó de espaldas, enseguida se recompuso y pudo ver como sus hermanas salían todas chamuscadas echando humo y corriendo y a veces volando se alejaban como si hubieran visto al diablo, dispersándose por todos los sitios. Algunas aparecieron casi en la frontera, medio desplumadas, otras decidieron no volver a aquella caseta peligrosa y emigraron para España.\n\nHabía pasado ya un mes y el señor Ruso que había traído otras seis gallinas, había hablado de poner un pararrayos, pero el tiempo pasaba y nada, y todos los habitantes estaban muy enfadados con él.\n\nLa tarde estaba lluviosa y todos estaban dentro al abrigo del agua, en la lejanía se oían los truenos de una tormenta que se aproximaba, al poco tiempo ya la tenían encima y todos estaban quietos esperando lo peor y claro, ocurrió. Un rayo cayó, como una bomba, ilumino y atronó la caseta abriendo la puerta y la ventana y llenando de humo toda la estancia. Todos salieron corriendo como pudieron, el cerdo no sabia si iba o venia, y gruñía como si le fueran a asar vivo, el pavo, siempre tan comedido salio despavorido, el perro guardián se escondió en la cueva del zorro y las gallinas se fueron todas corriendo a la casa del amo, la ultima en salir fue la gallina Gina, había que verla, toda chamuscada y desplumada parecía un pollo medio asado. Estaba aun un poco confusa cuando consiguió llegar con las demás compañeras e inmediatamente convoco una reunión de urgencia con una orden del día: tratar del asunto del pararrayos.\n\nGina tomo la palabra y haciendo un resumen previo hizo una propuesta: dejarían de poner huevos hasta que no tuvieran el pararrayos instalado, la votación seria por grupos, las gallinas estuvieron de acuerdo todas, menos la sorda. El pavo dijo que su única angustia era cuando llegase la Navidad. El cerdo gruño un poco pero acabo solidarizandose, y el perro dijo que las apoyaría si la gallina gina aprendía su idioma y así el podría irse con una perrita que conocía mientras ella ladraba de vez en cuando para ahuyentar al zorro y que el amo no se diera cuenta de su falta.\n\nY ya todos de acuerdo empezó la huelga, esa noche nadie puso ni un huevo, tampoco tenían donde, al amanecer se acercaron a su caseta y vieron los destrozos, y en eso estaban cuando vieron acercarse al señor Ruso todo pensativo. Tengo que arreglar la puerta y poner un pararrayos le oyó la gallina Gina decir. Luego regreso a la llamada de su mujer para el desayuno.\n\nEn eso el perro se acerco y la dijo, "cuando quieras empezamos las clases", "ahorita mismo" confirmo la gallina Gina, y en menos de un rato nuestra amiga Gina hablaba perfectamente su segundo idioma. "Entonces me voy" dijo el perro, "que me están esperando". Por la tarde el señor Ruso arreglo la puerta, pero del pararrayos nada, seguirían con la huelga.\n\nDespués de ladrar un par de veces por la noche, cumpliendo el acuerdo, la gallina Gina oyó la tos del señor Ruso y vio como la puerta se abría. El entro y miro en los ponederos, no había ningún huevo, se encogió de hombros, saco la escalera y la recosto contra la pared de atrás de la caseta, cogió unos hierros y un cable y en un pis pas instalo el dichoso pararrayos, y todo el mundo quedo contento. Gina convoco una reunión urgente y se aprobó desconvocar la huelga, tendrían que recuperar la producción perdida como prenda de buena voluntad, y además todas estaban que no podían aguantar mas. "Todos al trabajo", dijo la gallina Gina.\n\nY rápidamente se fue a ocupar el mejor sitio cerca de la puerta y lejos del cerdo, enseguida puso un precioso huevo y dejo sitio a la sorda. El pavo como no sabia poner huevos hizo solamente el simulacro, el perro que estaba a lo suyo, aun no había regresado y el cerdo pensó que esta vez conseguiría poner un huevo y apretó, apretó tanto que todo lo que tenia guardado por la huelga salio disparado dejando toda la caseta apestada y a todas las gallinas espantadas, escapando de aquel rayo fétido. El pavo, prudente, salio con toda tranquilidad por la ventana, y el cerdo todo dolido dijo "tampoco es para tanto" y haciendo un mohín se rebozo como solo el sabia hacerlo.\n\n\n\n\n\n
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  • 2008-05-26 15:11:46
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  • CUENTOS DE MALCATA 2 La gallina Gina
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