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    Pronto el personaje que era la viva estampa de ZP, desaparecería del furgón blindado. Dos mujeres, que de no haber sido por sus indumentarias blancas, podrían haber pasado por dos amazonas, de aquellas que mataban a los hombres cuando ya no los necesitaban, entraron en el vehículo y cada una aferró un brazo del pobre ZP, el cual antes de salir me dedicó un guiño buscando en mí, quizás, la complicidad. Pero yo, como buen reportero lo tengo que poner todo por escrito, así que nada de complicidades que para complicidad ya tuvimos, y tenemos bastante con lo de la chapuza de la transición española, que a todos nos la colaron doblada, al menos a los que sufrimos por ser contrarios al fascismo. Pero esa es otra partida y otra película, ahora sigo con el momento en que ZP es sacado en volandas por aquellas dos bellezas robustas. El furgón quedó en el más absoluto silencio, ya que yo no tengo ese defecto de hablar en voz alta como es común en otros hombres. Solo yo y mi pensamiento. ¡Qué bonito “Bienvenido, Mister Marshall”! Estando yo en estos pensamientos oí que alguien se acercaba al coche blindado en el que me encontraba por haber querido entrevistar a la primera dama de “Estardosunidos”. Guardé, todavía más, si cabe, silencio, un silencio sepulcral se podía respirar, suponiendo que el silencio sea respirable.\n\n

    Se abrió la puerta y entraron dos soldados tocados con sendos cascos azules en los que resaltaban tres letras en blanco: ONU. Traían escoltado a un tipo, más bien bajito, con una cara entre divertida y como de estar estreñido, lucía barba, pero no una barba frondosa, sino más bien rala, al menos la traía bien recortada, sus ojillos de ratón travieso me miraron enseguida que se acostumbraron a la penumbra en la que permanecía el furgón. Y sin venir a cuento me saludó haciendo la señal de victoria con los dedos de la mano derecha, y luego los cerró sobre la palma de su mano y alargó el brazo con el puño en alto y dijo algo que no entendí.\n\n

    Los dos soldados salieron una vez hubieron depositado a su reo a bien recaudo en aquella improvisada cárcel. Yo me quedé observando al recién llegado, o estaba soñando o aquel tipo no era otro que el mismo presidente de Irán, el señor Mahmud Ahmadinejad, al que no se le permite que juegue con esas cosas tan peligrosas que son las armas nucleares.\n\n

    -¿Sabe usted qué es lo que Estados Unidos y sus socios quieren?- me pregunta en un castellano más que aceptable.\n\n

    -¡Hombre! Así al pronto, algo me suena, pero como me he cansado de decirlo y de que no me hagan caso, pues no digo nada, ya ve usted- me detuve y no pude evitar hacerle la pregunta por más idiota que pudiera parecer- ¿realmente es usted el presidente Irán, el señor Mahmud Ahmadinejad.\n\n

    -El mismo, ya me ve.\n\n

    Como no podía creerlo insistí con otra pregunta:- pero, ¿qué hace usted en el aeropuerto de Málaga, detenido en un furgón blindado?\n\n

    -El mundo es incomprensible, y además me tacha de loco y botarate porque quiero apostar en la energía nuclear, no fabrico armas nucleares, no, yo no, ellos sí…- se quedó pensativo y cerrando los ojos siguió-. El caso es que yo me encontraba aquí precisamente hoy, por aquello de las casualidades, quiero decir porque dios así lo ha querido, es el destino del hombre. El caso es que mi esposa, la primera dama de Irán, ha decido pasar unas vacaciones en Marbella, y hoy tenía que venir a encontrarme con ella, con la mala suerte de que he coincidido con la llegada la señora (de mi contrincante número dos), a la que le guardo todos mis respetos, pero ellos, los de seguridad han creído que mi presencia aquí era por otro motivo, y es evidente que se equivocan. \n\n

    -¿Y venía usted solo?- vuelvo a la carga porque mi escepticismo no me deja creer que este tipo sea quien pretende que yo crea que es.\n\n

    -No, pero a los otros se los han llevado a todos en un autobús para Algeciras desde donde dicen que los van a enviar a Marruecos en patera, y no sé qué tienen que ver ni las pateras ni Marruecos en esta historia.\n\n

    -No, la verdad es que más bien parece una historia absurda…\n\n

    -¿Y no es absurdo el mundo?, ¿no es injusto el mundo? A mí y a mi país no nos dejan evolucionar, desarrollarnos como ellos, pero todo el transfondo de la cuestión es que quieren el control de todos los recursos energéticos que hay en la región, y ahí entra Irán. ¿Lo va pillando?- termina con esta pregunta su alocución. Suenan pasos en el exterior. Se abre la puerta y entra un hombre que parece uno de los personajes del libro “Kafka en la orilla” del japonés Haruki Murakami, y que imita al legendario personaje que Johnny Walker usa como emblema de su güisqui.\n\n

    -Bienvenido, Mister Marshall- dice con acento de escocés. Se dirige hacia donde estoy sentado. Me tiende su mano y me invita a salir de allí-. Señor ya ha dejado de llover, ranas; podemos irnos a la taberna, tenemos una cita con Dylan Thomas, ¿lo había olvidado?\n\n

    -No, no lo he olvidado, pero desde que llueven ranas pasan cosas muy raras en el mundo- digo levantándome del asiento.\n\n

    -Y que lo diga, este mundo está al revés- arguye el que dice ser el presidente de Irán y que tiene al mundo, según la prensa oficial, acojonado vivo, con la amenaza de un guerra nuclear, ¿resultará al final como con lo de las armas química de Irak?\n\n

    Se despide haciendo de nuevo el signo de la victoria, mi Johnny Walker y yo nos vamos a ver a mi gran amigo Dylan. Total de todos modos el mundo seguirá al revés.\n\n

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  • 2010-08-12 12:22:57
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  • ¡A lo grande qué más da! Segunda parte
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