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  • Chijin (旗津), originalmente llamado Chihou, es un distrito de la ciudad. Aunque tiene características muy especiales. Chijin es una isla delgada (se puede cruzar transversalmente, a pie, en tres minutos), que se encuentra en la parte occidental de Kaohsiung, Y que sirve como un rompeolas natural para el puerto. Aunque esta breve descripción no es justa con este distrito. Es mucho más que esto, y en este escrito voy a tratar de que lo disfrutéis conmigo, para sacarle todo su jugo.\n\n

    Fue durante años competidora de Kaohsiung, ya que era independiente. La mayoría de sus habitantes son empleados por la industria naviera. Y por supuesto, también se dedican a la pesca menor, en todas sus variantes.\n\n

    Para poder ir hasta allí desde el centro de la ciudad, existen dos posibilidades. Una es en coche, por el túnel subterráneo que hay en uno de sus extremos. Y la otra en ferry, que se coge en el puerto de Kaohsiung. Esta segunda opción es la más peculiar. Los ferrys tienen una frecuencia de diez minutos, y muchos de los habitantes de la ciudad utilizan este transporte para pasar a la isla. \n\n

    Yo me atrevería, incluso, a decir que esta última opción es la más popular. Muchos lo hacen con sus motos. Con lo cual tanto la llegada como la salida del ferry es un hervidero de personas y ciclomotores, con ese desorden ordenado que tienen los taiwaneses. Es como una salida de formula 1, pero con peatones de por medio. Y viviéndolo desde la piel de estos últimos. Reconozco, que he pasado miedo de ser atropellada por los vehículos de dos ruedas.\n\n

    Cuesta sólo 15 TWD, unos 30 céntimos de €uro. Y el trayecto son unos cinco minutos. Las vistas desde el barco, si se puede llamar así, porque algunos de ellos han olvidado sus mejores tiempos, son increíbles. Las dimensiones del puerto se aprecian a la perfección. Y el paisaje urbano, presidido con el rascacielos del que os hablé la semana pasada, se ve desde otra perspectiva.\n\n

    Una vez llegas allí, comienza de nuevo la guerra de motos y personas por salir a las calles de la isla.\n\n

    Nada más bajar, se puede oler la esencia del mar en todos sus rincones. En las barcas amarradas en el muelle, en los rostros de los hombres, resecos por las inclemencias del tiempo, en las redes y aperos de pesca recogidos esperando a volver utilizados, y en todos los puestos y restaurantes de sus calles. \n\n

    Pero cuando sales de la estación te encuentras con un vehículo curioso. Chijin es uno de los pocos sitios de Taiwán, donde todavía se puede ir en estos medios de transporte, se llaman rickshaw. Conducido por un hombre, generalmente. A veces, incluso, vestido con el traje tradicional chino. En algún sitio he leído que le llaman también tricitaxi, y me ha parecido una definición muy acertada. \n\n

    Estos peculiares taxistas se disponen en fila, para ofrecer sus servicios a todo aquel que pase a su lado. En mi caso, como ya os he dicho en otras ocasiones, no hace falta ni que abra la boca. Desde lejos saben que soy extranjera y se acercan con una rapidez pasmosa. \n\n

    Pero yo soy muy andarina, y me gusta disfrutar de un buen paseo. Además esto de que la tracción, del vehículo que me transporte, sea humana, no lo llevo muy bien. Cuestión de gustos. \n\n

    Normalmente estos carros tienen capacidad para dos personas y el conductor. Pero por ahorrase algo de dinero, algunos pasajeros deciden aumentar el número, y he visto hasta tres montados atrás. Que queréis que os diga??? Bueno, mejor no voy a emitir ninguna opinión, cada uno que haga lo que quiera. Aunque tengo que decir que para el “taxista” esto supone un esfuerzo extra.\n\n

    Cuando los vi la primera vez, me vino a la memoria una peli, que vi hace años. No recuerdo muy bien, pero creo que era “La Ciudad de la Alegría”. En ella se describía la vida de los conductores de estos “taxis”, pero creo que estaba ubicada en La India. Tengo que mirarlo. Igual vuelvo a verla.\n\n

    Sí, ya sé, que en los últimos años, en muchas ciudades del mundo existen estos medios de transporte limpios, y me parece una idea genial. Aunque los que he visto en otras ciudades son diseños futuristas. Seguramente este transporte alternativo-ecológico se convertirá todo un fenómeno mundial, no lo dudo, pero yo sigo prefiriendo ir a pie. Existen en ciudades como Frankfurt, Berlín, Barcelona, Donostia, Düsseldorf, München, Londres, Ámsterdam, New York, o Viena, por citar algunos. Poco a poco se va convirtiendo en un símbolo de modernidad, en esta nueva sociedad que defiende las ciudades con menos polución y contaminación acústica. En estos momentos es una forma de ver las ciudades de una manera diferente, es decir está enfocado principalmente al turismo, tanto aquí como en otras ciudades, como las que he citado antes. Pero quien sabe, tal vez acabe convirtiéndose en un medio de transporte más.\n\n

    Aunque diré que nada tienen que ver los de Chijin con estos modernos de los que acabo de hablaros. \n\n

    Pero el origen de este medio de transporte era muy diferente en sus inicios, sólo tenemos que echar un vistazo al pasado feudal, para entender el motivo de su creación.\n\n

    Su nombre proviene del japonés "jinrikisha”, "jin" significa persona, "riki" fuerza y "sha" carruaje. Es decir carruaje con fuerza humana, o algo así. Para conocer su invención tenemos que transportarnos al Japón de 1869. Donde el reverendo estadounidense Jonathan Scobie creó un vehículo capaz de transportar personas. A Scobie, que era misionero, lo acompañaba su mujer, que sufría una enfermedad que le impedía caminar.\n\n

    Siempre digo, que los inventos surgen de las mentes de los que quieren ser más cómodos, o de los que tienen que salvar algún obstáculo. Y este es uno de esos casos.\n\n

    En aquel momento el desplazamiento de las personas se hacía en palanquín, y suponía un notable esfuerzo para los porteadores. Al reverendo se le ocurrió sustituir el asiento original por otro con dos ruedas, para que fuera más sencillo de llevar. Convirtiéndose en el medio de transporte señorial de la época. Años más tarde, los pies del hombre fueron remplazados por una bicicleta. Y aquí está el bicitaxi o tricitaxi, como prefiráis. \n\n

    En ciudades como Madrid o Barcelona se llaman Trixis. En España a diferencia del resto del mundo, somos muy dados a cambiar los nombres a las cosas. Pero al final es el mismo vehículo.\n\n

    El modelo que he encontrado en el puerto de Chijin, es más o menos este inicial. Sin formas futuristas o ayudas para el conductor.\n\n

    Pero los que he visto en otras ciudades tienen algunas modificaciones más modernas, como asistencia eléctrica para el pedaleo, taxímetro, diseños aerodinámicos o publicidad anunciada.\n\n

    Aunque sigo reconociendo, que para mí no es este tipo de transporte. Yo prefiero ir andando, no me gusta pensar que esa persona está haciendo un esfuerzo físico para llevarme, mientras yo voy tan pancha!!!\n\n

    Ya lo sé, otros podréis pensar, que si no se utilizan, esas personas no tienen como ganarse la vida. Es algo que me repite Félix a menudo, cuando veo algunos trabajos que podrían mejorarse con un poco de modernidad, o que me parece que tienen reminiscencias de otros tiempos de sometimiento.\n\n

    Sea como sea, el caso es que yo prefiero ir caminando, disfrutando de este clima cálido, aunque húmedo, del paisaje, y encontrándome con gente en mi camino.\n\n

    Y por supuesto saludando cada dos pasos, aunque no conozca a nadie. Eso me sigue chocando mucho, porque todo el mundo me hace una reverencia y me saluda con su “Nî hâo”???\n\n

    Me resulta muy curioso, pero a la vez, es una expresión más, de la amabilidad de este pueblo taiwanés. Con el que hasta el día de hoy, no hemos tenido ni un solo problema, sino todo lo contrario. Si tengo que decir algo de los habitantes de esta isla asiática, es que son muy amables, que siempre tratan de entendernos y ayudarnos. Y la sonrisa es una sus armas de seducción más características.\n\n

    Bueno y voy a seguir que me he quedado en la salida del Ferry, dispuesta a seguir con mi caminata por las calles de Chijin. Lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de gente que había por todas partes. Desde grupos de turistas asiático, eso sí. Hasta grupos de estudiantes que iban a comer y a pasar un rato en la playa. Había un gran ambiente, para ser por la mañana y un día entre semana, la primera vez que fui. \n\n

    Pero hemos repetido otros días y el ambiente es el mismo. Puede que sea por el clima o por el carácter de la gente, pero los taiwaneses viven mucho en la calle. \n\n

    Recorrí su calle principal hasta el paseo de la playa. Una playa de arena negra, con muy poca gente. Algo que me sorprendió. Acostumbrada a ver las playas siempre repletas de sombrillas y gente, cuando el tiempo es agradable para ello. Y aquí lo es prácticamente todo el año.\n\n

    Había grupos aislados, pero casi en su totalidad estaba vacía. Me he fijado que la gente, por lo general, tiene la tez clarita, se protegen mucho, para mi gusto en exceso, de los rayos solares. Esta puede ser una de las razones.\n\n

    Pero, cuando me fijé un poco mejor. Me di cuenta, además, que los que estaban en la playa, o bañándose en el mar, estaban vestidos. Los hombres con bañadores largos tipo piratas y camiseta. Y las mujeres con unos bañadores tipo vestiditos. Fue como volver a otra época. \n\n

    Pensar que hace justo un año nos encontrábamos en Brasil. Donde los bañadores, sobre todo femeninos, podrían pasar al rango de hilo dental. Y este verano, también, hemos visto mucho top-less en las playas europeas.\n\n

    Fue una visión extraña para mí. Pero bueno en cada sitio tienen sus costumbres. Es sólo cuestión de acostumbrarse.\n\n

    Decidí que iba a caminar por el paseo que recorre la isla, hasta llegar al parque del viento. Pero por el camino fui parando a comer algo, a tomar una bebida fría, y también en los templos que hay repartidos por toda la isla.\n\n

    En uno de ellos conocía a una niña con síndrome de Down, a la que le hicieron mucha gracia mis facciones. Y me miró, y me miró, hasta que decidió acercarse. Se colgó de mi brazo durante varios minutos y me acariciaba la mano, como se acaricia un juguete nuevo. Cuando su madre, que estaba quemando incienso y realizando sus ofrendas, se dio cuenta. Vino a pedirme disculpas. Pero no era necesario. En ese punto mi nueva amiga y yo, ya estábamos cómodamente sentadas en las escaleras del templo. Sin hablar, claro. Pero lo que es cierto es que tampoco nos hizo falta. La madre que ya había terminado, decidió hacerme un obsequio. Me regaló un amuleto, que llevo conmigo desde entonces. Me dijo que me traería suerte. Y se despidieron las dos con una amplia sonrisa. La pequeña, además, volvió a darme un abrazo enorme, que casi me salta las lágrimas. Es increíble la facilidad, que tienen los niños con este síndrome, para comunicarse sin palabras, y mostrar cariño.\n\n

    Tras lo cual, decidí seguir mi camino hasta el parque del viento, disfrutando de mi paseo, del sol, y de la brisa del mar. Cuando llegué allí, casi me desmayo, el parque no era tan especial como había leído, y a esas horas estaba casi deshidratada. No fue hasta un tiempo más tarde, cuando vi lo especial de este sitio. Un domingo que decidimos ir con el coche, Félix y yo. En las tardes dominicales, la isla está repleta de gente, pero este parque, desierto en mi primera visita. Se encuentra en su máxima expresión. Familias enteras disfrutando de los vientos, con cientos de cometas de colores surcando el cielo, puestos de comida o bebida cada dos pasos. Y risas, muchas risas infantiles. Los pequeños estaban emocionados porque su cometa bailaba y se movía con la alegría del viento costero.\n

    En la isla además hay otras cosas para ver como el faro ChiHou. Que fue construido por técnicos Ingleses durante la dinastía Ching (1883). Aunque se remodeló en 1916 por los japoneses. El faro tiene un papel crucial para los buques desde 1918 durante su navegación nocturna. El edificio en sí, tiene poco más que destacar, pero las vistas de la ciudad y de su puerto, con inmejorables. Siempre que esta nieblilla, de polución permanente lo permita, claro.\n\n

    Otro de los lugares que hay que visitar en la isla es el Templo Tianhou. Construido hace trescientos años, y dedicado a la diosa de los marineros, Matzu. La gente cree que Matzu puede proteger a cada pescador que se hace a la mar. Algo así, como la virgen del Carmen, salvando las distancias, claro. Este templo es considerado como el más antiguo en Kaohsiung.\n\n

    Otro lugar de obligatoria visita, para conocer los tesoros de la isla, es el Fuerte ChiHou diseñado por un ingeniero Inglés. El fuerte se convirtió en una base militar, posteriormente ocupada por el ejército japonés. Tras la ocupación del pueblo nipón, fue desmantelada y abandonada. Pero en 1992 el gobierno de Kaohsiung decidió restaurar parte de su estructura, para destinarla a reclamo turístico. El resultado es, que este fuerte militar ha renacido del pasado, para complacer a los turistas. \n\n

    Pero sin duda los puntos históricos o de interés cultural, que no son tantos, se compensan con las vistas a mar abierto, desde los senderos y pistas de carril bici bien cuidados de Chijin. Por eso se ha incentivado en los últimos años, realizar recorridos en bicicleta o tándem por la isla. Existen muchos negocios, para alquilar este vehículo, repartidos por varias zonas. \n\n

    Pero si tengo que ser sincera, lo que realmente atrae a los habitantes de la ciudad a este distrito, y porque no decirlo, también a los turistas, es “su calle del pescado”. Está llena de restaurantes de pescado y mariscos frescos. Cuando digo fresco no es un decir. Es que en muchas ocasiones están hasta vivos. Este es uno de los motivos, que nos han llevado a visitarla con cierta frecuencia. Sobre todo los domingos, que es cuando libra Félix, y aprovechamos a pasar el día fuera, y darnos un homenaje. Ja, ja, ja…\n\n

    La zona está especialmente concurrida los fines de semana, los habitantes de la ciudad, y algún que otro turista aprovecha a venir con toda la familia a pasar el día. Con lo cual el distrito de Chijin se ha convertido en el área de recreo popular de los taiwaneses, por muchas razones. Aunque creo que la más importante es su belleza natural, sus paseos al borde del mar, y por supuesto porque ofrece una amplia gama de zonas de esparcimiento para todas las edades. Pero tampoco se me escapa el detalle de que a los taiwaneses les gusta la buena mesa, y eso aquí, está asegurado.\n\n

    Los precios son muy asequibles y es una buena opción para ir con un grupo de amigos o con la familia y disfrutar de las delicias del mar, en buena compañía.\n\n

    Ya os he contado en otras ocasiones, la costumbre curiosa de los mercados nocturnos en Taiwán. Bueno, pues como no podía ser menos, el punto álgido de esta calle, llega cuando cae la noche. \n\n

    Los puestos tipo pescadería o marisquería se distribuyen por toda la calle, es difícil decidirse por uno. Allí te atienden los camareros-pescaderos, que pesan los productos del mar, antes de que pasen a las personas que limpian los alimentos.\n\n

    Allí están, por grupos, generalmente de mujeres, sentadas en las pequeñas sillas. Desescamando los peces, o limpiando el marisco. De allí pasa a las cocinas, abiertas a los ojos de los transeúntes, donde se cocinan a la plancha, en el wok, o cocidos.\n\n

    Y en menos de diez minutos ese pescado o marisco, que has elegido, está en tu plato aderezado con los condimentos necesarios, para convertirlo en un plato digno de degustar.\n\n

    Y en este ambiente repleto de aromas a mar salado y dulces fragancias de pescados o mariscos a la plancha os dejo por hoy. \n\n

    No sin antes dar un consejo a quien quiera visitar la isla de Chijin. Para poder disfrutar de todo lo que ofrece este distrito de la ciudad, es necesario llevar ganas de andar o de montar en bici, como prefiera cada uno, Pero, mucho más importante, es llevar consigo un buen apetito, para disfrutar de las delicias de la gastronomía de la isla… \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2010-11-09 05:05:26
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  • Taiwán 11. Chijin, mucho más que un rompeolas natural de la ciudad de Kaohsiung.
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