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  • Mpulungu nos espera tras dos días de viaje en el MV Liemba. Embarcamos en Kigoma (Tanzania) después de un largo recorrido en tren desde Dar es Salaam. La Ruta de las Caravanas… \n\n\n\n\nNavegamos el lago Tanganyika parando en cada poblado para cargar pasajeros y mercancías. En muchos sitios el barco no se puede acercar a la orilla o no hay embarcadero, entonces la carga se hace des de pequeñas embarcaciones. Es impresionante ver con qué destreza y con qué rapidez hacen el trasbordo, pues el Lago no es un lago de apacibles aguas, sino que más bien parece un mar, con oleaje, que hace balancearse a las pequeñas embarcaciones hasta chocar contra el casco del barco.\nCargamos montones y montones de sacos de pescado seco que van a ser vendidos en Zambia. \n\nEl viaje es lento, el tiempo transcurre muy despacio y matamos las horas hablando, leyendo y jugando a cartas. En Kasanga, cuando llevamos un día de retraso sobre el horario de llegada previsto, mantengo una animada charla con el capitán que, orgulloso, me cuenta la historia de este navío.\nEl Liemba era un vapor alemán que sirvió durante la I Guerra Mundial y que posteriormente se habilitó para el transporte de pasajeros. Me dice que lleva casi un siglo surcando las aguas del Lago Tanganyika…Ya lo sabía, pero hago como que no.\n\nConozco al segundo oficial que se divierte mucho con mi escaso swahili. Es de Nansio, de la preciosa isla de Ukerewe, en el lago Victoria. Se sorprende de que conozca ese lugar y eso hace que me lo gane enseguida. Me recomienda que hoy pida samaki en el “restaurante” ya que lo traen de allí, puesto que en el Tanganyika hay sólo pescado pequeño, el que transportamos en la bodega. Le digo que genial, que yo nunca como pescado que no sea de Ukerewe, y se parte de la risa. Me dice que las chicas en Tanzania no son tan divertidas y yo me hago rápidamente la loca porque ya sé con qué me va a salir. \n\nOtro tipo curioso de abordo, además del primer ingeniero, que es una mole que tiene que pasar de lado por la escalera para no encallarse, es el primer oficial. Nos enseña el puente y nos explica para qué sirve cada uno de los aparejos. Algunos los pasa de largo diciendo que no tenemos el conocimiento para entender su funcionamiento (creo que él tampoco). Será que ahora la tecnología punta es la que llevan los barcos centenarios africanos, ¿no?\nTengo que contener la risa cuando llegamos al timón, me dice que ahora ya no se usa, y que todas las maniobras se hacen con una especie de joystick y me enseña cómo manejarlo a derecha e izquierda y adelante y hacia atrás. ¿De dónde se piensa que vengo este tío? ¿De Atapuerca?\n\nNo hay muchos blancos abordo, no pasaremos de la media docena. El único con el que hago migas es con un chico americano profesor de literatura al que me encuentro en mis paseos por cubierta sentado en cualquier rincón del barco siempre leyendo, incluso a oscuras. Me invita a comer semillas de baobab que compró a unos niños en Kigoma. ¡Acepto encantada!\n\nLlegamos por la mañana temprano a Mpulungu. Me mosqueo con un policía de la frontera que me registra la mochila de arriba abajo. Me hace sacar todo, lo cual me joroba un montón porque mi mochila es una obra de ingeniería. \n\nA poco más de una hora en dala-dala está Mbala, otro pueblo fronterizo lleno de pillos. Llegar hasta Kalambo Falls, un impresionante salto agua de 221m., acaba costando una comida con un oficial de policía que dice tener el estómago vacío y unos cuantos dólares más de lo previsto.\nHace un calor horrible y no están en su esplendor pero aún así el salto es bonito. Es cómo una larga y blanca cola de caballo. Y las vistas del cañón son espectaculares. Un lugar genial para uno de mis improvisados bocadillos, que en un sitio así sabe el doble de bien.\n\n\n\nAl día siguiente a la 1,30 de la madrugada, esperamos el bus para Lusaka.Un desvío de ruta en Serenje donde tras dos horas de autostop un 4x4 nos carga y nos lleva hasta Sampya, a orillas del Lago Bangwuelu. \nCruzamos las solitarias Wetlands, que son una preciosidad. Y des de la carretera se ven montones de aves e incluso algún antílope. \n\n\n\n

    Sampya es un pueblecito de pescadores que tiene una bonita playa de arena blanquísima, un inmejorable refugio para acampar un par de noches. Un poco de pan y una lata de sardinas en salsa de tomate picantísima se convierten en una improvisada cena en la playa, mientras el sol se pone.\n\n\n

    Llegar a Lusaka des de ese lugar es un desafío, igual que la ida, porque está apartada de todo y la carretera principal, por dónde pasan los autobuses que van a Lusaka, también queda lejos. Hay que apañar un taxi hasta allí y rezar para que pase un bus y no vaya demasiado lleno, pues aquí no suben más pasajeros de los que caben. ¡Vaya!\nEsperamos al sol comiendo manzanas… \n\nAlcanzamos Lusaka a última hora de la tarde. Es una ciudad que no tiene nada de especial, una calle de altos edificios administrativos construidos en los sesenta, que es la arteria, y barriadas que se extienden a partir de ella. Tiene un aire muy “europeo” grandes supermercados, bancos, fast food, museos, cines, una piscina pública… Me sirve de punto de partida para ir a Siavonga a orillas del Lago Kariba, y después a Livingstone para visitar las Cataratas Victoria.\n\n\n

    En el mercado de Livingstone me subo a un dala-dala que llega hasta la frontera, des de allí hay que andar un ratito hasta la entrada principal. No logro escapar del guardia de la puerta del parque que quiere saber si estoy soltera, si tengo niños y dónde cenaré esta noche. Acabo dejándole atrás hablándole de fútbol que es la mejor táctica para despistarles que conozco, pues les engancha un montón, y dándole un teléfono y un e-mail que ni recuerdo.\n\n

    \nHace un día precioso, soleado, y hay un hermoso cielo azul, sin nubes. Las cataratas están espectaculares, hace poco que pasó la estación de lluvias.\nEl agua se precipita estrepitosamente al vacío y levanta una fina cortina de espuma que arrastrada por la suave brisa te acaba mojando sin remedio.\nPaseo sin prisa por el borde. Me quito las chanclas y me las pongo en los bolsillos traseros del pantalón. Paso de chubasquero, he venido aquí a mojarme porque no creo que haya otra forma mejor de sentir este lugar… \n\n\n

    \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2007-12-11 20:05:23
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