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  • Eran las 4 de la madrugada y ya estaba en la estación. Todo está a oscuras, la única luz es de la bombilla que cuelga en la ventanilla donde aún venden billetes. Hay vendedores de pan y fruta y bebidas, que corren arriba y abajo del tren que está estacionado en la vía. Parece un tren fantasma a no ser por ese correteo. \n\n

    Subo a los vagones de tercera y camino a oscuras porque dentro del tren tampoco hay luz, me cuesta encontrar sitio. Al final consigo uno al lado de un tipo enorme que ocupa la mitad del mío. \n\n

    El tren sale puntual, a las 5 suena el silbato. Diez horas de trayecto por delante.\n\n

    Veo salir el sol des de el vagón y aunque está un poco nublado es precioso.Con la primera luz del día me doy cuenta de cómo es el tren. Nuestro vagón es viejo y destartalado. Debe haber unas ochenta personas apretujadas. En el techo ya no queda de lo que en otro momento debieron ser los fluorescentes, sólo hay hilos colgando y unas inmensas manchas de color negro, como de humedad. Las ventanas están a medio cerrar, encalladas y el suelo está tan agujereado que se puede ver la vía pese a que hay unas láminas de madera clavadas con clavos que intentan taparlo. Lo peor de todo es el asiento, antaño supongo tapizado, pero que ahora se ha convertido en una simple madera, que me va a dejar el culo liso. \n\n

    El viaje es precioso, por el paisaje. El tren se cuela por entre cañizales, bosques de palmeras y cruza ríos y valles verdísimos rodeados de montañas.\n\n

    Cada vez que el tren para los vendedores aprovechan para vender caña de azúcar, tapioca, huevos, cacahuetes, castañas, e incluso arroz y pollo cocinado cuando se acerca la hora de comer, porque el tren no tiene vagón restaurante.\n\n

    La llegada a Cuamba no tiene nada de especial. Es una ciudad de calles anchas y polvorientas que tiene como único atractivo el ser un paso fronterizo. \n\n

    La mañana siguiente madrugo mucho. A las 4 mi mochila y yo estábamos en la calle, que es la hora a la que empiezan a circular las furgonetas para Lichinga. Encontré una rápidamente y me monté en ella. Era la única pasajera entre un conductor de unos cuarenta años y dos jóvenes que no paraban de chillarle a la gente que nos encontrábamos por la calle. Ellos son los encargados de llenar la furgo! Uno iba borracho y se sentaba en la ventana que estaba abierta haciendo cabriolas, creía que se caería. Salimos a las 5.30 h con la furgoneta llena.\n\n

    El camino hasta Lichinga es precioso, pero muy solitario porque a parte de árboles y montañas no hay nada más, pero es verde y la temperatura es muy suave, lo cual se agradece. En Lichinga el único transporte que pude encontrar hacia Metangula era una furgoneta que cargaba cajas de cocacola. El trayecto fue duro pues la mayor parte de él era una pista 4x4 y llena de baches. En condiciones normales no me quejaría pero iba sentada encima de las cajas que me machacaban el culo y había sacos de patatas y arroz que a cada curva me caían a la espalda y gallinas que correteaban bajo mis pies.\n\n

    \n\n

    Metangula fue mi encuentro con el lago Nyassa. Esa noche dormí en un camping, no utilicé mi cama, cogí mi saco y dormí en la arena de la playa con el sonido de las olas y bajo un hermoso cielo estrellado.\n\n

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  • 2007-12-06 12:18:09
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  • EL TREN DE NAMPULA A CUAMBA Y EL LAGO NYASSA.
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