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  • "Esta mañana salí a pasear temprano llevada por el aroma a café recién hecho... (Es curioso como los olores, los sabores, los colores, las luces... te evocan lugares. A mi me pasa a menudo quizá porque siempre quiero absorber todo. Pero para mi este lugar siempre olerá a café. Porque la primera vez que estuve aquí fue compartiendo un café con alguien muy querido…)\n\n

    Es demasiado pronto. La Ciudad de Piedra aún duerme. Me tumbo en la playa, para hacer tiempo, mientras oigo el suave susurro de las olas que lenta y plácidamente se suceden hasta la orilla. El mar va despertándose poco a poco, junto con el día. Corre una brisa suave que arrastra un fuerte olor salino. Cierro los ojos porque así se piensa mejor.\n\n

    De pronto, alguien que no oí acercarse, estropea mi momento pronunciando un “hola”, que me hace abrir mis soñolientos ojos, seguido de una gran sonrisa. \nEs Abdalah, dice, sin dejar de sonreír mientras estrecha en su huesuda mano la mía . \n\n\n

    Abdalah es un pescador somalí que partió de Mogadishu hace tres años, dejando familia y amigos, para ir en busca de fortuna. Desde entonces intenta, igual que muchos, sobrevivir en Zanzíbar.\nEs alto, extremadamente delgado, desgarbado. Sus brazos, también delgados, son largos y hasta desproporcionados en comparación con el conjunto de su cuerpo. Tiene las manos muy curtidas y llenas de cortes y en su rostro se dibujan profundos surcos testimonio de una dura existencia. Sus ojos son enormes, al igual que su sonrisa, y no aparenta los treinta y tres años que me dice que tiene. Yo le echaría por lo menos cuarenta y cinco.\n\n

    Viste de riguroso negro, limpio y aseado, pese a que diría que vive en la calle y lleva mis mismas chanclas. “No son para mzungu” me dice riendo… ya lo sé, pero a mi me gustan…\n\nMe cuenta que llegó en coche des de Mogadishu. Tardó seis días. Sin parar, sin a penas comer, puesto que tenía el dinero justo para llegar. Viajó con tres compañeros también somalíes que decidieron probar suerte quedándose en “tierra firme” y él se vino a la isla porque era pescador y pretendía trabajar de ello aquí. No lo consiguió. Estuvo seis meses intentando encontrar trabajo y dormía y vivía en la calle y pedía para comer. \n\n

    Ahora vende brazaletes, batik y collares a los turistas y se ofrece para acompañarles como guía por la ciudad. No me atrevo a preguntarle si sigue durmiendo en la calle pero creo que acertaría la respuesta.\n\nMi curiosidad, y también mi ignorancia, hacen que le pregunte por su país. Me contesta que allí está todo el mundo loco, que hay guerra desde siempre, desde que él nació. Que hay polvo y muerte por todos lados. Que los hombres son esqueletos con piel y que no hay comida, ni dinero, ni tiendas, ni ... nada. Que la tierra es fértil pero no hay qué plantar. Ironiza diciendo que en el mercado de Mogadishu se venden armas como en Darajani tomates, y se ríe de ello, porque no hay tomates que vender en Mogadishu...\n\n\n

    Le pregunto por minas o petróleo y me dice que están en manos del gobierno pero que no tiene medios para extraerlo. Cuenta que alguna vez apareció algún blanco rico interesado en hacerse más rico aún y ofreció su ayuda y medios a cambio de una módica comisión del 50%, pero que el gobierno rechazó la propuesta. Levanta el tono de voz cuando me dice que los políticos están locos, que es mejor el 50% de algo que el 100% de nada porque mientras la gente sigue muriendo.\n\n

    Le pregunto por la ayuda internacional, por las ONG, y me dice que la ayuda jamás llega, que la mayoría de ellas trabajan des de Kenya y Djibouti por miedo a los asaltos, porque dice que seguro que perderían la vida, y que los alimentos y medicamentos que les mandan son interceptados en las fronteras por grupos armados que luego sacan provecho de ellas vendiéndolas. La ayuda jamás llega al pueblo, que muere de hambre y de abandono. \n\n

    ¿Y los niños? Me dice que a penas unos pocos sobreviven pero es sólo para morir al cabo de un tiempo, luchando o de hambre. No tienen otra opción. Me horroriza la crudeza de su respuesta, quizá porque pienso en su inocencia, en su bondad, en esos grandes ojos y en sus dulces y reconfortantes sonrisas. Niños luchando, niños hambrientos, niños que sufren, niños que mueren y que son solamente niños. Sus palabras hacen que se me humedezcan los ojos y tenga que esforzarme en contener las lágrimas… \n

    Abdalah dice que hablando conmigo se siente libre, que hoy no tiene hambre ni está cansado. Me da las gracias. Dice que me verá luego y se va como vino.\n\n

    Quizá esta sea sólo una de tantas otras historias de otros tantísimos viajeros anónimos que pasaron por aquí, a los que, tristemente, la fortuna no sonrió.\nEsta es una forma de rendirle homenaje... Bahati njema rafiki yangu".\n\n(Stone Town, Zanzíbar, octubre de 2007). \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2008-02-03 17:09:08
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  • EL VIAJE DE ABDALAH. DE MOGADISHU A ZANZIBAR.
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