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    Un bello momento tuve ocasión de vivirlo una tarde de un mes de enero. Hace 3 ó 4 años. Fue inolvidable por su fuerza, por su potencia, por su sonido. \n\n

    Caía la tarde en el Torcal de Antequera, en Málaga, y me adentré por uno de los senderos que se pierden en este entramado de rocas de formas insospechadas. Entre los callejones pétreos que se abren paso entre lapiaces cársticos y rocas que parecen gigantescas monedas apiladas. Es un paisaje realmente singular. Los primeros metros del camino estoy acompañado de otros visitantes que se han acercado al aparcamiento para conocer el lugar, pero basta con alejarme un poco para darme cuenta que alguien espía mis pasos. Alguien o algo me observa desde las rocas, desde sus promontorios y recovecos. Cuando localizo las primeras siluetas de cabras montesas (Capra pyrenaica hispanica), que no me quitan ojo, confirmo en realidad que se trata de un grupo bastante numeroso. Camino unos metros más y me siento en un buen lugar para observar al grupo. El siguiente paso es esperar a que no se asusten con mi presencia y de hecho comienzan a envolverme. Sin darme cuenta soy uno más de la manada y estoy rodeado de cabras montesas por todos lados. Cuarenta, sesenta, no sé. Lo mejor es que parecen aceptarme y siguen a lo suyo. \n\n

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    Las hembras y las crías siguen comiendo, pero los machos se encuentran bastante más entretenidos. Es al final de la época de celo, que comienza en noviembre-diciembre y dura 50 días. Es época de demostrar su atractivo sexual mediante enconadas peleas. Los machos jóvenes imitando a sus parientes de más edad pero propinándose unos cabezazos que hacen temblar las piedras. Asisto ensimismado a este épico momento cuando dos grandes machos a tenor de su tamaño, el color de su pelaje, el número de medrones y el tamaño de sus cuernos, denotan que deben ser los rivales por excelencia de la manada. Se acercan, se miran y uno se abalanza sobre el otro. El primero se levanta sobre las patas traseras y se deja caer con toda su fuerza contra la cabeza del adversario. El crujido producido por el choque de cuernos es tremendo. El eco hace su función amplificadora entre los callejones de piedra. Y yo allí sentado a apenas 5 metros. No era el momento sin duda de levantarse y dejarles con sus cosas. Inmóvil permanecí hasta el final de la pelea y asistiendo desde dentro de la manada a un choque de trenes en el Torcal de Antequera.\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • Choque de trenes en el Torcal de Antequera
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