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Hay un escritor al que admiro muchísimo, Javier Reverte; él si tiene la gran fortuna de viajar siguiendo el hilo de sus personajes favoritos y además sabe contarlo con su sello personal, con la maestría que siempre lo hace. En su último libro “El río de la Luz” viaja por tierras de Canadá y Alaska siguiendo la estela del gran escritor Jack London y del viaje que éste, sus compañeros de sueño, y otras miles de personas hicieron por el río Yukón en plena Fiebre del Oro. El libro, no debe faltar en ninguna biblioteca. Lo devoré en una semana pues Alaska y el oeste de Canadá son dos destinos que tengo marcados con una X (mayúscula) desde hace tiempo, así que nada mejor que iniciar el viaje de la mano del bueno de Reverte. \n\n
Me hice el propósito de no leer previamente ninguna crítica, comentario, ni nada relacionado con el libro para poder disfrutarlo puro, casi sin conocimiento siquiera del argumento, y así fue como me llevé también una grata sorpresa, la de la casualidad de reencontrar, aunque sea en alguna de las fotos que ilustran el libro, a un viejo conocido y que resultó ser el guía de la expedición de Reverte en el descenso en canoa del río Yukón. Jaime Barrallo, quien publicaba cada mes en Turismo & Aventura su sección de supervivencia cuando yo dirigía la revista.\n\n
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Reverte me contagió una envidia sana, parecida a la que despertó tiempo atrás cuando pasé la última página de “El Sueño de África” (para mi su mejor libro), y que espero redimir en un par de años.\n\n
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Buceando en las páginas de Reverte encontré una cita fantástica de un personaje casi anónimo. Un tal Frank Thomas, un humilde viajero que fracasó en su intento de cruzar el White Pass camino del Yukón. Acuñó un frase que me parece genial y que intento cumplir cada vez que regreso de un viaje: “Soy sólo unos pocos días más viejo que cuando partí…, pero mucho más sabio”.\n\n\n\n\n\n\n\n
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