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  • De lo que más insistieron durante la beca de periodismo científico que disfruté en el MIT; fue en mantener siempre un espíritu crítico sobre la propia ciencia. \n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    A los cienciahólicos nos fascina la ciencia porque nos descubre espacios de la realidad que de otra manera quedarían ocultos. Mirando de noche al Universo las estrellas nos parecerían estáticas y nunca llegaríamos a saber que transitando a Saturno existe un satélite llamado Titán con atmósfera de metano y volcanes expulsando hielo. Ni averiguaríamos que el resfriado nos lo produce un virus cuya intención es multiplicarse pasando lo más desapercibido posible, siendo nuestro propio sistema inmunológico quien nos provoca dolor de cabeza para que nos quedemos en casa y picor en la garganta para que allí acudan todas sus defensas. Y nos continuaría pareciendo un misterio que cuando cortes cierto gusano por la mitad, las células de una parte sepan que allí deben empezar a construir una cola y las de la otra una cabeza.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Yo reconozco que mi vocación por comunicar -y con la que empezó este blog- es idéntica a la vuestra cuando salís de una película fabulosa y empezáis a recomendarla a todo el mundo. O cuando descubrís algo que os sorprende y enseguida buscáis compartirlo con vuestros amigos.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Si estoy una tarde en el Whitehead Institute de Boston y unos científicos me muestran gusanos con dos colas o con dos cabezas, conseguidos tras ser cortados habiendo previamente activado o inhibido un gen específico, por la noche corro a contarlo a cuantas más personas mejor. Y si logro conversar sobre biología sintética con Craig Venter, historia de la psicología con Noam Chomsky, o cosmología con Alan Guth; pues es el equivalente a vociferar que he hecho un partidillo de futbol-sala con Messi o que Lady Gaga ha bailado para mi.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Por eso, cuando escribo “El ladrón de cerebros ” selecciono las historias más interesantes y los cerebros científicos más sabios que he podido robar. Sabemos que la ciencia tiene sus entrañas, y nuestro objetivo no es idealizarla, pero también somos conscientes que nadie quiere visitar un museo que exponga obras de arte mediocres, ni te atreves a ofrecer vino mal a tus comensales para que así sepan apreciar el bueno. Quieres que disfruten con la ciencia, y transmitir el optimismo que -sinceramente así lo creo- es parte intrínseca de esta actividad destinada a conocer mejor el mundo y construir una mejor sociedad.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Aún así, no quieres rehuir ese espíritu crítico del periodismo, y en diferentes capítulos escondes unas sutiles pinceladas que transmitan una visión más realista de las interioridades de la ciencia. Las preguntas recibidas en entrevistas durante estas semanas de promoción sobre el spray para enamorar, hacen que aquí os enumere algunas:\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    No exageremos con la psicología evolutiva\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Claro que nos resulta revelador constatar cómo la selección natural ha ido conformando nuestras mentes además de nuestros cuerpos, y hace que ya nazcamos predeterminados a repetir una serie de reacciones emocionales o conductas sociales. Explorar los orígenes de nuestra naturaleza más íntima es apasionante. Pero frente a la oleada reciente de “toda nuestra conducta actual se justifica por las condiciones en que vivieron nuestros ancestros” (léase: a las mujeres les atraen los coches deportivos porque son el equivalente a la espalda que permitía traer a casa muchos recursos de la sabana; o el amor dura 4 años porque es el tiempo que el bebé necesitaba de ambos progenitores para ser cuidado), recogemos las críticas de gran parte de la comunidad científica que vienen a decir: “Esto te lo has inventado. Es una hipótesis que encaja, pero no has realizado un único experimento para demostrarla. Además, eso de que la información genética no ha cambiado en los últimos 100.000 años está muy en entredicho”.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    ¿Merece la pena viajar a Marte?\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Antes incluso de que McCain y Obama fueran elegidos como precandidatos de sus respectivos partidos, infiltrándome en la NASA y robando cerebros pronostiqué aquí en este blog que el próximo presidente de EEUU –fuera demócrata o republicano- iba a retirar el plan aprobado por Bush de viajes tripulados a Marte. Cuando Obama lo hizo casi dos años más tarde se culpó a la crisis económica, pero en “El ladrón de cerebros” recojo argumentos de historiadores, ingenieros y sociólogos de la ciencia, hasta concluir que la culpa realmente fue del poco sentido real que tiene planear enviar humanos a pisar el planeta rojo. \n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Science y Nature no son la Biblia\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Fantástico el estudio científico que demostraba que las revistas científicas de mayor índice de impacto como Science, Nature, o New England Journal of Medecine, en realidad contenían más errores y estudios retirados que otras consideradas inferiores. Éste aparentemente inesperado fenómeno ocurre porque se publica más en función de los resultados que de la metodología seguida. Tema de discusión profundo en el mundo científico. De hecho; se argumenta que seguir sólo lo publicado en Science o Nature nos transmite una imagen distorsionada de la ciencia. En “El ladrón de cerebros” investigamos también las presiones que llevan a algunos investigadores a maquillar sus resultados.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Neuromarketing y otras neuromodas\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    La revolución que están generando las técnicas de neuroimagen es espectacular. Por primera vez podemos ver el funcionamiento del cerebro en vivo. Y no sólo el de los enfermos o lesionados, sino el de personas sanas en actividades cotidianas. Esto ha abierto grandes expectativas y campos de investigación. Por ejemplo, es muy fácil distinguir si a tu cerebro le gusta o no le gusta lo que estás viendo, haciendo o probando. Puedes detectar fácilmente alguien con predisposición a la pederastia, o constatar que tu cerebro muestra más satisfacción cuando te dan a beber un vino caro que uno barato. Aún cuando intercambien los precios, y la sugestión engañe incluso la actividad de tus neuronas. Interesantísimo. Pero también es justo reproducir la confesión de una neurocientífica diciendo que “el 90% de los estudios que se publican con fMRI y comportamiento están mal hechos, tienen pocas muestras, o sacan conclusiones exageradas”. \n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Demasiado escudados en la ciencia básica\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    No albergamos ni la más mínima duda de la enorme trascendencia que tiene la ciencia básica y la investigación libre. Pero ¿trascendencia para qué? Pues para que saque sus frutos del rincón más inesperado, y que la sociedad que invierta en ella salga beneficiada. Por eso el ingeniero y premio Príncipe de Asturias del MIT Robert Langer defendía a capa y espada la ciencia básica, pero también nos decía: “yo quiero recorrer el camino entero”. Su camino no se detenía en la publicación del artículo científico, sino en la patente. Por eso tenía ya casi 600, y generaba tanta riqueza al MIT, al área industrial de Boston, y a EEUU. Un espíritu que podría impregnar parte de las instituciones y comunidad científica española; ya que tenemos muy buenos defensas, pero faltan goleadores.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Dignidad frente los robots emocionales\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Mis propios botones darwinianos se activaron cuando Leonardo me miró fijamente con sus grandes y redondos ojos oscuros. Alguna de mis neuronas espejo debió activarse porque a pesar de ser un robot, empaticé con su capacidad de expresar emociones como si fuera un ser vivo. Pasa a casi todo el mundo. Un adelanto tecnológico que promete ser ofrecido como mascota a personas mayores, o en hospitales, participar en la educación de niños, o en actividades más “recreativas”. Sería injusto dejarnos llevar sólo por este tecnoentusiasmo desmesurado, y no transmitir las opiniones de sociólogas de la tecnología como Sherry Turkle del MIT, valorando cómo dichos robots pueden afectar a nuestra integridad y autenticidad. No es necesariamente una crítica; simplemente –como socióloga, pero desde dentro del mundo de la ciencia- se hace unas preguntas diferentes a las de los investigadores.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    El spray de ocitocina para enamorar\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Aquí fui víctima de la misma trampa de “la amnesia de fuente” que recojo en un capítulo de “El ladrón de cerebros”. Explico las investigaciones que relacionan a la hormona oxitocina con la sensación de apego entre madre e hijo, pareja, o incluso relaciones sociales, y cito con tono jocoso el spray de oxitocina que ha creado una empresa, como ejemplo de hasta dónde pueden llevarnos las investigaciones científicas. El texto deja claro que no le doy crédito. Pero el mensaje “si te rocías con un spray de oxitocina tendrás más éxito en tu flirteo”, es más poderoso que “una empresa vende un spray de oxitocina para ser más exitoso en tu flirteo, pero en realidad es un camelo”. Oyes lo segundo, pero horas después tu cerebro se queda con lo primero. Es “la amnesia de fuente”. En varias de las entrevistas que he participado durante estos días me han preguntado por el fabuloso spray de oxitocina para enamorar, y me toca decir que de lo que estamos enamorados es de la ciencia, pero no a ciegas.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    “El ladrón de cerebros” no esconde su predilección por pasar tiempo con las mentes más locuaces, y compartir lo mejorcito de lo mejorcito de la ciencia actual. Sería absurdo de otra manera, y por eso confío que podrá hacerte disfrutar con sus aventuras. Pero si lo lees con atención, podrás ver que no se dedica sólo a repetir lo que le cuentan.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Además, está convencido que nada de esto reduce nuestra admiración por la ciencia. Al contrario; la hace más humana, cercana, e interesante. Hay más historias que contar. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Contacto: pere@mit.edu / Twitter: @Perestupinya\n\n Facebook group: Apuntes Científicos desde el MIT\n\n Web: www.elladrondecerebros.com \n\n
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  • Amor no ciego por la ciencia
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