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22 de diciembre 2009.\n\n\nArgentina es el destino. Precisamente el día que en nuestro país sólo se habla de la Lotería de Navidad. Las caprichosas bolitas que caen monótonamente de los bombos durante toda la mañana, y que entonan los niños del colegio de San Ildefonso. Considero que viajar a Argentina es un premio. Y no precisamente la pedrea. Todos los 22 de diciembre se parecen como gotas de agua. Los tópicos de siempre: “ha sido muy repartido”, “se ha vendido en ventanilla”, “para tapar unos agujeros”, y otras frases similares. Y, por supuesto, la salud, que comienza a ser lo más importante cuando termina el sonsonete de los “miiiiiiiiiiiiiiil eeeeeeeeeeeeeeeuros”.\n\n\nMientras todo esto sucede, ya estoy pensando en Argentina. Como ocurre siempre antes de comenzar un viaje, éste parece visualizarse, dibujarse, componerse en la imaginación. Aunque algunos problemas están conformando una situación caótica. La nieve ha estado cayendo los días anteriores, con el consiguiente caos en las comunicaciones, incluidos aeropuertos. Es la historia que se repite tras cada temporal de nieve. Numerosos vuelos han sido cancelados. Por si fuera poco, cientos de personas se han quedado literalmente tiradas en Barajas, sin posibilidad de volar con Air Comet. Se trata, en su gran mayoría, de inmigrantes latinoamericanos que habían programado el viaje navideño para estar con los suyos en su país. Ahora, puede que se hayan quedado sin navidad y sin el dinero del billete. Todo ello, por gentileza del señor Díaz Ferrán, propietario de Air Comet y presidente de la CEOE. No parece que su gestión sea un modelo para el gremio empresarial. O sí, quién sabe. Este señor llegó a declarar: "Yo no hubiera elegido Air Comet para volar a ningún sitio". Los empresarios dicen que cierran filas con su presidente. Con un presidente que les ha cerrado la fila a muchos viajeros que deseaban encontrarse con sus familias, a las que tuvieron que abandonar en busca de un futuro mejor. Por cierto, yo tampoco elegí Air Comet para volar a Argentina. Tal vez sea la única coincidencia que pueda tener con Díaz Ferrán. \n\n\n\n\n\n\n\n
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Como se esperaba, llegar a Barajas fue toda una odisea. Es la desventaja de vivir “en provincias”. El atasco en la entrada a Madrid es monumental. Tanto, que llegamos a temer por el vuelo, a pesar de la suficiente antelación con la que habíamos previsto la llegada a la capital. Finalmente, apenas a 70 minutos de la hora de salida, podíamos alcanzar el mostrador de Aerolíneas Argentinas. No sin antes ser testigos mudos del sufrimiento de los damnificados de Air Comet, a los que sólo les quedaban fuerzas para gritar “queremos volar”.
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Ya en el asiento del Boeing 747/400 se veía más cerca Argentina. Tan “sólo” nos separaba el enorme charco atlántico y una docena de horas de vuelo. Nos espera la inmensa Argentina, el octavo país más grande del mundo. Más de cinco veces más grande que España, y siete veces más grande si le sumamos los territorios antárticos y de ultramar. Toda esta enorme superficie para una población de 40 millones de habitantes.
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Se dice que todo viaje tiene un cierto componente de huida. En este caso no lo negaré, porque el crudo invierno quedará atrás por unos días, y estaré ajeno a los fastos navideños. ¿Hay mejor premio de lotería?\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n
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