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    Primeras impresiones.\n\n

    Había estado anteriormente en Baeza, ya conocía sus calles llenas de historia, sus plazas de un pasado espléndido y generoso pero la semana vivida en el verano de 2005, en las aulas de la universidad Antonio Machado, poeta al que estoy íntimamente unido, el haber dormido en uno de sus palacetes reconvertido en posada y fonda, donde el tiempo parece haberse parado, la vida fluye de otra manera, la bruma de la serenidad te envuelve en sus tácitos abrevaderos y te hace pensar que estás imbuido de una prisa que no es buena, de una forma de actuar que te lleva, la mayor de las veces, al desencanto, he descubierto la verdadera Baeza.\n\n

    Yo había leído muchas veces los poemas de D. Antonio, es mi poeta favorito, había tratado de empaparme de sus enseñanzas, de sus críticos aforismos, de sus pensamientos profundos pero hasta hoy no me habían hecho efecto, hasta no haber escuchado conceptos de hoy, dichos en las aulas donde el poeta dictó sus lecciones, no los había entendido plenamente.\n\n

    He sentido, estos días, al maestro, andar por las callejas empedradas, con su andar cansino, con esa tranquila prestancia que los recuerdos y las estampas me lo han pintado; en esta semana he vuelto a descubrir al poeta de la lechuza voló y voló... y al de don Cristobalón.\n\n

    He recorrido, de noche, solo, despreocupado, sus calles medio apagadas, la luz sesgada de sus farolas me ha envuelto en su gasa de nostalgia, las sombras densas y opacas de sus fachadas creo que me increpaban que estoy fuera de mi ámbito, que mi presencia hería su aliento, que mi afán desbordado por la consecución de logros perecederos chocaba frontalmente con su parsimonia, con su eterna constancia por la quietud, por lo bello. Yo les he respondido que no tienen derecho a recriminarme su largo abandono, pues yo comulgo con sus ideas, que no pueden vomitar toda la rabia contenida que han retenido durante tantos años, en esta noche en la que me siento transportado por los recuerdos y necesito más que nunca esa palmada amiga de aliento en el hombro. Yo amo su silencio, comparto sus sentimientos pero las exigencias de la vida de hoy no son las mismas que las que ellas tenían cuando nacieron, que el toro bravío de la existencia no nos deja caminar calmosos como ellas cabalgan, entre los serenos olivos, entre los tesos orondos y tranquilos porque somos producto del estrés.\n\n

    Otras\n\n

    Una bruma mortecina se ha posado sobre estas calles austeras esta mañana. He salido del hotel y he comenzado a recorrer el silencio de sus empedrados, la quietud de sus esquinas, el aura de sus plazas; un apagado rumor de susurros parece que me preceden y presiento que tras las rejas de sus ventanas unos ojos me observan y un suspiro resbala de piedra en piedra.\n\n

    Me imagino los paseos matutinos del poeta de campos de Castilla, un pensamiento en esta empinada cuesta, una mirada a la piedra adusta y castellana, una introspección al pasado; ahora comprendo por qué la sobriedad de sus versos, por qué la sencillez de su vida, los diálogos con Juan de Mairena.\n\n

    La seda meliflua con la que el cielo ha cubierto a la ciudad esta amanecida comienza a derretirse, a caer sobre las piedras desgastadas y sufridas y un tibio sol se adosa a las fachadas doradas y porosas componiendo una sinfonía cromática que me reblandece los sentidos. He llegado al límite de la ciudad y me he topado con esa mancha verde botella que la rodea, esos mudos penitentes que la defienden de los ataques externos. Desde la atalaya oteo el valle que se arrodilla a sus pies; esas milimétricas filas de olivos que trepan por sus laderas, me recuerdan las huestes conquistadoras que en distintos momentos de su historia se han asentado en sus cuarteles. Es el clímax de la contemplación, el cenit de la ensoñación pero también es la hora de volver, de dejar la evocación idílica y meterse de lleno en la realidad fría y calculadora de las clases, de escuchar fórmulas para resolver la exclusión social.\n\n

    En Baeza no sólo deslumbra la piedra, la paz y la tranquilidad de su entramado urbanístico, la gastronomía es también una pilastra importante de su fama, de su atractivo. Sentado en sus terrazas modernas, en las noches tranquilas y plácidas del verano podemos oír los ecos embozados de aquellos gentilhombres, prestos a blandir su afilado acero por amor o por despecho, mientras degustamos lo exquisitos productos cocinados en sus fogones.\n\n

    Muros medievales, arquitrabes renacentistas, portales sólidos y compactos, la piedra en Baeza toma formas caprichosas. Todas sus formas gritan su pasado glorioso. La fuerza pétrea junto al silencio que aletea parsimonioso por las calles, conforman una personalidad fuerte, una austeridad cualificada que es su seña de identidad. La piedra le da robustez, plasma como nadie la solidez de un pueblo que ha labrado su historia con majestuoso carácter. \n\n

    Y ¿no tiene personajes este relato?, alguien podría hacerme esta pregunta y se estaría equivocando. Estas elucubraciones no necesitan personajes tradicionales de carne y hueso porque como autor de este soliloquio, la luz cenital del medio día que me embriagó desde el primer instante y su borrachera se ha venido conmigo hasta casa, tiene suficiente entidad como para no tener que crear un protagonista; la personalidad serena y austera de la piedra que alienta y basamenta todos y cada uno de los monumentos que componen esta milla de oro tienen más belleza y presencia que la más bella de las estrellas del celuloide; la soledad que he sentido en estas calles, la ausencia de humanos, que no de sentimientos, es la argamasa que está presente en mi vida, es el bocado que me alimenta, el vaso de agua que me sacia la sed de compañía y la que llevo siempre como montera; y delante del pétreo silencio colocar un personaje de los tiempos modernos chocaría frontalmente con la quietud que transita por las cuestas, por las estrechas callejuelas, por las recoletas plazas y sería un sacrilegio. Y como no quiero dejar de resaltar nada, hasta los olivos centenarios dejarían al hombre de hoy en inferioridad; el ser humano distorsionaría con su presencia este cuadro de serenidad y firmeza. Estos cinco elementos combinados sabiamente por la historia que cabalgan sobre este teso arrogante, que se lava los pies en las aguas cristalinas del Guadalquivir, conforman, por sí solos, un elenco de estrellas que no necesitan ganar un Oscar para saltar a la fama. Como ves querido lector no necesitaba personajes.\n\n

    Este pueblo ya formará parte de mis vivencias, ya está dentro de mi vida para siempre. Pocas ciudades me han cautivado tanto como lo ha hecho Baeza; de muy pocas he sacado tanta gama de colores, de poquísimas he percibido tantas sensaciones como las que me ha trasmitido esta joya de la humanidad durante esta semana. Pienso volver de nuevo para perderme con más calma, con más recogimiento, por sus calles venerables y de adusta prestancia. \n\n

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  • 2010-11-25 07:49:10
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