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    Pétreo monolito que se enfrenta arrogante y confiado contra las lanzas saladas que el mar le arroja sin parar, a intervalos rítmicos, afiladas, con puntas de nata. Desde esta atalaya altiva el viajero siente como el espíritu mediterráneo le infla los pulmones y lo convierte en un experto capitán de barco, a la búsqueda de los horizontes perdidos, al encuentro con su destino.\n\n

    Para llegar a la cima de este mascarón de proa granítico hay que trepar por su ladera escarpada siguiendo la estela de una estrecha y ondulante carretera, que se agarra firme a sus faldas para no caerse y que sirve para unirlo con la llanura extensa y opaca que es Mallorca, isla.\n\n

    En una de sus cinceladas calas, cálida y transparente, con un puñado de alumnos, pasamos un día de asueto, bajo los pinos centenarios que la avaricia de la modernidad aún ha respetado. Fueron varios los años que visité la isla, recorrí casi todos sus parajes, los típicos y turísticos y los más recónditos y apartados de la avalancha ruidosa y arrasadora que es el turismo.\n\n

    El último viaje, comprenderán que dejara de hacer viajes de estudios, en contra de mi criterio, que es propenso a viajar, por que enriquece, por que amplía nuestros conocimientos, fue un viaje lleno de sobresaltos, de agrias tarascadas del desatino. Ya en el barco, dos chavalas nos metió el miedo en el cuerpo, a mi compañero y a mí; en el recuento de media noche, estas dos chicas no aparecían por ningún sitio, en un barco hay miles de escondrijos donde perderse, donde cobijarte, esconderte para que no te vean y la terrible posibilidad de caerte al agua, también existe. Después de varias horas de búsqueda, el corazón en un puño, las encontramos en los camarotes de dos reclutas.\n\n

    El viaje pasó, pero para nosotros, los maestros, la lucha contra la diosa fortuna continuó hasta que las dos niñas nos confirmaron que habían tenido la regla; entonces inflamos nuestros pechos y respiramos profundamente, ya en San Adrián, calamitoso y contaminado pueblo y fue a raíz de estos acontecimientos que decidí que nunca más volvería a ir de viaje de estudios. La responsabilidad es mucha, la aportación espiritual y de conocimiento también pero no compensaba los frecuentes sobresaltos, las constantes vejaciones y humillaciones que pasábamos por culpa del proceder de estos chavales mal educados. \n\n

    Este viaje a Mallorca fue el último que hice con los alumnos, me despreocupé de él, por los hechos acaecidos en el anterior y porque ningún maestro del claustro se atrevía a acompañarme.\n\n

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  • 2010-12-21 07:43:51
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