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Desastre urbanístico, conglomerado humano, fragua de culturas, monte y río. En estos cuatro conceptos encierro yo a este pueblo de caótica trama viaria, producto de la improvisación y la especulación de los años del tardo franquismo, de la avalancha migratoria que tuvo que soportar en los años sesenta; en tan solo quince años pasó de treinta mil habitantes a ciento cuarenta mil almas. Dicen que en algunas universidades japonesas de arquitectura y urbanismo se estudia este pueblo como ejemplo de lo que jamás se debiera programar.\n\n

Santa Coloma, tiene su historia, sus vicisitudes pasadas, ahí están en los libros, no las voy a rememorar, lo que yo quiero resaltar es el gigantismo descontrolado alcanzado, la diversidad de gentes que se han asentado por sus colinas, las mezcla de culturas, los conceptos de vida desarrollados a partir de esta configuración.\n\n

Deshacer la monstruosidad creada es complicado. La modernidad ha puesto algunas cosas en su sitio, ha tratado de meter el bisturí para deshacer entuertos pasados pero cuando éstos están tan enquistados, los arreglos no son fáciles. \n\n

No es Santa Coloma un pueblo uniforme, ni en lo urbanístico, ni en lo social, es un puzle disperso y de figuras a veces contradictorias. No es que a mí me agrade la uniformidad, ¡no!, la detesto, pero lo de este pueblo ya se pasa de castaño oscuro. No sabes a qué atenerte, no puedes dar una respuesta homogénea, porque muchas de sus calles son un desastre, sus moradores tienen concepciones diferentes de la vida, comportamientos distintos, por lo que la idea que te haces de él es irreverente, destartalada, agónica. \n\n

Enumerado este catálogo de despropósitos, tengo que decir que es una población con un empuje enorme; la diversidad, asentada sobre estas colinas, ha germinado en una forma de ser diferente, ha configurado un ciudadano comprometido, plural, recargado y distinto. \n\n

Encierra tan extraños preceptos este pueblo, sugiere tan dispares aseveraciones que el duende del cante jondo, Camarón, vino a morir a esta Babel de hoy. Y, aunque hace tiempo que no ando por sus cuestas, por su destartalado andamiaje, aún conservo en mi mente su caos urbanístico pero también su riqueza cultural.\n\n