Día 3\n\n
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Nos hemos levantado a la misma hora, hacía el mismo frío que los dos días anteriores pero queríamos volver a ver la Gran Place, esta vez de día. Hemos desayunado y un grupo de unos siete u ocho nos hemos dirigido a esta hermosa plaza que ya habíamos visto, porque estábamos convencidos que las impresiones que nos dejó su visita por la noche, serían distintas, su visión con otra luz nos produciría otras sensaciones.\n\n
La luz cenital de la mañana derrama sobre este cuadro angélico un remanso de tranquilidad, una bocanada de fría existencia, que me tranquiliza y me inyecta paz. Ni el bullicio del tráfico, ni la inquietud pueril de varios grupos de escolares rompe la elevada hermosura de su arquitectura. El hotel de ville es un retablo gótico de excelsa belleza, la maison du roi un candelabro de brazos robustos que se elevan al cielo en señal de súplica. El resto de fachadas, hermanas en el señorío esplendor, complementan esta egregia plaza.\n\n
En medio de este portento arquitectónico, medio congelado, miro y remiro y no sé qué estampa es más hermosa; encierro sus mil caras en mi cámara de fotos para cuando la vida ya me pida tranquilidad, mirarlas con ojos más calientes y revivir estos días de hirviente frialdad.\n\n
Hemos comprado algunos recuerdos, chocolates, postales… y nos volvemos al hotel a recoger las maletas. El autobús nos recoge a las doce y nos lleva al aeropuerto de Charleroi, nuestro vuelo sale sobre las cuatro. Un frugal almuerzo en este pequeño embarcadero y en seguida el embarque. El vuelo de regreso, la misma estampa que el que nos trajo a estas frías tierras, no voy a repetirme.\n\n
Tres de diciembre a las ocho de una tarde fría llegamos Inma y yo a Granada, donde nos enteramos que la suerte estuvo con nosotros porque casi pudimos quedarnos tirados en el aeropuerto de Charleroi por una huelga criminal de los controladores españoles. Fin del viaje.\n\n
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