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    Este pequeño pueblo minero, venteado por los aires de la sierra de Sant Just, perdido en un páramo asceta, rudo y frío, fue, parada y fonda, una noche tenebrosa de tormenta y lluvia recia, camino de Teruel. Estas noches, en estos parajes, se visten con ropajes mucho más oscuros, desprenden un profundo olor a musgo, te impresionan más.\n\n

    Sus moradores, gentes curtidas por las brisas ecuestres de la serranía, amoratadas por la profunda oquedad de las minas, tienen gestos de lacia ingenuidad, palabras de onda credulidad, sentimientos bordados con hilos gruesos de generosidad.\n\n

    A los pies de un amasijo de casas , rula dando brincos, un riachuelo ennegrecido que arrastra, entre sus carnes de púrpura, tarascadas a la tierra, vómitos de sangre coagulada, fresones de lignito cuarteado. En este perdido paraje, la vida, es austera como el sayo de los monjes cartujos, cruda como la carne que come el lobo, tranquila como la soledad que ronda los claustros de los conventos. \n\n

    Aquí entendí que el retiro tiene sentido, que la vida no es sólo correr detrás del buey de la opulencia, que la sencillez aporta aromas relajantes a nuestra vida, que lo íntimo no engorda la carne pero sí alimenta el pensamiento.\n\n

    Calma y placidez es un mejunje que pocas veces ingerimos los que andamos corriendo tras las banalidades de la vida capitalina y que para los que aquí moran son la sal y el aceite, el pan nuestro de cada día. Aquí la prisa no tiene sentido, no cotiza en el parquet de la vida, la calma, por el contrario, se lleva la palma, se palpa en el ambiente.\n\n

    Después de una noche de gritos desgarrados de tormenta asomó una mañana rala de amarillenta mirada, de cuerpo encorvado por el peso de un firmamento pardo cuarteado en fardos pesados y tercos, de manos ásperas, de corazón tierno, iniciamos la marcha de aquel viaje improvisado que habíamos emprendido y que nos llevaba a Teruel. Con dos niños pequeños los viajes o te los tomas con calma o la espita del furor se abre y te quedas vacío. El camino hasta la ciudad de los amantes fue tranquilo, por parajes inquietantes, pero de un colorido despampanante.\n\n

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  • 2011-02-01 08:01:21
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