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Independientemente de las pasiones -unas más terrenales que otras- que despierta la navidad, es innegable que supone una razón más para viajar y encontrarse. Desde aquí os animo a conocer muchas ciudades que en estos días engalanan sus calles, con mayor o menor acierto, no solo con iluminaciones espectaculares sino también con mercados que ofrecen productos de estas fechas, como los alemanes y franceses.\n\nColmar o Strasbourg en Alsacia, Francia, o Lübeck en el norte de Alemania, Dresden, Nuremberg...son de los más famosos. Ciudades reconstruidas en su mayoría tras los bombardeos que las dejaron en escombros. Muchas, como Freiburg, donde vivo, procuraron mantener en la reconstrucción el aspecto medieval que tenían hasta la guerra. Los mercados, engarzados en sus plazas y calles más emblemáticas, aprovechan la ingente cantidad de bosques de coníferas que envuelven a la ciudad. Los techos y paredes de cada puesto se decoran con las ramas y piñas que caen de los abetos, pinos y demás árboles, recogidos en la Selva Negra. Ramitas con rojos frutos silvestres.\n\nFarolas, luces y música: improvisados conciertos de chelo, violín y flauta, músicos partitura en mano,protegidos de la nieve bajo cualquier tejadillo. Aquí levantas una piedra y sale un músico. Todavía no conozco a un alemán que no sepa tocar un instrumento o no entienda algo de música. Parece que lo llevan en los genes al nacer. Envidiable y admirable. Brindis y buenos deseos. Paraguas y abrigos contra la nieve que cae desde hace ya varios días, cubriendo la ciudad con un suave manto que ofrece la mejor postal invernal.\n\nLamentablemente, con el tiempo y la influencia social se han vuelto algo consumistas. Hasta hace unos años sus puestos solo exhibían alimentos dulces o salados que se suelen consumir aprovechando este tiempo, además de los típicos elementos artesanales para decorar. Los kuchen alemanes son una muestra única de pastelería. No he visto en ningún otro lugar una oferta tan amplia, tan deliciosa y tan antidieta de confitería en general como aquí. En los mercados navideños es muy típico, entre otras delicias, el BAUMKUCHEN. Imposible de traducir, pero para que os hagáis una idea: baum es árbol y kuchen pastel. Se trata de algo muy especial: necesita mucho tiempo para hacerse, poco a poco, y enrollado en una especie de palo metálico que da vueltas sobre sí mismo y sobre una fuente de calor. De ahí que tome la forma del tronco de un árbol.\n\nAlgo que apasiona a los países de Centroeuropa es la decoración "temática": navidad, pascua (nuestra Semana Santa), carnaval, otoño...y tienen un gusto único por su elegancia y sencillez. Los artesanos de cada región utilizan materias nobles y otras que ennoblecen. Hoy en día en los puestos se puede ver casi de todo...y generalmente a precios excesivos. Pero si uno sabe moverse bien, puedes encontrar a ebanistas con juguetes preciosos, otros antiguos de latón o metales diversos, cerámica, belenes tradicionales, talleres de velas y de cuero. Y sí...sí, sí, el delicioso Glühwein alemán o Vin chaud francés, en cristiano: vino caliente. Un manjar para los sentidos y una medicina para los habituales catarros que traen los fríos. En torno a improvisadas mesas, de pie, nos protegemos del invierno con el calor humano, apretándonos unos a otros y bebiendo delicioso vino especiado calentito...con moderación.
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