En días como hoy, cuando la nieve ocupa el campo de mi visión desde la cama, me da por elucubrar. Ayudará el hecho de estar postrada por un principio de bronquitis, tiempo que aprovecho para leer ávidamente entre tos y tos, trago de infusión de hierbas mágicas-garantía del mercader- y más toses.\n\n \n\n
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A través de la ventana veo la cortina de copos níveos, que bailan entre ellos acomondándose en su viaje inevitable. La suavidad de su caída, la levedad con la que parecen girar sobre sí mismos y pararse un momento para inmediatamente seguir su vuelo, me hace desear convertirme por un momento en uno de ellos, y bailar mecida por la inercia de la caída.\n\n \n\n
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Un poquito así me he sentido las veces que he saltado en parapente. Parte del insondable espacio áereo. Parte de esa belleza que significa la libertad –o cuasi- en vuelo perfecto en caída –cuasi- libre hasta tomar tierra, dulcemente. \n\n
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