Viajar no quiere decir solamente ir al otro lado de la frontera, sino también descubrir que siempre se está en el otro lado. Claudio Magris, "El infinito viajar"
\nAunque el invitado de honor de la Feria del libro de Frankfurt haya sido China, (entre otras cosas, se ha "discutido" sobre los derechos humanos que no se "discuten" allá) hoy Italia ha sido especialmente homenajeada: el gremio de libreros de Alemania ha entregado el Premio de la Paz al escritor, germanista, traductor -y ex-senador- Claudio Magris. Un escritor al que le gusta escribir en cafés, rodeado del silencioso murmullo de las tazas y las conversaciones a media voz, el ir y venir de los camareros, el ir y venir de los clientes, el ir y venir de Europa misma. Un italiano que representa a esa Italia tan querida y alejada de lo que representan Berlusconi y pandilla.
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Aprovecho para hacer una cuña viajera-cultural y volar con la imaginación y la música a esa bella Italia, la de la dolce vita y la diversidad, la de la inmensa literatura, la de Magris y la de Baricco, la de Eco y Calvino,de Horacio y Dante, de Rafael y Miguel Angel, del arte sin tiempo, la Italia del "Azzurro" de Paolo Conte, de los míticos trenes de Tozeur de Battiato, y por un instante quiero creer que la Gomorra de Saviano dejará de ser.\n\n\n
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Llego hasta un kaiku más actual -gracias, Ramón Lobo, por traer estas pequeñas joyas hasta mi portátil; sigo en vespa por Roma o por cualquier rincón perdido, acompañada por el silencio sabio de Nani Moretti...
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Conocí a Magris al leer sus relatos viajeros. Él mismo es casi 24 horas un viajero, interesado por la identidad propia y la de una Europa a la que él mismo dió nombre: Centroeuropa. Nacido en una zona "de frontera", nadie como él puede entender y comunicar qué es la búsqueda de la identidad.
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Precisamente en las aulas donde hoy enseño Español, se licenció Claudio Magris en Germanística. Su presencia se nota más allá de las paredes de una universidad que hoy se considera "de excelencia", entre otras seis universidades alemanas. Ciencias, Filosofía, Literatura, Artes...la universidad debería ser el trampolín para mejorar el mundo. Eso pensaba yo, aunque no siempre los sueños se vuelven realidad. Sin embargo, algunas aulas han soltado al mundo algunos imprescindibles -vocablo evocado por culpa del blog de Ramón Lobo.
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Pensé en cuáles eran mis "imprescindibles", al leer el post de Lobo. Mandela? Aung San Suu Kyi? Gervasio Sánchez, tirando más para casa? Obama? Magris?
A veces los premios ayudan a creer que ese "otro mundo" del que hablaba otro imprescindible: Saramago, es posible. A Magris le han premiado muchas veces, por representar como pocos a través de sus ensayos y artículos la convivencia entre países, por luchar por una Europa sin fronteras, solidaria e integradora, con respeto por todas las culturas. Si los premios, como el concedido a Obama, pueden conseguir que esos sueños se hagan realidad, bienvenidos sean. Como todos los que se le podrían dar a Mandela. O a la "Mandela asiática", Aung San Suu Kyi. O a todos los iraníes que resisten. O a cualquier ciudadano que intente vivir coherentemente en el mundo que todos clamamos (ya, anglicismo) en las sobremesas o en los blogs.
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