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 Piratas. Es el nombre del mejor, y más concurrido, abrevadero humano de Victoria, capital de las bellezonas Islas Seychelles. Para ser exactos, el lugar responde a "The Pirates Arms" y allí, entre cócteles -con alcohol o sin- teñidos de coco, cocina criolla y crepitante y música folclórica, matan las horas lugareños, turistas y piratillas, con red al cinto -perdón: faenadores-, de la pesca, llegados de la España que no se sabe si es y si se sabe que no quiere ser. Alto el pabellón, pero ¿qué pabellón...?\n\n\n\nLa música seychellois es cadenciosa y al tiempo vivaracha, ecuatorial como el escenario, como el nadar de los atunes en el Indico que muda de escarlata a oro, y en el Piratas se acompaña con respeto concertual y alegria comedida. Esta, la alegria plena -o absurda- se reserva para el casino que también es el Piratas, lugar de perdición o encuentro, según la disposición de las mismas hadas que mueven la ruleta a la que, muy seguramente, juegan, sin comerlo ni berberlo, sin siquiera imaginarlo, los atunes. Los pocos, afortunados o desafortunados, que van quedando. \n\n\n\nPartiendo del Piratas, en la avenida de la Independencia, y virando a estribor en la Torre del Reloj, la Francis Rachel Street, te lleva en un tórrido paseo diurno,o en un fresco caminar nocturno (preferible: las noches gloriosamente estrelladas, los olores que son fragancias), entre jardines con floresta del paraíso -e inmensos cangrejos que, como tanques, trajinan su campo de batalla: mal lugar para quedarte dormido-, tras superar la Biblioteca Nacional, dejar a un lado el Estadio y ya aproximándote al Botánico, te lleva, digo, al puerto. Territorio oscuro, hostil. con otro tipo de perfume. Huele a atún, una vez superada la verja aduanera en el Puerto de Victoria. Son las factorias de esa España que, ¿lo es?. Huele, o hiede, según el viento. Y la noche pasa a ser trinchera.\n\nVictoria, con playas de ensueño y lujuria a pocos minutos de trayecto, es una pequeña población. Con un botánico colosal. Con un mercado palpitando especias. Con un calor perenne que solo se refresca con nocturnidad o con la alevosía de un aguacero  inesperado. Victoria, ahora en las pantallas de todos los telediarios, es la capital de las Islas Seychelles -apenas cien mil habitantes, 156 islas de las que más de un centenar, deshabitadas, con apenas 500 km.cuadrados de territorio pero, territorio insular esparcido a lo largo y ancho de ¡¡¡1.340.000 km cuadrados!!!- índicos, y la única ciudad que responde a tal nombre con propiedad. Mascarón de proa de las islas y de la isla, de Mahé, la principal. Lugar donde querría transplantarme para los restos. Sin gana alguna de importunar a los atunes. Mahé, Seychelles, reune todo aquello que serviría para construir el paraiso de cualquiera.\n\nOcurre que hay quien piensa, al idear ese paraiso, en atunes. Y no en adorarlos. En dorarlos. A la plancha. Con o sin escabeche. Siempre con escabechina. Asi pues, la infinidad de millas marinas territoriales de las Islas Seychelles, son una bicoca atunera para codiciosos de latitudes desconocidas y ya, por supuesto, esquilmadas, sin...atunes que llevarse a las redes de pesca, armas de destrucción masiva de cualquier "faenador". Con ellas se han trasladado al dócil, y todavia fértil, Indico, a las florales Seychelles y, extramares, a aguas\n\n\n\n\n\n\n\n\n\njurisdiccionales, de paises terceros -Kenya, Tanzania..._ o paises sin tercio ni jurisdicción: Somalia. Y allí han levantado la veda, intensivamente. Con focos-trampa si es preciso y para magnificar ganancias. Amasando y arrasando. ¿A cambio de...?. ¿Trabajadores de qué..?.\n\nEnarbolan una bandera que les es afecta más que conveniente, en contraposición a otra que odian. Pero apelan no a aquella sino a esta, y a lo que representa -ejército ¿ya amigo? incluido- cuando, superada la línea, de seguridad y al tiempo de depredación, su atraco es pagado con atraco. Que en Canadá o Irlanda sería "captura" -""capturado un pesquero..."- pero que en estas aguas celestiales, sin Dios ni dueño, es...secuestro: "secuestrado un pesquero". Y es con voz en el otro cielo como se clama contra lo que se tercia, menos contra el armador o el patrono. Y nadie se acuerda de Seychelles y de lo que realmente estos faenadores están haciendo en sus aguas. Ellos, ahora y además, son españoles. En esta hora que marca la Torre del Reloj en Victoria, Mahé, Seychelles, Africa insular, y para los restos, los otros, somalíes supongo, quienes entienden o creen entender dicen: son piratas.\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n
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