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  • Mar Adentro, mar adentro,
    y en la ingravidez del fondo,
    donde se cumplen los sueños,
    se juntan dos voluntades para cumplir un deseo.
    Un beso enciende la vida,
    con un relámpago y un trueno,
    y en una metamorfosis, mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
    es como penetrar al centro del universo.
    El abrazo más pueril,
    y el más puro de los besos,
    hasta vernos reducidos
    en un único deseo:
    Tu mirada y mi mirada,
    como un eco, repitiendo sin palabras:
    más adentro, más adentro,
    hasta el más allá del todo, por la sangre y por los huesos.
    Pero me despierto siempre,
    y siempre quiero estar muerto,
    para seguir con mi boca
    enredada en tus cabellos.
    Ramón Sampedro.
    \n
    Al estar muy muy cansados, nos levantamos a las 12, y entre que nos arreglamos y comimos y medio nos peleamos porque casi no ayudo al preparar la comida (nadie me ayuda para lavar los platos!), salimos hasta pasadas las tres.
    Fuimos al cine, a uno que está sobre la Gran Vía. Un cine hermoso donde la taquilla es de rejillas, con un espacio circular para por ahí hablar con la boletera tras el cristal. Entras por uno de los laterales y llegas a la sala, inmensa, roja, con la cortina que cubre la pantalla del mismo color. Los boletos son numerados, buscas tu fila y te sientas, las butacas están casi todas al ras y hay en las paredes unas luces que se asemejan lejanamente a candelabros. Un cine inmenso, bello.
    Y para rematar esto, la película. ¿Qué se puede decir acerca de Mar Adentro? Una película que se ha convertido en un punto de inflexión a mi gusto, no sólo personalmente, sino también para la relación, por lo que significó venir a verla a este cine, por el mensaje y reflexión de la película, por el poema, por el verla y hacer breves comentarios, por sabernos ahí, en un cine de la Gran Vía, porque saliendo íbamos a ir caminando hacia Argüelles y luego entrar a una tienda argentina donde compraríamos mate y el señor que atiende cantaría a dúo con Ro.
    Y ese sería otro punto de inflexión en el día y quizá de la relación porque ¿qué hago yo en este día en que lo escribo y me acuerdo, y lloro? Por la emoción de saber que es mi pasado, nuestro, y que no importa lo que pase, es lo único constante, y ahí estuvimos, con nuestras bocas enredadas en nuestros cabellos, disfrutando de la película, juntos los brazos en las butacas, saliendo del cine al frío, juntos, y sabiendo que hay que disfrutarlo, disfrutarlo porque puede ser todo esto lo único que sea de verdad y real en nuestras vidas, y lo demás sólo sea un eco de estar aquí, bajando hacia la Plaza de España, con estas lágrimas que escribo porque quizá, quizá hoy tengamos que poner la yerba de ayer a secarse al sol, porque la yerba, fresca, esos momentos, se han ido...
    Ro me dejó en mis cursos, se fue a leer a su línea, a su ramal. Hoy no estuvo Recaredo en la clase, llegó un señor pelón, con las órbitas de los ojos casi saliéndosele, se llama Jesus Ferrero. Ha sido, sin duda, la mejor clase del curso.
    Cuando estés solo en la vida,
    cuando no tengas ni fe,
    ni yerba de ayer secándose al sol,
    yira,
    yira...
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  • 2010-11-17 04:59:35
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  • 17 Noviembre de 2004
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