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  • Hoy tuve mi intensísimo curso de negociación.
    Me tuve que levantar muy temprano, para la casi una hora de camino que ya sabía que me esperaba con le transbordo y de ahí hasta República de Argentina. Los cursos también son en Tomillo.
    Iba a ser un día de ocho horas repartidas en dos bloques de cuatro. Muy buen ambiente. Nos presentamos todos e hicimos representaciones padre-hijo y para la recolocación (esa palabra se usó) de empleo.
    Hicimos un breve descanso a las dos horas y fuimos a un centro de investigación que me acabo de enterar que está enfrente, y fuimos todos por un café. Hablé tantito con Ángela y me acuerdo que no me entendió lo que le pregunté (ya ni me acuerdo qué fue), porque me explicó que la clase seguía al rato porque íbamos a ir enfrente a por un café. Recuerdo haberme sentido un poco torpe, porque parece que no sabía de qué iba todo aquello. Platiqué con un sindicalista calvo, de ojos muy saltones. Y una que otra frase con los demás. No voy a decir que me ignoraron, pero tampoco me integraron mucho, aunque reconozco tiendo yo a aislarme en esas situaciones, pero estuvo agradable.
    Hicimos más dinámicas y a las cuatro horas fue el receso largo de una hora.
    A todo esto, Ro se había quedado en casa. Desayunó y escombró las cosas de la sala y lavó la ropa con Anita de compañera. Luego hizo de comer. Ya nos habíamos puesto de acuerdo sobre la hora en que sería mi receso así que cuando yo salí ella ya estaba ahí. (Ah! Aquellos tiempos cuando no había móviles y nos poníamos de acuerdo desde antes porque no había manera de avisar ni de contactarnos con todos al instante... Me gusta eso, hay mucha dependencia al móvil/celular...). Me llevó pasta (sopa de codito) y atún. Se le olvidaron las galletas. Estuvimos platicando, mientras yo comía, afuerita de la fundación, en una banquita coqueta de piedra. Nos estuvimos contado que había pasado con nuestros días. Todos empezaron a regresar y yo estiré un poquito el tiempo para meterme, y entré un pelín tarde.
    Ella se regresó, mientras el viento arreciaba y tiraba más hojas al piso. El viento del otoño.
    Metió la ropa y leyó mucho y siguió con su bolsita que está haciendo. Yo mientras participaba en una dinámica donde hacíamos equipos y teníamos que convencer a los demás de por qué tenían que apoyarnos y ganábamos puntos. ganamos, tanto a nivel individual, como colectivamente; el juego se llamaba "x y y". Lo mejor fue que se me ocurrió, cuando me preguntaron, que no llamáramos los "tlaxcaltecas" y casi nadie podía pronunciarlo. Mañana seguirá el curso. Hoy fueron ocho horas. Mañana serán cuatro.
    Llegué a casita. Platicamos un rato y luego ya todos juntos, jugamos pictionary. Ya a estas alturas está claro que quien tiene a Gabo en su equipo, gana, así que nos lo peleamos.
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  • 2010-11-27 03:01:06
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  • 27 Noviembre de 2004
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