PropertyValue
opmo:account
is sioc:container_of of
sioc:content
  • Recuerdas hoy, 30 de noviembre de 2010, un día así, hace nueve años? Recuerdas hoy, 30 de noviembre de 2004, un día así, hace tres años? Recuerdas hoy, 30 de noviembre de 2010, este día, hace seis años, en Toledo? Sé que sí. Que cierras los ojos y estás ahí, y recuerdas, hoy, hace nueve, hace seis, hace tres años, también hace uno, hace ocho, porque todos son treinta, en el mes once, y son 30 de noviembre...
    Recuerdas que hoy, nos levantamos temprano, nos hicimos unos sandwiches, y salimos a la estación de autobuses, y llegamos ahí aún de mañana? Sí, lo recuerdas. Sé que recuerdas que llegamos y todo en nosotros era sonrisas por que es un año más, y que tuvimos que esperar muy poco porque los autobuses salían cada hora y faltaba poco para que dieran las diez, y entonces luego de comprar los boletos, amarillos, bajamos por unas escaleras eléctricas, poniéndonos del lado derecho de la misma, para dejar pasara a aquellos que corren para alcanzar otro autobús, mientras nos besábamos abrazados, y entonces al llegar a la parte de abajo deshicimos el abrazo para cambiarlo por una andar de manos. Recuerdas que nos subimos al autobús del lado izquierdo? Recuerdas que yo estuve del lado de la ventana porque si no es así, me mareo? Recuerdas que el día estaba nublado y en alguna parte cuando cruzamos la sierra, empezó a llover, pero muy poco. Sí, lo estás recordando. Ahora recuerdas que hicimos una hora de camino, y llegamos a una estación pequeña, con las ventanillas de los boletos al fondo, bajo una luz pálida de hospital, y que los baños de mujeres estaban en el extremo izquierdo y los de los hombres en el extremo izquierdo, y máquinas de dulces y refrescos en varios puntos, rodeando todo filas de asientos de plástico, que ya no recuerdo si eran naranjas o azul rey. Recuerda que saliendo había un restaurante con una pared color arcilla en lo alto de unas escaleras, y si girábamos la cabeza, arriba, no muy lejos se veía el centro de la ciudad
    Te has dado cuenta que a las ocho y diez de la noche de hace nueve años, de hace tres, en España ya eran las tres y diez de la mañana del primero de diciembre? Te das cuenta que casi, sólo por doce horas, no es la hora de la borra del café de Mario, porque ahí eran las tres y diez de la tarde? Te das cuenta que aquí podemos festejar el treinta y también el primero?
    Recuerdas cuando nos pusimos en la calle y muchos coches que bajaban, más de los que subían y nos fuimos en un un camión que nos dejó a un lado del alcázar, que sigue cerrado? Recuerdas que de ahí nos fuimos caminando bajo las nubes cerradas, hacia la Catedral, esa Catedral que yo tantas veces te había mencionado y contado y emocionado porque era y es la que más me gusta? Ya recuerdas cuando entramos y recorrimos sus laterales, el inmenso coro de madera con escenas religiosas en cada uno de los lugares de sus miembros, el techo altísimo en el que hay que girar la cabeza noventa grados o más para poder verlo bien. Ya recuerdas la parte trasera del altar principal, a la vuelta, donde hay cielos y ángeles esculpidos, suspendidos casi en su totalidad, casi como si volaran. Lo recuerdas? Sí, sé que lo recuerdas, porque es treinta de noviembre y te acuerdas de cada uno de ellos. Recuerdas que vimos el Tajo? Recuerdas que ahí abajo estaba, aún un río muy pequeño, tímido, un niño en crecimiento que pocos días después nos volvería a saludar convertido en un adulto, un gigante, como el mar, allá en Lisboa? Recuerdas las laderas de tierra, los matorrales y su corriente no rápida, no lenta? Y así también seguro que recuerdas las calles aledañas a la gran iglesia, donde vimos tiendas con las espadas tanto de moros como de los caballeros, unos muy parecidas a la mía, y vimos armaduras y escudos, y muchos tableros de ajedrez, como aquél que estaba ahí, en una tienda frente a la cafetería (aunque me estoy adelantando) y maravillados vimos que tenía tres lados, un ajedrez para tres personas bajo un tablero blanco, con piezas color hueso, color sangre y color árbol. Recuerdas que no enteramos que aquí hay una mezquita? Recuerdas que la vimos por fuera pero no entramos? Recuerdas el arco, la fachada? Recuerdas que antes de eso seguimos caminando y nuestros tenis hacían un ruido que se perdía con las conversaciones y el acento, y una moto y otra que pasaba, y nuestras pisadas casi nada, silenciosas sobre las piedras húmedas?
    Te has dado cuenta hace poco más de dos años, estábamos en mi coche, fuera de tu casa, un día igual lluvioso de marzo, platicando sobre cómo sería vivir en Madrid y pasar un treinta de noviembre ahí?
    Recuerdas que en casi todas las tiendas de afiches para los turistas, había Toledana, que era el metal negro con vivos en dorado, casi siempre en platos ornamentales, el fondo, sí, negro y los vivos que iban y venían, milimétricamente hasta formar simetrías en toda la circunferencia de un hilo amarillo oro. Recuerdas que también a la hora de la siesta cerraron muchos lugares y empezó a llover, una llovizna que conforme nos acercábamos a la casa del Greco disminuyó, pero cuando salimos ya era lluvia. Recuerdas la casa del Greco? Recuerdas que estaba algo escondida? Recuerdas que se ve que es muy antigua? Que nos cobraron muy poco para entrar? Que estaban los retratos de los apóstoles con su inconfundible estilo, alargados y azules, delgados y ojos que saltan? Recuerdas el piso de madera. Sí, y que había poca gente, recuerdas que hacía frío, y que cada vez hacía más. Que ya empezaban a doler las piernas, por el cansancio de las caminatas de hoy y de todos los días. Recuerdas que no dijimos nada, porque no sabíamos si sí nos gustó El Greco o no, pero en sí no lo platicamos porque cuando salimos nos tuvimos que ir en fila, pegados a las paredes y con el ligero cobijo que nos daban los tejados contra la lluvia que ya caía, no tormenta, pero sí ya lluvía y que esos tejados ya poco a poco dejaban de ser cobijo porque el agua se acumulaba y entonces también ellos goteaban, más espaciados, pero con gotas gordas, que se sentían más en los cabellos, en tu gorrito, en las mejillas, en el brazo húmedo, en el costado de un lado más húmedo que el otro. Recuerdas que nos fuimos a donde estaba su más famosa pintura, el Entierro del Conde de Orgaz? Recuerdas que por la hora o por el precio, creo que fue por la hora, no entramos a verla? O quizá era porque estaba cerrado por una visita especial, no lo sé, todas me suenan coherentes. No, creo que recordar que por el dinero no fue, creo que fue por la hora, porque cerraban muy temprano y si bien había gente dentro, ya no dejaban pasar a nadie. Tú lo recuerdas? No importó, porque siempre hay algo que dejar de hacer a donde vayas, para que siempre haya motivos para volver.
    Te has dado cuenta que hoy es martes, igual que hace seis años, pero no igual que hace nueve, porque ese día fue viernes?
    Recuerdas si estaba cerrado el lugar del Conde de Orgaz porque era de esos lugares públicos que no cierran en lunes y sí en martes? Recuerdas todas las fotos que íbamos tomando por el lugar? Cuál es de la que más te acuerdas? Yo te digo, un poco más adelante, que eso fue en la noche. Mientras, mientras recuerda que nos comimos nuestros sandwiches, y nos peleamos, hoy, treinta, nos peleamos, y seguimos caminando ya que la lluvia había bajado, y vimos niños que ya habían salido del cole, y las mamás y coches pequeños, y las palomas, y el cielo que seguía cerrado pero ya no mojaba. Recuerda que cuando ya empezaba el atardecer menos perceptible por las nubes, vimos la panadería que tiene en un cristal la fachada de la Catedral de aquí, pero hecha en su totalidad de mazapán. Recuerdas esa foto? Recuerdas que ya no estábamos enojados? Recuerda que fuimos a tomar chocolate,a una cafetería de ensueño, porque tenía aparadores el frente y espejos en las paredes de los costados. Y yo recuerdo, quizá tú también, que el lugar era un poco rojo, un poco naranja. Y recuerda que estaba ya adornada con motivos navideños, y dentro había muchos niños y pocas madres para calmar a todos los chicos que gritaban y se bajaban y pedían algo, y se distraían y nosotros ahí, brindando y festejando con una taza de chocolate entre las manos para calmar el frío que crecía conforme la noche hacía lo mismo. recuerdas que salimos cuando ya casi era de noche? Recuerdas que nos detuvimos una vez más para no olvidar la cafetería y nos detuvimos frente al mazapán para no olvidar la fachada de la Catedral?
    Recuerda que que ya con la noche nos tomamos unas fotos, en un callejón bellísimo, con sus balcones y sus rosas en los balcones, y las farolas ámbar, una prendida aquí, y otra ya en el fondo que la curva de la calle no deja ver más que su estela amarillenta que ilumina la pared contraria de portones y ventanas y más balcones. Recuerda que la foto no salió bien; por la poca luz, pero no importa, aquí está conmigo, en mi cabeza, una foto tú, otra yo, con las piedras mojadas del suelo y una gota que nace de la farola, ámbar, y termina negra, gris, color de piedra, fragmentada en cientos de gotas que por un instante volvieron a ser ámbar, antes de ser eternamente negras. Recuerdas todas la calles que caminamos? Recuerdas el taller de un carpintero donde había muchas cruces? Recuerdas su taller en una calle perdida de Toledo? Recuerda, recuerda porque lo viste; recuerda una luz blanca que salía de sólo una de las paredes del taller, y era la única luz de los alrededores porque las farolas prendidas estaban muy distanciadas y la calle era casi negra, pero ahí estaba el taller, con su luz blanca y una mesa larga, y cruces y una sierra y una persona ya casi anciana dentro, con un mono rojo encima de sus ropas azules, y sus lentes y su complexión mediana y su soledad. Recuerdas que no se dio cuenta que pasamos por ahí? Recuerdas que estaba concentrado en su trabajo? En una entrega urgente, o en un trabajo con tiempo de sobra pero que mejor prefirió hacer de una vez? Y el no lo recordará pero nosotros sí, porque hoy es treinta de noviembre y hace tres años que festejamos esta fecha.
    Te das cuenta de la Suerte?
    Recuerdas que fuimos a las afueras de la ciudad? Sí, sí, recuerda la muralla, alta, espesa, y la entrada medieval por donde sí podían pasar los coche y sí, uno que otro entraba, pero la mayoría pasaba de largo por esta calzada a un punto de convertirse en tráfico y que tanto trabajo nos costó cruzar por lo mismo, para tener una mejor imagen de la fortificación que era el centro de la ciudad. Recuerdas esa foto? recuerdas cuando regresamos como nos metimos por ella, por la entrada principal de la ciudad? recuerda que caminamos por más calles de noche, donde había bares y una charcutería, y un locutorio, y una verja negra junto a unos escalones y un jardín minúsculo que se jactaba de tener un árbol en él. Recuerdas a un grupo de africanos que andaban por ahí? Recuerdas a los jóvenes con mochilas y cuadernos que iban, supongo, a sus hogares? Recuerda que caminamos y la ciudad seguiría ya mezclando las sombras con el ámbar para despedirnos, porque ya era hora de partir y regresar a casita. Recuerda cuando regresamos a la estación con sus luces blancas, quince minutos antes de la hora de partida del autobús, a las ocho. recuerda que te sentaste rendida en una de las butacas naranjas o azul rey mientras yo fui al baño y luego ví las máquinas de dulces pero no compre nada. Recuerdas que nos dieron las ocho y diez camino a Madrid?
    Yo recuerdo todo esto muy bien, porque hoy es treinta de noviembre. Porque festejamos el estar juntos, un aniversario. El tercero. Y recuerdo cuando llegamos a la ciudad y el metro. Y que con las pocas fuerzas que teníamos ya llegamos a Urgel y subimos y no cabía yo de la emoción. Porque el día aún no acababa, aún faltaba una cereza, recuerdas? Recuerdas que llegamos y saludamos a Gabo y a Clau, y les contamos de lo que hicimos, de lo vimos. Recuerda que nos quedamos ahí y cenamos y no lo sabes, pero no cabía de emoción porque aún estaba ahí abajo de la cama mi regalo. Y fui por él. Y te lo dí. Tu abrigo, el de la tienda de Puerta de Toledo. Y recuerdo que te lo pusiste y lo hermosa que estabas, radiante y feliz. Porque hoy es treinta de noviembre, recuerdas?
    Y dormimos bajo el cielo madrileño, una noche para festejar y reírnos, una noche, qué más da, aquí seguiremos mañana, pero con un año más, un feliz año más... Lo recuerdas?
    Y como cada treinta, te digo: felicidades, muchas felicidades. Aquí. Y En Madrid...
sioc:created_at
  • 2010-11-30 05:59:15
is sioc:creator_of of
is opmo:effect of
sioc:has_container
sioc:has_creator
sioc:has_reply
opmo:pname
  • http://lacomunidad.elpais.com/cronopios/2010/11/30/30-noviembre-2004 (xsd:anyURI)
sioc:title
  • 30 Noviembre de 2004
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all