LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM_CRONOPIOS_2010_12_12_12-DICIEMBRE-2004

Mi rutina fue la misma: despertar, comer, pastilla, leer hasta dormir, despertar, comer, platicar, dormir, comer y dormir.

Angelito estuvo con Ro toda el día. Estuvieron los dos muy campantes limpiando la casa y yo oí sus risas, cuchicheos y más risas.

Sacaron algunas cosas que estaban bajo la gaveta; como una ciruela que ya llevaba quién sabe cuántos días ahí. Si no me invento cosas, las ciruelas las compró Gabo. Entonces lo que sucedió fue que Gabo se estuvo comiendo todas las ciruelas de la bolsa. Gabo se tardó mucho en comer todas las ciruelas de la bolsa. Había una ciruela que ya estaba más madura que las demás, pero Gabo cuando tomaba una, las prefería más tiernas. En su punto idóneo de madurez, esa ciruela no fue elegida por Gabo porque ese día ya iba tarde para la escuela y no eligió, simplemente metió la mano y sacó la primera que sintió. Esto fue un jueves, luego, ni viernes, ni sábado ni domingo, Gabo se llevó ciruelas para el metro porque no hubo metro hasta llá, porque no hubo clases. La ciruela entonces pasó del estado óptimo de madurez el jueves, al primer día de decadencia el viernes, a los primeros síntomas de blandura o descomposición (pero por respeto a la ciruela, diremos que de blandura) el sábado, a un estado más agudo de esto el domingo. Cuando llegó el lunes, Gabo sintió la ciruela, y pensó que ya debería comérsela, aún no le haría daño y así ya se libraba de la ciruela al borde de empezar a llamarla "podrida", pero Gabo no hizo eso, dijo que mañana no cambiaría mucho y mañana se la comería, que hoy mejor esa que tomó porque está en su punto óptimo de madurez. Luego fue otra y luego otra. Hasta que un jueves sólo quedó la ciruela ya con manchas negras y blancas, muy dudosas. Luego nos fuimos a Portugal, o quizá no, quizá todo esto sucedió en muy poco tiempo, pero lo más seguro es que no, que esto haya sucedido antes de Portugal, y gracias a la congeladora que es Madrid, la vejez de la ciruela fue lenta y agonizante. Para cuando hoy, Angel y Ro la sacaron. Vieron una mancha amorfa que casi les habla y les da la s gracias porque por fin le iban a dar término a su sufrimiento. Y todo por Gabo, que no se la comió por el fin de semana que se atravesó. Y ésta es la historia de la Ciruela que Ro y Ángel encontraron.

Lo que no había comentado, es que cuando nos fuimos a Portugal dejamos unas luces prendidas y la grabadora sonando. Se entiende que venimos de un país que no es la dicha de seguridad, así que llegamos al consenso de que lo mejor sería que aparentáramos que había alguien ahí.

Al salir aquel tres de diciembre, bajamos las persianas casi al máximo (o mínimo, ya que es para abajo) y prendimos la luz del pasillo y de un cuarto (o de los dos, eso sí ya no lo recuerdo) y pusimos la grabadora en Kiss FM (nuestra estación de radio de música de fondo para todo el tiempo que estamos en la casa) a un volúmen bajo. Una de las preocupaciones lejanísimas (pero que estaban ahí, si no, ni lo hubiésemos mencionado) que teníamos mientras andábamos en tierras lusas, es que regresáramos y encontrásemos la casa quemada. Ya se ha leído aquí que la casa tiene algunos desperfectos, entre ellos la electricidad que ha fallado con los fusibles. Pero bueno, evidentemente eso no sucedió.

Ese día que Ro y yo llegamos de nuestra huida, le cambiamos de estación y estuvimos oyendo en lo que nos dormíamos, un programa donde hablabas y te ponían una canción en otro idioma y tú decías qué parecía que estaban cantando, para la posteridad se quedará esa canción de TATU, la de Not Gonna Get Us, en ruso.

Curioso, recuerdo que esa vez, pensé que por fin estábamos en casa, que me acordaría de esa canción que sonaba en el momento que entramos, como una canción de tranquilidad luego de la angustia.

No recuerdo cuál era...