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  • Llegamos a París!\n\n

    A eso de las doce y media de la tarde, el bus entró en la central de autobúses de París ( o una de las que hay). El viaje no empezó del todo bien, ya que nos enojamos con Clau y Gabo, ya que se tardaron una hora viendo lo de sus boletos: ellos no se van a regresar a Madrid al término de este viaje francés, se van a seguir a Bélgica. Y entre que iban y venían y las filas que había perdimos una hora. En algún punto estábamos Ángel, Ro y yo, ya en la parte que conecta la estación con le metro, viendo a todos los paseantes ir y venir. \n\n

    –Está viejo, feo y sucio! –dijo Ro en su impresión del metro francés. La gente, al contrario de mi opinión de ellos, le pareció simpática.\n\n

    Yo no, yo estoy un poco aterrado de estar aquí, mi idea de los franceses es de gente que te ve feo cuando les hablas en inglés (se entiende... pero es el único idioma con el que me puedo comunicar aquí!). Lo bueno de esto es que Angelito viene con nosotros y él sí sabe hablar el idioma, así que desde ahora digo que la frase más utilizada estos días va a ser:\n\n

    –Angelito, qué dice?\n\n

    Frase que acabría traumando a Ángel. \n\n

    Por fin Gabo y Clau aparecieron ya con sus problemas de tickets resueltos. Hubo algo de recelo en Ro y en mí por el hecho de que ya en estos días va a ser cumple de Ángel; nos va a tocar en Madrid, apenas regresando, y aún sabiendo esto, Clau y Gabo prefirieron irse. Un amigo es un amigo! A lo que seguramente ellos contestarían: Pero Europa y el viajar es Europa y viajar! Así que ya nos ahorramos discusiones que al final, no van a llegar a nada, pero no comenzó bien el viaje.\n\n

    La dirección del Hotel decía: Chemin Vert, número ciento veintialgo. Así que nos pusimos a revisar el caótico mapa del metro de París, vimos donde estaba Chemin Vert y seguimos la ruta que teníamos que tocar. Que me acuerde, no tuvimos que transbordar ni una sola vez. El metro, por cierto, además de lo establecido por Ro, está carísimo.\n\n

    Salimos a Chemin Vert contentos porque ya estábamos en la calle del hotel y sólo habría que caminar un poco y dejar ahí las mochilas… Pero no! Sucede que salimos en la parte donde empieza la calle, y dado que nosotros íbamos hasta el número ciento veintialgo, pues la caminata fue bastante larga. A eso hay que sumarle que cuando íbamos a la mitad, empezó a chispear, que cuando llegamos algo cansados a la dirección, se había convertido a una ligera lluvia, pero ya, ahí estábamos y ahí, también, estaba la mamá de Ángel, Magaly (su tía)… y mi mamá. Arriba de la escalera, a punto de bajar, luego de meses de no verla ahí estaba mi madre, muy contenta de verme y yo, lo admito, algo reacio, aún ahora que ya no podía hacer nada, de que estuviera ahí. \n\n

    Nos quedamos los cinco (Ángel, Clau, Gabo, Ro y yo) en la misma habitación. Aquí no hubo problemas todavía, ya que el recepcionista no se daba cuenta de que planeábamos quedarnos en una misma habitación, más personas de las que estaban permitidas por el reglamento del hotel. Eso fue después. \n\n

    Uno de los momentos que más recordaré de nuestra estancia en París, fue cuando íbamos todos en el metro, camino de la Torre Eiffel. Los únicos que veíamos hacia el lado izquierdo del vagón, éramos Ángel y yo. Los demás, por alguna extraña razón de cómo se sentaron o iban parados, tenían la vista hacia el lado derecho. En una de esas partes del metro donde vas por casi arriba de la ciudad, donde se ven increíbles vistas, apareció la Torre. Ahí, luego de que unas casas cuyos tejados nos impedían la vista se fueran, apareció la Torre Eiffel. Yo recordaba de un año antes mi primera impresión de verla. Es increíble. Uno a lo que algo está acostumbrado a ver en fotos, en la tele, en pinturas, y de pronto, pum, está ahí, en vivo, frente a tus ojos. Ángel también la había visto, así que no fue tanta nuestra sorpresa cuando la vimos. Sólo quedaba visible para nosotros por lo que he comentado acerca de las perspectivas que todos teníamos. Le dije a Ro:\n\n

    –Mira –. Señalando con la cabeza a sus espaldas.\n\n

    Recuerdo que aún no era de noche. Pero había nubes y ya estaba empezando el atardecer, así que el cielo era entre azul rey y gris. Lo dije lo suficientemente alto como para que los demás me oyeran. El punto fue que todos al unísono voltearan y vieran la Torre. La expresión de júbilo y contento fue para enmarcarla. Todos abrieron la boca y los ojos y exclamaron “Ah!” o “Mira!”. Los pasajeros franceses con los que compartíamos vagón, sonrieron y un señora recuerdo que le dijo algo a Ángel, que dentro de mi muy rudimentario francés, entendí y medió risa. Ángel le contestó y ella también se rió. No recuerdo ninguna de las palabras. Me emocionó mucho sobretodo ver la alegría de Ro de estar ahí, en París, juntos, viendo la Torre Eiffel. \n\n

    No fuimos directo a ella. Primero comimos-cenamos en un restaurante italiano. Algo rápido, ya que todos queríamos subir. \n\n

    Fuimos y para nuestro alivio, el frío y la neblina al parecer ahuyentaba a los turistas. Sí había gente, pero no tanta. Subimos y medio se nos olvidó el frío: Estábamos arriba de la Torre Eiffel, que periódicamente brillaba luces por todo su cuerpo, se veía muy bonita. También en la parte baja, estaba la publicidad de la candidatura de la ciudad para los Juegos Olímpicos de 2012. \n\n

    La neblina no dejaba ver bien. A veces se iba y dejaba huecos por donde alcanzábamos a ver toda la ciudad iluminada. Ya era de noche. Nos tomamos unas fotos donde se nos ve muy contentos y muy abrigados, contra la reja y abajo, algunas luces de la ciudad. Hermosa vista de París de noche. \n\n

    Vimos la historia de la construcción y recorrimos los cuatro lados. ¿Cuánto tiempo estuvimos? Yo doría que una media hora hasta allá arriba.\n\n

    Bajamos por los dos o tres cambios de elevador que hicimos de subida y decidimos seguir la travesía del día: fuimos al Moulin Rouge.\n\n

    Desde el inicio de nuestra relación, el Moulin Rouge, por la película, fue algo especial para Ro y para mí. Nos gustaba ver la película e incluso fuimos a verla al cine cuando la re estrenaron por su nominación en los Óscares. Fue muy especial estar ahí. La entrada, el molino, todo rojo, un espectacular a nivel calle, blanco, a un lado. El camellón, la noche en el distrito de Montmartre. Sí, hubo una foto como esas que habíamos visto en los carteles de Nicole Kidman y Ewan McGregor besándose con el molino de fondo. Sí, Ro y yo nos besamos, en primer plano, con el Molino, al fondo, el Bal du Moulin Rouge, girando. Cumplí una promesa que me había hecho a mí mismo, afortunadamente, muy pronto: un año antes, cuando visté el Molino, me prometí que volvería en algún momento, con Ro, y que nos tomaríamos una foto bajo él. Creoq ue nunca había dicho esto. Pero así fue. Así se cumplió. Aquí estamos. Bajo el Moulin Rouge…\n\n

    Regresamos ya en metro al hotel. Todos a dormir apretados en una sola cama. Mañana, será otro muy intenso día…\n\n

    \n\n

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  • 2010-12-19 23:39:29
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  • 22 Diciembre de 2004
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