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  • Despertamos en el autobús.
    Ya eran cerca de las siete de la mañana cuando yo me desperté totalmente. Ro veía por la ventana los campos nevados y los coches avanzando con sus intermitentes. Aún faltaba más viaje, a pesar de que supuestamente íbamos a llegar a Madrid a las seis, siete de la mañana. Lo positivo era que ya estábamos de vuelta en España, pero todavía sin mucha idea de qué parte.
    En la madrugada nos habían despertado cuando, de nuevo, estuvimos en Montpellier. Nos bajamos un poco (creo que solo me bajé yo, hacía mucho frío y cero nieve) aunque sea para decir que había pisado ahí. Luego un poco más adelante, la policía francesa, en el cruce fronterizo, hizo una inspección. Sacamos nuestros pasaportes pero no nos los pidieron, solo a una pareja y a un señor que según yo, por su físico y lo que hablaban, eran como rusos. Los bajaron, estuvimos detenidos un ratito y luego le dijeron al del bus que ya no subiría. Quién sabe que fue de esos pasajeros que ya no volvieron al viaje...
    El bus a ratos avanzaba lento. Ya no por la nieve, que aquí no había, sino más bien por el tráfico que se había acumulado por las fiestas y los días de vacaciones que todos aprovechan para salir. Pero en general, el viaje ya fue más fluido.
    Empezamos a ver los letreros que ya indicaban cada vez con más frecuencia, la dirección hacia Madrid; la nieve desapareció y nos sentimos ya más aliviados porque eso significaba ya estar más cerca de casita.
    A las doce y media del día, entramos a la estación de autobuses. Un viaje que originalmente debía llevar dieciséis horas, nos llevó veintidos. Pero no importó. Conocimos la nieve, y eso compensó por mucho, las seis horas extras de viaje.
    Llegamos a casa a dormir. Estábamos cansadísimos. Aunque Ro un poco menos, ya que fue al Rastro antes de que recogieran los puestos, a eso de las cuatro de la tarde.
    Ángel y yo nos levantamos y bañamos (cada uno por su lado) y fuimos, con Ro, a por las mamás y la tía de Ángel a Barajas. Había una cierta duda en nosotros de si su vuelo sí había despegado, por eso de la nieve, pero sí, de hecho ya llevaban un rato esperándonos, como media hora. Les dijimos que se nos había hecho tarde por la dormida y por el metro que no pasaba y luego no encontrábamos la sala de llegada. Pero ya, aquí estaban.
    Para mayor comodidad, nos fuimos en taxi y fue buen aelección ya que si no, no hubiéramos podido ver uno más de los momentos mágicos de este viaje: nieve en Madrid. Cuando cruzábamos por una calle muy cerca de Tomillo, por República de Argentina, de pronto empezaron a caer copos, tímidos, lentos de blanco sobre la calle, amarillo ámbar por las farolas ya prendidas en esta bebé noche, copos sobre el parabrisas, aquí y allá se juntaban lentamente, luego un poco más conforme el taxi avanzó y bajaba hacia el centro. Duró una, dos cuadras. En algún momento el taxista tuvo que usar el limpiaparabrisas. La nieve cesó. Pero sí, habíamos estado en Madrid nevando. Nieve en Madrid.
    El conductor nos dijo que hacía muchos, muchos años que no caía nieve aquí.
    Se quedaron en un hostal en Callao, a media cuadra de donde nosotros nos habíamos hospedado en septiembre, donde estaba la chavala que cantaba de su mamá y de la carnicera. Conocimos al perro Alaska que ahí vivía, aunque aún no hizo su show de los aullidos, eso fue luego y luego será contado.
    Ya que las mamás traen una cartera sin fondo (no tanto, pero en comparación con nuestros fondos monetarios, sí), fuimos a comer con ellas (repito: para efectos de espacio, "las mamás" se refiere a la mía, a la de Ángel y a la tía de Ángel) al Museo del Jamón. Desde hace tiempo que le tengo ganas a un bocadillo con huevo, así que hoy era el día... Pero no se pudo, ya que sólo lo dan de desayuno.
    Las llevamos al paseo de rigor para el que visita la ciudad por primera vez: Callao, Sol, Plaza Mayor y Ópera con Palacio y Catedral. Sólo fue por fuera, para que se dieran una idea de la ciudad. Ya habrá más días.
    Las dejamos en su hostal y regresamos a casita, tres viajeros, muy amigos, subiendo por Rascón al calor del hogar en este Madrid que sí, hoy fue, durante una, dos cuadras, un Madrid nevado...
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  • 2010-12-26 00:08:27
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  • 26 Diciembre de 2004
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