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  • Hace cuatro meses y dos días, dentro de un avión de Iberia, Ro y yo dormíamos la madrugada sobre el Atlántico. Yo traía mi reproductor portátil de cd´s. Una canción que se repitió y se repitió durante unas tres horas, fue la de Viento, de Caifanes. Tiempo, deténte muchos años, decía varias veces dentro de cada una de las canciones que medio escuché en ese lapso. Sí, ahora cuatro meses y dos días después, lo repito, vamos a regresar, pero tiempo, no lo olvides, deténte muchos años en estos meses, los mejores de nuestras vidas...
    El día empezó con una gran lata para poder llevar las maletas. Ángel, Clau y Gabo nos ayudaron a llevarlas y también a mi madre, que regresó, igual hoy. Fuimos al aeropuerto, ya no hubo tiempo de nada más. Recuerdo que puse un pie fuera, la maleta de la mano, con sus rueditas tras de mí. Giré y puse un pie fuera de la casa, de casita. Creo que ahí para mí terminó el viaje. De todos modos, contaré que la terminal ya a punto de abordar el avión era amarilla, o es que había mucho sol. Que sí, un poco contento por regresar a México, pero muy triste por dejar Madrid. Me eché en todo el vuelo, el libro de Hay Algo Que No Es Como Me Dicen, el caso de Nevenka Fernández, concejal de Ponferrada, que acusó a su jefe, el alcalde, de acoso sexual y todas las injusticias que sufrió. Me gustó el libro y no vi la película tras película que pasaron en el avión.
    Ro se mareó en el vuelo, y fue la última de todo el jumbo avión, en terminar de comer.
    Nos tocaron los dos semáforos en verde y no tuvimos que abrir ninguna de las maletotas que traíamos. Ahí estaban los familiares. Hasta los papás de Gabo.
    Casi no recuerdo este día. Me estoy dando cuenta que lo tengo bastante borrado de mi cabeza, supongo que eso pasa con experiencias no del todo buenas, y salir de Madrid, nunca puede ser bueno.
    Gracias, sinceras, a mis amigos, con los que compartí este viaje.
    Gracias, sobre todo a Ro, a Ella, por haber compartido, los hasta ahora, mejores momentos y meses de mi vida. El viaje no hubiese sido lo mismo sin ella, vamos ni siquiera hubiera habido viaje. Gracias, de todo corazón, sé que te lo he dicho varias veces, pero siempre podré decirlo una vez más: Gracias por estar ahí, literalmente día y noche, compartiendo conmigo, juntos de la mano, cada pisada y cada viento, el verano, el otoño y el invierno madrileño, gracias por hacer feliz, inmensamente feliz, el tiempo allá. Gracias por tu amor, tu amor a mí y tu amor a Madrid. Cada sonrisa y cada lágrima cuando recordamos esos meses, son un homenaje a nosotros, a la ciudad, a los momentos. La promesa de la Plaza de España, está hecha. El Puente de la Esperanza espera...
    ¿Qué he aprendido del viaje? Creo que aún no lo sé. De alguna manera tenía la esperanza de que al hacer este diario de viaje, pudiera entender algo, pero no, no lo sé, ya estoy más cerca de poder empezar a entender, pero no, aún no lo sé. Sé que me cambió, que me hizo madurar, pero aún no sé cómo o cuánto, aunque sé que es mucho, muchísimo. Algún día lo sabré...
    Con qué momento quedarme. Tantos... la banca del parque de San Isidro; Ro y yo en el Prado, junto a Velázquez viendo a los perros en una agradable tarde de verano en septiembre; Saramago; el Tajo que es el Mar en Lisboa, el otoño en el Retiro; el desierto sobre un camello al atardecer; Van Gogh y su cuarto; y hasta ahí que si no reescribo todo el viaje y no, será tal vez el próximo septiembre, o dentro de diez, veinte años, cuando quizá ya sepa qué tanto aprendí, cuando el cristal me haga ver las cosas ya desde otra óptica.
    Me faltó hablar de cuando hicieron Gabo y Ro la representación de Matrix, con Nea y el Agente Pérez, ya será cuando el próximo septiembre, o dentro de diez o veinte años, reescriba este diario de viaje. Alguna que otra situación, alguno que otro momento me habrá faltado.
    Lo especial es que realmente cada día tuvo lo suyo, aún aquellos en que nos levantamos tardísimo y ni nos bañamos y despeinados sólo limpiamos la casa. Aún así todo era diferente y todo era especial, porque éramos nosotros dos ahí, viviendo un sueño del que habíamos platicado apenas dos años atrás.
    La primera imagen de México: la cara, feliz, emocionada, alzando el cuello sobre las cabezas de desconocidos para poder vernos, de la mamá de Ro...
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  • 2011-01-04 06:28:11
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  • 04 Enero de 2005
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