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  • El pueblo Kurdo pertenece al reservado club de los sin tierra, o mejor, los sin patria. Su antiguo país, Kurdistán, desapareció hace centenares de años a causa de las intrigas históricas. Desde entonces, los kurdos luchan por conseguir un pedazo de tierra en la que poder crecer como nación. Por ahora, son considerados terroristas o ciudadanos de segunda en aquellos países en los que se divide la antigua Kurdistán: Siria, Irán, Irak y Turquía. Como le ocurrió al pueblo judío y ahora al palestino, estos "sin patria" son perseguidos, humillados y asesinados allá donde vayan pero bajo su piel Kurda late un corazón humano. \n \n Llegamos a Estambul desde Tesalónica tras más de catorce horas de viaje en un tren que avanzaba a paso de tortuga. El viaje mereció la pena, todo un mundo exótico se erguía ante nuestros ojos que maravillados contemplaban la grandeza de lo que el hombre ha hecho con sus manos.\n \n El sol estaba poniéndose y sus últimos rayos acariciaban los edificios de la capital turca ofreciendo un espectáculo único; como si se tratase de la mano de Midas, allí donde se posaba un haz de luz solar, el material iluminado se convertía en oro. Para verlo mejor, nos desplazamos hasta lo alto del puente que cruza el Bósforo. Después de saciarnos de belleza visual y aprovechando que el estrecho que se abría camino bajo nuestros pies separaba el mundo occidental del asiático, quisimos saber cómo era Asia.\n Caminamos durante una hora dejándonos encandilar por todo lo que veíamos. Llegamos una plaza en la que una vieja iglesia romana coronaba la cima de un ascenso interminable. Grupos de personas se diseminaban por la superficie de aquel lugar y un grupo de niños jugaba al fútbol con un viejo balón. Dejamos nuestras mochilas y nos unimos al grupo de niños, que de buen grado, accedieron a dejarnos jugar. Al rato, un niño de tez morena me dijo que quería unirse al juego; en lugar de contestarle, le pasé el balón. El dueño de la bola corrió a por su pelota, la recogió y nos dijo que el niño no podía jugar. -Es kurdo- nos dijo. Todos nos quedamos en blanco y dejamos de jugar para hablar con el pequeño kurdo.\n \n -Me llamo Aslan que significa León- nos dijo el pequeño mientras cogía un cajón de limpiabotas -Los turcos no nos quieren porque somos de kurdistán y no tenemos país- Sentado sobre su cajón nos habló de lo dura que había sido su vida a su temprana edad. Aslan se ofreció de guía para mostrarnos el verdadero Estambul, lejos de los turistas. Le seguimos.\n\n Estrechas callejuelas con gente sentada a la puerta de sus casas, viejas tiendas de alimentación, bares con personas tomando té y fumando en shisa. Aquello era la capital de Turquía. Aslan estaba emocionado, se agarraba a nuestras manos mientras paseábamos y bromeaba diciendo que éramos sus papás y sus mamás. Después de tanta caminata nos entró hambre y decidimos cenar en la margen del Bósforo. Nos sentamos en un chiringuito en el que servían Kebabs de pescado y Aslan se apartó para no molestarnos mientras comíamos. Nos partió el corazón. -Aslan, ¿Qué haces?, ¿Es que no quieres cenar con nosotros?- le preguntó Sergi. El joven León hizo una mueca de vergüenza pero finalmente se sentó con nosotros.\n \nEste es Aslan hablando con Sergi\n\n Con los estómagos llenos, dimos un último paseo por la ciudad. Delante de nosotros un coche de policía frenó bruscamente y un par de agentes salieron del vehículo en dirección a Aslan, que empezó a correr. Conseguimos agarrarle y le abrazamos. Con tono severo le preguntamos a la policía qué querían, y en el mismo tono nos respondieron que ese niño era un ladrón. Encolerizados le dijimos que estaba con nosotros y que no había robado nada; nos juntamos al pequeño limpiabotas kurdo que tenía los ojos fijos en el suelo. Los agentes, frustrados, nos advirtieron que tuviésemos cuidado y se fueron. Aslan nos abrazó.\n \n Llegó la hora de la despedida y la pena nos inundó el pecho. Al día siguiente volvíamos a Europa, a nuestra cómoda vida de occidentales, en nuestras seguras casas mientras que el pequeño Aslan tendría que seguir peleando con su entorno para sobrevivir. Las lágrimas recorrían la cara de nuestro joven amigo que se resistía a marchar. Le cayeron decenas de besos y abrazos, y pequeños obsequios que llevábamos en los bolsillos. Regresamos al hotel en silencio pensando en Aslan.\n \n Han pasado tres años desde aquello y muchas veces me pregunto qué habrá sido de aquel niño condenado a una vida dura simplemente por no tener nación. Me consuela saber que su inteligencia le sacará de todos los problemas en los que se meta, aun así, le deseo un futuro digno de ser vivido.
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  • 2008-07-24 08:49:45
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  • ASLAN, EL PÈQUEÑO LIMPIABOTAS KURDO
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