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  • En el cénctrico barrio de Sultanahmed se esconde en las proximidades de la Basílica de Santa Sofía de Constantinopla uno de los tesoros mejor guardados de Estambul: la Basílica Cisterna. Una vieja cisterna de la época bizantina de Justiniano en la que se experimenta una atmósfera mágica.\n\nFue construida bajo las ordenes del emperador Justiniano en el año 532 d.c. para abastecer a la ciudad en los momentos de sequía y para evitar que la población muriese envenenada si algún ejército enemigo contaminaba los principales canales de agua, una páctica muy habitual en aquellos años. \n\nHoy en día presume de ser la cisterna más grande de las que se construyeron en su momento. Su interior es un viaje a través del tiempo: hileras de columnas dibujan un horizonte de geométricas formas, tenuemente iluminadas y arropadas poor un suave hilo musical de fondo. Sólo dos columnas escapan de la monotoría de formas corintias y dóricas, las que emplean como base dos colosales cabezas de la gorgona Medusa. \n\nDesde que se abríeran las puertas de la Basilica Cisterna al turismo, las columnas de Medusa han acaparado toda la atención de los viajeros, sin embargo, oculta en uno de los laterales de la despendencia se encuentra una columna anónima cuya historia y significado aun está por desvelarse. Una columnas esculpida con curiosos relieves que parecen representar lágrimas.\n\nPuesto que no he encontrado una leyenda que aclare los orígenes de está colúmna de lágrimas solitaria, he decidido crear mi propia leyenda. Ahí va:\n\nAntaño esta columna pertenecía a un importante templo levantado en el centro de Anatolía por el mismísimo Alejandro Magno. Los fieles acudían al templo para rezar y nació la costumbre de acariciar la columna para obtener fortuna. Miles de peregrinos se agolpaban frente a la columna para tocarla con sus manos y obtener la divina recompensa. Así fue durante muchos años.\n\nIrrupieron los romanos e invadieron aquellas tierras. El templo fue destruido. Un día, Justiniano paseando por las ruinas observó la columna y se encaprichó de ella. Mandó que la llevarán a Constantinopla y la emplearan en alguna de las construcciones que se estaban llevando a cabo en la capital del Imperio Bizantino. En aquel momento se estaba construyendo la Cisterna y la columna quedó allí depositada y cubierta de agua.\n\nNo era una columna inerte. Las manos de los fieles que durante siglos habían acariciado su piedra habían dotado a la columna de alma. Cuando la columna se sintió abandonada en aquella cisterna comenzó a invadirle la pena y de su piedra comenzaron a brotar lágrimas adquiriendo su forma actual.\n\nHoy, la columna continúa embargada por la pena recordando los tiempos en que fue relevante y esperando que algún día vuelvan aquellos tiempos mejores.\n
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  • 2009-08-16 12:00:03
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  • La columna olvidada de la Basílica Cisterna
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