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  • Estimado XXXXX XXXXX,\n\nEn esta época de Navidad he querido hacer de nuestra sesión semanal de análisis algo especial, por ello le envío este pequeño extracto de una de mis operas favoritas, y le cuento en pobres palabras las ideas y asociaciones que me provoca. Espero que estas líneas lo muevan a reflexionar y a compartir conmigo y, especialmente, con usted mismo sus experiencias sobre el amor.\n\nFogoso aprendiz de poeta, Alfredo Germont es joven e ingenuo. Desde hace un tiempo frecuenta la sociedad parisina, cínica, salaz e hipócrita. En este mundo de satines y oropeles encuentra a Violeta Valery, bella de la noche y efimera reina de este mundo nocturno, Magdalena decimononica sin esperanza de encontrar a su redentor. Y sin embargo, como un milagro de Navidad, lo imposible sucede.\n\nSucede de manera súbita y violenta, como a Alfredo en La Traviata “un día feliz me apareciste”. El amor: un esplendor, un fulgor enceguecedor. Milagro, don del cielo, encantamiento, obsequio suntuoso e inesperado, encandilamiento. Sólo los artistas y quizá los amantes, presas del divino furor, logran decir de él algo que valga la pena. Porque es una gloria tan exaltante como un encuentro inesperado, como un azar favorable, como la inmensa felicidad de recobrar algo que se ha perdido: un dracma, un niño (Evangelio de San Lucas, 15: 3-32), la salud, el “tiempo perdido” de Proust, y al mismo tiempo se es consciente que es un hecho nimio e insignificante: “La mayor felicidad que pueda dar el amor, es estrechar la mano por primera vez a la mujer que se ama” (Stendhal, “Del amor”). Es tan subitaneo el placer y la iluminación que quedamos sin aliento, agotados, radiantes. “Todos los días se elevan claros y serenos para ellos” dice Racine, en su Fedra.\n\nEn francés, se suele hablar de “coup de foudre”: resplandor vivísimo e instantáneo producido en las nubes por una descarga eléctrica, pero también repentino fuego o resplandor. Se alude aquí a su cualidad subitanea. En efecto, ocurre de manera imprevista, como cuando dicen las abuelas y las tías solteronas de modo figurado “matrimonio y mortaja del cielo baja”; está ahí, acechando, silencioso, y de repente, el golpe que congela, que quita el aliento. Choque electrizante, violento pasmoso, y luego antes que la feliz víctima se pueda recuperar, el fulgor, encanto, y después por un tiempo más o menos largo, la ceguera. Irrupción, conmoción: el enamorado está perdido, no sabe lo qué le sucede, finalmente, penosamente, se da cuenta que está herido. Demasiado tarde: la sensación —el dolor de la llaga o felicidad del subitaneo extasis— se asemeja a la herida producida por una afilada hoja que sólo se nota por la sangre que de ella mana y que, más tarde duele, se inflama, se infecta y muchas veces “jamás cicatriza”, como lo proclama el Parsifal de Wagner.\n\nEl golpe, la llaga, la desazón, la iluminación, el fuego: imágenes inmemoriales y siempre recurrentes, eternamente nuevas como el mar. El choque provoca reacciones en cascada, llamados sentimientos, deseo, pasión; es el impulso y la tensión del amor y el deseo, ese esfuerzo (conato) que se transparenta por la impaciencia de los ojos, del corazón, del oido, de todo el cuerpo, ese transporte por encima del espacio y el tiempo (ansiosos de apariciones, de cartas, atento al sonido del teléfono, la llegada de un mail, al sonido del SMS entrante en el mobil), esta concentración sobre un solo objeto, esta nostalgia de una Itaca de repente (o, finalmente) descubierta. \n\nPero ¿de dónde proviene esta atracción hacia un ser que sólo un choque imprevisto hace descubrir como el bien, la patria, el centro de todo? Tocado, equivalente actual de “loco”. El impacto amoroso vuelve a alguien “loco” por alguien. El enamorado, como un loco, está tocado, manifiesta sentimientos inexplicables, de orden irracional o inconsciente, sufre sus emociones como si fueran corporales, y resiste mil martirios (a menudo injustificados), y se descubre victima de un choque, de una herida, recibida no se sabe de dónde o en qué momento, ni por quién ni por qué, y que sin con razón o no, pasa por su origen.\n\nInexplicable y por ende inefable, sino por los recursos líricos de la poesía: imágenes, figuras de estilo, metáforas, juegos retóricos y asociaciones de la imaginación, para los cuales todo amor que se quiere singular, excepcional, reconocible entre miles como un bella melodía, trata de salir de los lugares comunes, de las formulas buenas para todo y de los clichés que le imponen las costumbres, las leyes y las rutinas sociales. Un amor es absolutamente especial, idiomático como un lenguaje. Nada menos exultante que un “te amo” dulzón o un “te quiero” de tarjeta electrónica, encarnación inconsciente de un modelo convenido. Si es profundo, fuerte y verdadero, el amor inventa su lenguaje, a medida de su singularidad creadora, se hace artista, explora las seducciones infinitas del lenguaje y de sus formas, de los analisis literarios (cartas amorosas, cuentos, novelas, teatro, cine, representaciones en pintura, escultura: ¿qué enamorado no tiene su obra fetiche?, sin olvidar, Becquer, Rousseau, Stendhal, Nietzche, Proust. \n\nAfecto, el amor es un problema vital, de orden sensible, estético y poético, no de conceptos. ¿Por qué los filosofos se meten con él? ¿No es el amor, por esencia, inefable y refractario a la conceptualización? Paradoja: en vez que la filosofía pueda explicar el amor, es él quien la fundamenta. Según Platón, Spinoza, Schopenhauer, Nietzche y Freud, la filosofía no consiste solamente en el ejercicio de la razón teorica procediendo por conceptos, sino que constituye también una cierta forma de expresión del deseo, es decir una cierta manera (perversa o rara) de amar, de “hacer el amor”, aún si habla de él por acercamientos, por negaciones, o trata de ir más allá para llegar a su verdad, a su sentido humano singular o absoluto trascendente —más allá de las ilusiones de las cuales se alimenta.\n\nProteico, sus formas y variaciones son infinitas: amor-pasión de los amantes (el amor por excelencia), amor filial o parental, amor al arte, el amor por las cosas bellas, amor amistoso o “platonico”, amor hetero o homosexual, amor a Dios, de las mujeres, de los hombres o el amor de Dios, de los niños o animales, el amor de “Saint-Simon por las espinacas” del cual nos cuenta Stendhal. ¿Dónde está la unidad conceptual del amor?\n\nLa declaración de amor que Alfredo le hace a Violeta ha terminado, pero nuestra discusión sobre el amor queda abierta. ¿Y usted, querido amigo y paciente, no teme enamorarse, una vez más?\n\nCordiales Saludos,\n\nMonteserrat Pi.\n\n\n\nfree web stats
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  • 2008-12-21 15:41:13
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  • Carta de Montserrat Pi: ¿qué significa enamorarse?
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