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Tendría yo unos 3 o 4 años cuando vi por primera vez un loco. Fue en Lima, Perú, ciudad en que mi padre trabajaba expatriado en un laboratorio Alemán. Viajabamos en coche, atravezabamos el centro de la ciudad y de pronto lo vi: desmelenado, greñas en vez de pelos, sucio y harapiento como un personaje de una pintura de Velasquez. Llevaba un palo, y hurgaba en un basurero en busca de comida, me imagino.\n\nPregunté a mis padres, quién era ese hombre y me respondieron —Es un loco, ten cuidado se lleva a los niños malos. A medida que el coche se alejaba, yo lo fijaba desde la ventana posterior y lo imaginaba poderoso como un rey, rodeado de niños malos, que le servían como a un monarca de las tinieblas. Creo que ese día decidí que la locura era lo mío y ser loco era mi vocación.\n\nClaro que algunos minutos después había olvidado al sucio personaje y a pesar que durante nuestra larga estadía en Lima y en otras ciudades de América Latina vi muchos harapientos, que desvariaban y se paseaban casi desnudos por las calles, no volví a pensar en querer ser uno de ellos, ni tampoco los asocié con alguna forma de poder.\n\nSólo ahora que mi psiquiatra me ha pedido que escriba mis recuerdos más tempranos es que he vuelto a recordar ese temprano episodio de mi vida. Esa imagen es la que me aparece: nítida, clara, persistente, a pesar de los 25 años que me separan de ella.\n\n
 \nPsiquiatria
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