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 \nAyer todos estuvimos confinados en nuestras habitaciones, uno de los pacientes de nuestro manicomio se ha suicidado: se llamaba Kurt y hacía un año y medio le habían diagnosticado Alzheimer. Por alguna razón era una forma galopante de la enfermedad, y hacia que el deterioro mental de Kurt fuera verdaderamente notable.\n\nYo conocí a Kurt, él me contó de Dignitas hace unos días o semanas, no lo recuerdo. Estaba haciendo preparativos para un suicidio asistido, pero su solicitud debió ser rechazada por no poder presentar su demanda "en pleno dominio de sus facultades mentales" al menos, no de manera permanente. Pues, aunque Kurt, había sido ingeniero de vuelo de Airbuses y tenía diplomas del MIT, tenía cada vez menos momentos de lucidez.\n\nEl cadaver estaba tendido sobre un charco de sangre negruzca sobre la gran terraza empedrada. Se había arrojado desde la pequeña ventana del baño de su habitación, no lo hubiera podido hacer del ventanal de su habitación, impedido por los discretos barrotes de seguridad que nos cuidan y además el salto no hubiera sido concluyente, puesto que los ventanales dan al jardín central del asilo.\n\nLa médico legista, una mujer en la cuarentena, que pasaría por atractiva vista de espaldas, me ha hecho varias preguntas por los libros que Kurt tenía en su habitación, la mayoría eran en prestamo de la biblioteca. —Sí, leía mucho, o la menos intentaba hacerlo. —Sí, Stephen Hawking era su autor favorito. Cómo él, Kurt también era un fanático de Star Treck y una mañana durante el desayuno intentó hacerme entender el Big Bang. —Es una locura, le respondí sin darme cuenta, y todos soltamos grandes carcajadas.\n\nLos lujosos albums de Skira con las esculturas de Giacometti y las reproducciones de Modiglini habían sido recomendaciones mías, una especie de consuelo que yo había querido proporcionarle.\n\nLa medico legista, me sigue haciendo preguntas y anota las respuestas concienzudamente en un cuaderno de hojas cuadriculadas y tapas negras. Cuando me pregunta desde cuando trabajo acá, Fritz, el enfermero le dice algo al oído, y ella confundida inventa una excusa para dar por terminado el interrogatorio. Yo le sonrió y le digo que tenemos la primera edición del "Uomo di Genio" de Lombroso, por si gustaría echarle un vistazo. Ella me mira con asombro, demudada y yo continuo: Lombroso creía que los grandes genios sufrían de diferentes grados de locura, que el arte mismo no era otra cosa que la expresión de un desarraigo del espíritu de la realidad. Tiene una belleza ajada, pero los ojos de color azul pálido parecen encenderse, cuando me dice finalmente "siento mucho la muerte de su amigo", y se retira acompañada por Fritz, mi enfermero y celador.\n\nRegreso a mi mesa de trabajo y comienzo a devolver los libros a los anaqueles. Sigue abierta la edición de Dante con las ilustraciones de Botticelli. Despreciaron la vida sensible, en el infierno tenéis una vida vegetal pero con consciencia corpórea: el árbol es la forma y símbolo del primer suicidio bíblico, el elegido por Judas arrepentido de haber entregado a su maestro. ¿Es ahí dónde está Kurt ahora? En el séptimo círculo. Su alma condenada a crecer en forma de sarmentoso árbol. \n\n"Humanos fuimos, ahora somos plantas" \n\nse lamenta Pier de la Vigna ante Dante y a Virgilio...\n\nEn los jardines del manicomio, los orates deambulan de manera pacífica o están sentados inmóviles con las miradas perdidas: están aún recuperándose de la orgía de calmantes con la que muchos fueron mantenidos en sus habitaciones. Copio el verso de Dante con mi ruinosa caligrafía y lo pongo en el calendario como obituario a la memoria de Kurt Aeschmann. \n\n   \nanuncios \n\nclasificados \n\n Opinion Psiquiatria\n
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