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  • 108 Un número fraternal y fantasmal por J. Sastre\n\n

    Es el número que me recuerda siempre a mi hermano mayor.\n\n

    César se fue de casa y me dejó huérfano de juegos, sin modelo al que imitar, sin ejemplo que seguir, y debía ser así literalmente. Mi hermana mayor estaba en otro mundo de hormonas y delicadezas y la pequeña era demasiado pequeña, además entre ellas se entendían. Desde el 11 de enero de 1950, en el que apareció en la faz de la tierra me estuvo esperando hasta el 15 de junio de 1953, casi 3 años y medio. Al principio no me hacia ni caso, yo un renacuajo que comía, dormía y cagaba. De cuando en cuando soltaría algún berrido, un llanto, una queja, poco muy poco para un hermano de 4 años que lo que quiere es un compañero de juego.\n\n

    César, Henar y Jesús. 2 comulgantes y un Ángelito\n

    Con el tiempo nos fuimos acercando para compartir diversión y peleas.\n\n

    Corre una leyenda familiar, que tiene hasta música de canción, que dice algo así: “El criminal de tu hermano con un martillo en la mano…” Yo tengo el atenuante de que no me acuerdo de nada, posiblemente fuera el culpable. Tengo predisposición a olvidarme de las afrentas y suelo perdonar pronto. Puede que fuera el casi amartillado. Todo pudo haber sido algo más leve y sacaron la pugna normal entre hermanos a dimensiones ejemplizadoras para darnos un escarmiento. Creo que nadie fue al hospital.\n\n\n

    25 de julio de 1956. Comida en el Sotillo? con de izquierda a derecha: Crucita, hija de Antonio y Teo, César, Jesús, Carmina y Fidel.\n\n\n

    Yo por ser el menor y el más débil, estoy seguro que me caerían todos los palos. Los pequeños nos tenemos que defender con armas sofisticadas, gritos que rompan tímpanos, mordiscos que marquen dientes, retorcimientos de miembros que paralicen…porque no un martillo, como arma de destrucción masiva de la época.\n\n

    Y con el tiempo me fue separando de sus amigos mayores para no cargar conmigo, pequeñajo que no tiene ni las habilidades, ni la fuerza para juegos mas sofisticados como canicas, pico-zorro-zaina, píllala o fútbol. En cuanto podía aprovechaba una esquina, un portal y me dejaba solo y colgado, llorando porque tenía que jugar solo o buscar otros compañeros de mi edad que me aceptasen con mis limitaciones, tal como era. Ya se sabe que la crueldad o el cariño son moneda corriente entre los chavales. Son edades de sensaciones y emociones fuertes, pasas de la mayor alegría al abatimiento total. Lo he visto con mi hijo, contento de dar saltos de alegría pasaba ha coger una rabieta porque no funciona la cosa como el pensaba.\n\n

    A lo que íbamos, el número 108 es el número con el que marcaron la ropa que se llevó a los 14 años al seminario de Comillas (Santander)\n\n

    El hueco que dejó se aprovechó enseguida, éramos una familia numerosa de 4 hijos, a mi me tocó el 3er puesto, y la casa no tenía más que dos dormitorios, eso sí teníamos un salón de visitas de lo más lujoso. \n\n

    El salón era la pieza más grande, la más impoluta, con un balcón mirador corrido que daba a la plaza Mayor de Palencia. Las vistas eran un lujo, a la izquierda la calle Mayor y a la derecha la plaza Mayor, entre medias la boca plaza, espacio peatonal con kiosco de chuches y otro de prensa. Por las vías de calle y plaza tampoco había mucho tráfico, pero si el suficiente como para que una bicicleta arrollara a mi hermano mayor César el del nº 108, y pasara unos meses escayolado un brazo.\n\n

    El 108 se convirtió en el fantasma de mi hermano. Las cartas se dirigían al nº 108 y al año siguiente yo empecé a utilizar prendas con el numerito, que nadie se preocupaba de quitar.\n\n

    La ausencia la cubría con creces en las vacaciones contando las cosas que hacían en aquel mundo lejano. Yo sentía verdadera envidia de la camaradería, de los campos de deporte, de la playa que tenían tan cerca, de la formación que recibían, de las excursiones, de las pelis, del teatro… Todo idealizado, me imaginaba un internado al estilo del Harry Potter de hoy en día. Mens sana in corpore sano. Mi tía Pepita también regentaba otro internado “Academia Buenos Aires”, pero como lo conocía de cerca no era posible que mi hermano estuviera en un sitio tan limitado, tan precario.\n\n

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    No volvía a Palencia más que por navidades y en verano. Y en una ocasión nos fuimos toda la familia, en excursión de un porrón de horas, con la furgoneta Citroen dos caballos a verle. Menuda aventura, un día de viaje, otro de estancia y otro de vuelta.\n\n

    Que edificios más suntuosos, que pasillos largos como un año sin pan, que olor de cocina rancia, y lo mejor los terrenos de futbol, frontón y las vistas.\n\n

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    En una ocasión trajo una caricatura suya, que formaba parte de una serie de caricaturas de un colega que hizo una orla de toda la clase. Allí estaban reconocibles, el grueso Bermúdez, el galán Moreno y todos los demás, concentrados en una pequeña obra de arte caricaturesco. \n\n

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    A medida que crecíamos nos acercábamos en intereses. Su religiosidad se desvanecía y mis ocios laicos de buena vida eran atractivos para uno que había pasado por un internamiento jesuita. Compartimos fiestas de pueblo, bailes, cartas, viajes, excursiones y todo lo que conlleva. Cada uno con su mundo, el me pasó el gusto por las artes y yo no se lo que le pasé, si le pase algo. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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