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    “Comercios de toda la vida”, es el título de un libro de ediciones Cálamo, salió en 1989 para celebrar el centenario de la fundación de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Palencia.\n\n

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    Julián García Torrellas relata los 100 años de historia de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Palencia en 32 páginas, con listados de Presidentes y demás representantes de la Cámara. El resto del libro son 60 comercios a doble página. En la páginas pares Pedro Miguel Barreda Marcos describe las características y cuenta las vicisitudes por las que han pasado estos comercios, acompañados con tarjetas de visita, publicidad, etc.. y en las páginas impares hay un dibujo del comercio a plumilla de Eulogio Gómez Iglesias, seguramente basados en fotografías de la época.\n\n

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    Como han pasado ya más de 20 años está descatalogado, sin embargo como fue editado con la colaboración de Caja España y Caja Duero, puede que las centrales de ahorro tengan algún ejemplar para sus clientes.\n\n

    De todos modos en las oficinas de la Cámara de Comercio de Palencia, plaza de Pío XII, nº 7 les quedan ejemplares. Llama al 979 165 051 y pregunta.\n\n

    También tengo entendido que han hecho otra nueva edición añadiendo fotografías en 1991.\n\n

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    Para Fidel Sastre, mi padre, que se acerca a los noventa y que estuvo casi toda la vida en un comercio, dice que el libro pesa un montón y que le aguante yo.\n\n

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    Voy pasando las páginas y prácticamente todos los comercios le evocan un recuerdo, una relación, una amistad...\n\n

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    En la letra “A” aparece la “Alpargatería de Azofra”, más tarde Zapatería, estaba debajo de la vivienda, en régimen de alquiler, de la Boca plaza Mayor nº 2, donde nació Begoña su última hija en 1961 y convivió con su familia numerosa hasta el verano de 1972.\n\n

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    Mi padre, me cuenta que vio en un anuncio de prensa, el traspaso de una tienda en Palencia y se vino a verla con su tío Emilio, que entiende de comercios. Su mujer estaba embarazada desde hace seis meses y tenía en mente e insistía en salir del pueblo de Camporredondo. Su hermano mayor ya estaba instalado en Valladolid y regentaba una confitería en el centro. Su padre Severiano le animaba a buscarse una salida próspera en la capital. \n\n

    Al visitar la tienda la primera impresión fue buena. Era una corazonada, vieron muchas posibilidades. En una calle céntrica y comercial, con todas las instalaciones montadas y en funcionamiento, clientela y cerca del mercado. Un negocio redondo listo para instalarse y trabajar. Eran tiempos de posguerra y de cartillas de racionamiento, pero se vislumbraban tiempos mejores, mucho mejores. España estaba prosperando y la paz de Franco machacaba a unos pocos, que no osaban levantar cabeza y beneficiaba a la mayoría, aunque otras minorías se beneficiaban del poder y del estraperlo. \n\n

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    En el documento de archivo figura que el 8 de octubre de 1949 mi padre entregó 1.000 pesetas, como anticipo, al antiguo tendero Antonio Gutiérrez Tejedor, ante el agente comercial Manuel Martínez Triana, siendo testigo Emilio Sastre Ruiz, y añade de viva voz que era primo de su padre, hijo de Argimiro y hermano de Jacinto, abuelo de Fidel, que tenía tienda en Valladolid, al igual que su tío Daciano y muchos más miembros de la familia, que al nacer les daban el azote para que rompiesen a llorar y se lo entregaban al padre diciendo aquí tienes el próximo tendero.\n\n

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    El traspasador Antonio tenía otra tienda en la calle Empedrada en los bajos de la casa de su mujer, donde vendía los productos de la huerta de sus suegros. De raza le viene al galgo ya que su padre el Sr. Eutimio también era tendero en la calle Pastores con su hija de ayudante. \n\n

    En 1949 quedo plasmado el mapa de las manzanas de Palencia \n\n

    El día 15 se cierra la operación mediante el pago de 110.194 pesetas en concepto de traspaso de la tienda de Ultramarinos sita en el nº 13 de la calle D. Sancho de Palencia.\n\n

    La tienda es un negocio que está en funcionamiento y en el traspaso se incluyen las cartillas de racionamiento inscritas y varios objetos y útiles propios; “Mostradores, estanterías de tienda y trastienda, escaparate y toldo, dos balanzas automáticas marcas Nelson y Ariso, dos medidores de aceite de marca Nerbi con sus depósitos, un molino eléctrico marca Pras, una vitrina, un juego de tarros para caramelos, tres zafras para aceite de 300 a 400 litros, una báscula de 120 kg. de fuerza, una carretilla, dos cuchillos, una escalera de mano y algunos útiles más propios de la mencionada industria. Así como las mercancías.\n\n

    Se hace cargo de la plantilla del personal dependiente del negocio: Un dependiente y un ayudante.\n\n

    El dependiente Diuco era muy buena persona y buen pelotari, cuando no venia cansado de alternar en sus tiempos de soltero. Se caso con una hija de hortelanas y puso puesto en la plaza de Abastos pero no le funcionó bien el negocio y se arruinó. Acabó en Madrid buscando nueva suerte. \n\n

    El ayudante Gurpegui era un buen chaval.\n\n

    El desglose del pago:\n\n

    3.000 pesetas para el dueño del inmueble, D. Agustín Tinajas.\n\n

    89.000 pesetas como cesión del negocio y mercancías.\n\n

    27.000 pesetas como traspaso.\n\n

    Con los testigos Miguel Garrido Gutiérrez y Rafael Infante. \n\n\n\n

    \n\n\n La ciudad en 1913\n\n \n \n\n

    Tinajas el dueño del local era un cacho pan. Su apellido estaba embebido de vino y coleccionaba vino en la bodega de una manera un poco especial. No era vino de grandes añadas, ni vino con etiqueta. Eran botellas con vino de bodegas de los pueblos de alrededor de Palencia, a las que añadía azúcar, porque le gustaba dulce, tapadas y lacradas para que no perdieran la fuerza. Las etiquetas escritas a mano y pegadas con engrudo estaban impregnadas de la tierra sobre la que se apoyaban no servían ni para identificar el año de embotellado ni la procedencia.\n\n

    Siempre decía, con una sonrisa, que iba a ver misa con su mujer, aunque el resto de los mortales fueran a oírla, porque estaba sordo como una tapia. El sonotone en esos tiempos era algo que no se podía disimular, por su tamaño, y o bien no le cambiaba la pila o no lo encendía. Su mujer, hija de militar se hacía oír y ponía orden en casa.\n\n

    Mi padre no recuerda la renta mensual que pagaba, pero dice que proponía la subida cada vez que solicitaba hacer una obra para ampliar el negocio. Nunca le negaron un permiso y acabó ocupando la bodega como almacén de mercancías, el pasillo de entrada al patio y el resto de las dependencias de toda la planta baja, al transformar la tienda de ultramarinos en Autoservicio. \n\n

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    Al principio vivía en las Casas del Hogar nº 11 con derecho a cocina, con Amparo. La casa estaba lejos de la tienda y en menos de un año se trasladaron a la calle Queipo de Llano para compartir casa con Dña. Maruja y Don Luís. Y más tarde recayeron en la calle del Cura hasta que casi se les cae el edificio encima.\n\n

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    Volvemos al libro y en el comercio de Morrondo hacían las etiquetas para poner los precios, los cuadernos de facturas y notas de entrega, así como las cartas y sobres del Autoservicio.\n\n

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    La Mantequería de la Viuda de Cabrero le retrotrae a un viaje que hizo a Madrid con Isaac Cabrero, el hijo, para aprovisionarse de productos difíciles de obtener fuera de la gran capital. \n\n

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    En Casa Neira compró la bicicleta para que el chaval repartiera los pedidos, una bicicleta azul con la barra baja y doble trasportín, uno delante y otro detrás. Yo puedo asegurar que la carga delantera era puñetera de llevar. No se ve en la actualidad ningún trasportin delante.\n\n

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    El Palacio de Tordesillas que ocupaba la esquina de Colón con Don Sancho fue derribado al poco de instalarse, en 1952, para ampliar el espacio del Banco Español de Crédito. Con la reforma se entraba al banco por el chaflán, anteriormente ocupado por un Almacén de Alimentación, según el concurrente y vecino Fidel no era muy grande, de Manuel Manzano Vivas, aunque se publicitaba como “Gran Almacén” de tocinos, embutidos, comestibles. Gran surtido en garbanzos finos y legumbres de todas clases. Casa única en los mejores pimentones que se conocen para embutidos y ordinarios, garantizadas sus calidades. Gran bodega de vinos finos por mayor y menor. Compra de quesos y leche de oveja. No era mas que la sucursal del “Gran Almacén” que estaba en la Plazuela del Puente nº 2.\n\n

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    En la esquina de los Cuatro Cantones, la de la calle Mayor con la calle Don Sancho se sucedieron el “Bar Agliberto”, “El Iris” especializado en ropa de niños y en 1962, “Tejidos Lobato”, y en la primera planta de los números 1 al 7 de la calle Don Sancho estaba el “Samaria Grand Hotel”. El 11 de enero de 1950 nace Cesáreo, el primer hijo de Fidel y Carmina, antes de que acabe el año, el 16 de diciembre, la primera hija María Henar, la vida trascurría muy deprisa. El bautizo del primogénito se celebró en el Hotel Samaria, en la misma acera que los Ultramarinos “El Henar”, para cobrarse una deuda de género, que adquirió día tras día, y que no encontraba el momento de clausurar.\n\n

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    La competencia era feroz y era necesario ajustar mucho los márgenes para atraer a los clientes. La plaza de Abastos, muy bien abastecida estaba a un tiro de piedra, en la manzana siguiente y con productos frescos venidos a diario de cientos de huertas, granjas, caladeros, panificadoras... y por la estación de ferrocarril.\n\n

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    Al poco tiempo de ponerse mi padre al timón de la tienda de Ultramarinos de la Calle Don Sancho 13, cierran la tienda de Ultramarinos de gran prestigio de Julián Diez, fundada en 1884, y que en 1950 llevaba su hijo Saturnino Díaz con dos hermanas maestras y otra sin estudios. Con la clausura del comercio, cede la venta del vino para consagrar, de la Exportadora Tarraconense “De Muller”, que según reza en la propaganda tenían certificados de pureza de varias autoridades eclesiásticas, a los Ultramarinos de mi padre Fidel.\n\n

    Según la leyenda familiar, mi madre encuentra a un chiquito llorando porque no le dejan entrar en la escuela porque no tiene baby. Se apiada, se va a la tienda de Tejidos “San Luis”, que también aparece en el libro, tal cual sigue ahorita mismo, y compra la tela necesaria, en casa con ayuda de su compañera de piso Maruja preparan el uniforme, pasaporte imprescindible para entrar en la escuela. Ese gesto altruista de una mujer ex-maestra es motivo para que llegando a los oídos de no se que vicario otorgan a “El Henar” la exclusiva para suministrar los vinos a consagrar en Palencia y provincia.\n\n

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    Al final no aparece la tienda de ultramarinos, y no le molesta que no aparezca su comercio de toda la vida que arrendó en 1949 y que transformó a finales de los 60 en el Autoservicio “El Henar”, es más tiene a orgullo no salir entre comercios tan vetustos.\n\n\n\nPlano parcelario con la manzana de la calle Don Sancho 1919\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 157 Un comercio de toda una vida: Ultramarinos “El Henar” de Palencia por J. Sastre
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