El planeta (que llamamos "la Tierra") se mueve, y no sólo como planeta que flota en la levedad del cielo espacial girando en torno a su Eje de rotación al mismo tiempo que se traslada en torno a una estrella, sino también como ser que se estremece en su propio interior y en su piel (superficie, suelo). \n\n
De hecho no notamos sus movimientos de giro y traslación en el cielo, pero sí notamos en el suelo los efectos de sus movimientos telúricos, tectónicos o sísmicos, temblores y ondulaciones que llamamos "terremotos" y "maremotos". \n\n
La palabra "telúrico" deriva del latín "tellus, telluris ", la Tierra como esfera o globo, o la palabra "terremoto" viene de "terrae motus" o movimiento de la Tierra, aunque también existen destructores movimientos de viento aunque no les llamamos "aeromotos" sino huracanes. O los hay de fuego y los llamamos incendios. \n\n
Tales fenómenos de los cuatro elementos tierra, mar, aire y fuego en "la Tierra" nos aterran. Ocurren como ecos o reflejos de la agitación de los cuatro elementos y aspectos físico, emocional, mental y de corazón que nos conforman y que durante la Historia hemos proyectado en batallas en la tierra, en el agua y en el aire del planeta con ejércitos (de "hombres", niños malogrados) de "tierra, mar y aire". \n\n
Nuestros miedos y culpas causan terremotos mentales y maremotos emocionales. Podríamos llamarlos mentemotos personales y colectivos. Los que ocurren en la Madre (y sabia, decimos) Naturaleza nos sirven para reflexionar sobre los nuestros para poder conocer la causa y disolverla. Así mismo podemos hablar de nuestra propia "menteorología" paradójicamente rígida y cambiante, helada y ardiente, cielo e infierno a la vez. \n\n
Decimos que la Tierra (y Naturaleza) es madre y sabia, pues es un espejo en el que vemos proyectado nuestro interior en forma de "inclementes inclemencias" y también de maravillas. \n\n