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  • Este es el blog conmemorativo del décimo aniversario de la ascensión al Aneto de Antonio, Joan i Lluís -por riguroso orden alfabético- el 29 de julio de 1998. A la salud de ellos y de todos los amigos de la montaña.\n\nEn la Besurta, la víspera. Venimos de entrenarnos en el Montarto de acuerdo con un programa, programa, programa.\n\nNoche en la Renclusa, como en las trincheras. El agua del Ebro, el arte sacro de la Franja y la titularidad del refugio de la Renclusa son asuntos que no conciernen a los amigos de la montaña. Por la tarde entreno por Aigualluts.\nNos levantamos a las 4:45. En La Renclusa (2.140 m) vemos un cielo desbordado de estrellas, masas lechosas y filamentos que se desgajan. Una geometría tensa. El inconcebible universo. La bóveda se dibuja en una semiesfera perfecta. Pocas veces hemos visto un cielo tan nítido y vibrante. Es la primera maravilla del día 27-7-1998.\n\n\nArrancamos de noche, con lentitud deliberada. Amanece, como cada día, sí. Querremos aprehender todos los matices y todas las sutilezas de la luz. Al principio parece que lo conseguimos, pero pronto nos desbordan los acontecimientos. Los picos se esmaltan de oro. Las maravillas se suceden.\n\nDon Pedro de Ursúa enloquecería con tanto oro repentino. El amigo "cap de colla" despacha con su homólogo de otra expedición sobre la mejor manera de abordar el Portillón superior.\nLos Portillones son una cresta áspera, bastante entretenida, que se transita haciendo el saltimbanqui. Tienen un poco de todo. Los amigos de la montaña los asaltan cada uno a su criterio.\nLa cresta de los Portillones aviva nuestra imaginación sobre el Paso de Mahoma que nos aguarda más arriba.\n\n\nEn el Portillón inferior podemos ver el Aneto, soberbio, lejano, envuelto en una bufanda blanca. Hay tres portillones. Nos asomamos en los tres para comprobar que la montaña. aunque severa, no da signos de malevolencia.\n\nUna amiga de la montaña se aviene a posar con los más veteranos del día. Es guapa y fresca pero tiene un defecto común a muchos franceses: se ponen colonia para ir a la montaña y perturban los perfumes naturales. Esta molestia también se da en los restaurantes cuando alguien próximo interfiere el olfato con un perfume mal dosificado.\n\nLa vista se repite en los portillones medio y superior. El Aneto está más cerca pero todavía muy lejos. El inmenso manto del helero refulge al sol. El "cap de colla" estudia el mejor itinerario para eludir las placas.Va a empezar la travesía del glaciar, que nos entretendrá unas horas. A nuestra derecha siempre la colosal cresta que une la Maladeta con el pico de Coronas. Prudencia y paciencia son los aliados que invocamos.El glaciar mantiene una pendiente sostenida pero suave. Empezamos a tener fe en que vamos a llegar. No se vislumbran problemas meteorológicos.\nAtravesamos un caos de roca y hielo bellísimamente despiadado. El hombre vanidoso inventa y construye, y a la vez se hace esclavo de sus progresos.\n\nEl helero, maltratado por el hombre vanidoso que emponzoña la tierra y por el hombre guarro que lo ensucia a su paso, parece no tener fin.\n\nSólo por pasar ya interferimos. Además se hacen las necesidades que pide el cuerpo. Interferir lo menos posible, no dejar basura, comportarse con respeto a los demás y hacia uno mismo. \n\n\nParada alimenticia en un comedor de diseño inigualable. Felicidad por poco dinero. Ya no damos cuenta de tantas maravillas.\n\nEl pico de Coronas (3.310 m). El collado de Coronas es un punto de parada para asomarse a la vertiente sur del macizo. La grandiosidad del lugar vuelve a ponernos en nuestro sitio de seres insignificantes y casuales.\n\n\nEn el collado de Coronas faltan unos 300 m de desnivel hasta el Aneto. Acometemos una pala de hielo duro que parece llevar a los cielos. El aire se hace más transparente y sutil.\n\n\n\nParece que nos acercamos a la morada de los dioses. Nadie habla. Se acabaron las discordias y los puntos de vista encontrados. Nos acompaña un silencio puro.\n\n El collado de Aneto es la antesala del famoso Paso de Mahoma.\n\nUna voz sabia habla: "Si renunciamos podremos ver nuestro éxito en la prudencia y no tendrá ninguna importancia, pues cada día renunciamos a cosas". Sócrates, Zenón de Elea y Parménides escuchan complacidos desde el cercano cielo como tres diminutos mortales argumentan con sus ideas. Y pasamos porque no intuimos peligro.\n\nAgarrados a la madre tierra, pegando nuestro cuerpo a ella, amándola como nunca, cerrando los ojos a los abismos, atravasemos la corta cresta.\n\n\nDespués del famoso paso estamos en la cima de los Pirineos, a 3.404 m. Si nos ponemos de puntillas y estiramos el brazo creemos tocar el cielo. Es mediodía en punto. La cima necesita hacerse más laica. Vírgenes y santocristos estarían más confortables en las catedrales. Y nosotros no sentiríamos el peso de la pasión de Cristo en un lugar más propenso a la alegría de vivir, ver y sentir el aire de la cima.\n\nLa vista es buena pero quizá no la mejor de los Pirineos. El Perdiguero presenta una cara de pocos amigos. Los Vallibernas parecen anormalmente distantes. La cresta de la espalda del Aneto muestra lo más salvaje del Pirineo, hacia Tempestades, Margalida y la Brecha Rusell.\n\nNo hay arquitectura que admita comparación con la paciente obra del azar y sus agentes: tierra, viento y agua.\n\n\nEl éxito está en volver. Parece un abuso de los dioses, pero estamos a mitad de jornada y el tiempo se mantiene amable. Es común la percepción de que el tiempo transcurre más rapido en los regresos. Esta vez, no: Llegamos a la Renclusa en torno a las 20 horas, inmensamente cansados y satisfechos. A partir de entonces ficción y realidad se confundirán. Se cumple la profecía y dormimos como niños.\n\n\n\n*************************************************************\nGracias a JBDS por prestarnos palabras de su magnífica y estimada crónica del Aneto.\n\n*************************************************************\nTendemos a conmemorar los hitos, el pico más alto, pero también estuvimos en otros sitios igual de felices.\n\nNoufonts, Noucreus, Vall de Carançà, 1968. Treinta años antes del Aneto\nMontarto, 1998.\nNeouvielle, 2003\nCima del Neouvielle; los tres del Aneto con Creus, Andreu y Ricard.\nComida en el Grand Vignemale, 2004. ----- Hourquette d'Ossue, 2004.\nVista desde el refugio de Baysellance. Un mar de nubes cubre los valles mientras Taillon, Brecha de Rolando, El Casco y los montes de Gavarnie brillan al sol. \nMontsant, 2004.\nDôme de Niège, intento fallido, 2005. \n"La maestría en las grandes cosas se logra haciendo pequeñas cosas; para el alma tímida, el pequeño viaje es tan formidable como la gran exploración lo es para el alma grande. Los viajes se completan interiormente, y los más atrevidos, no hace falta decirlo, se hacen sin moverse del sitio." (Palabras de Henry Miller). Los Alpes son otra dimensión, el glacier Blanc que se extiende bajo la Barre des Ecrins nos fulmina (también hace mal tiempo). Es un helero formidable que hace pequeños los del Aneto y Vignemale. Debe ser que acercándose a los 4.000 empiezan las célebres palabras mayores. Pernocta en el refugio des Ecrins, a 3.100 m, llueve, hace calor y se escucha cómo retumban las moles de hielo que se desprenden.\nLa expedición en el refugio del Glacier Blanc, con los montes Pelvoux al fondo.\nNoucreus, 1997. ------------------------ Montserrat, 1999\nLeña de boj, butifarras, appenzeller, vino del Priorato: un lujo.Taga, 1997.\nCima del Taga. Después de 1996 volvimos cada año, durante cuatro.\n\nTaga, 2002. La Serra Cavallera en todo su esplendor. Convencimos a Ramón, acérrimo del terreno llano y tantas veces mentado entre heleros y roquedos. Noche con cante a la vera del fuego de boj. La mañana siguiente, maldormido, Ramón sube al Taga. También Montse, otra partidaria del desnivel cero. Y Lluís C., una fuerza de la naturaleza. Y Matilde. Y los vecinos amigos de Matilde. Y el perrito de éstos que posa a sus pies.\nEl descenso por un camino improvisado acaba con la incipiente afición de Ramón y con Montse en el CAP comarcal.\n Vallibiernas, 1992. --------------------------------- Petit Vignemale, 1999.\nPaso del caballo en los Vallibernas. Los Vallibernas son un 3.000 bicéfalo cuyas cimas se comunican por un cresta afilada que se transita "a caballo".\nLa cola de caballo desde la Faja de Pelay, 1988 Oulettes d'Oussue, 1999.\n\n\n
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